martes, noviembre 12, 2013

El desastre de Filipinas no se debe al cambio climático


Cuatro días después la desolación sigue presente en la zona de Filipinas en la que impactó el tifón Haiyan, las imágenes que de allí llegan evidencian a cada minuto que pasa la dimensión del desastre sufrido y las condiciones de vida de los supervivientes se agravan a cada minuto que pasan en un entorno tan hostil. Los valores cambian cuando el mundo lo hace, como bien señala este titular sobre lo que realmente vale el agua cuando no se dispone de ella, y mientras los supervivientes tratan de hacer todo lo posible para no unirse a los fallecidos, las voces que desacreditan a la ciencia elevan su voz en los periódicos que no prestaron atención en su momento a la evolución de la tormenta.

El ejemplo periodístico es uno cualquiera, pero las declaraciones no. Y seré muy claro. Me da igual lo que diga la ONU o cualquier organismo experto en la materia. El desastre de Haiyan no tiene nada que ver con el cambio climático. Así de simple. De primeras porque hacer semejante afirmación supone cometer el inmenso e infantil error de confundir el tiempo, los fenómenos que se producen día a día en determinada zona del mundo, con el clima, que son las pautas generales de comportamiento meteorológico de esa zona en función de la observación de largas series históricas. ¿Puede helar en verano? Sí, ¿Y puede hacer mucho calor en invierno? Sí. El que hechos aislados de ese tipo se produzcan no quiere decir nada, salvo que dan mucho juego a la hora de los comentarios por parte de los tertulianos que de casi nada saben, y sólo serán indicativos de algo más profundo si se repiten de manera habitual a lo largo del tiempo. En Madrid, sin ir más lejos, no nieva mucho, de hecho tampoco llueve demasiado, pero a veces sí que logra cubrirse de un manto blanco. No es normal, pero se da. Si en los próximos, digamos, veinte años, no se registra nevada alguna sobre Madrid, o apenas, se podrá afirmar que el clima de Madrid ha cambiado respecto a las nevadas, pero el que un día caiga medio metro de nieve sobre el Ayuntamiento (bien mirado si se quedan allí encerrados sin poder salir no sería mala idea) no es sinónimo de glaciación ni nada por el estilo. En este sentido la meteorología se está dejando contaminar por la economía, que posee ciclos más cortos y que vive pegada a las cotizaciones diarias con una estupidez que produce pasmo. Y los medios de comunicación, a los que la carnaza del gran titular les produce gozo en forma de amplias ventas, están encantados de encontrar un culpable al que atribuir las causas de desastres que, en general, sobrepasan nuestra capacidad de entendimiento tanto por su dimensión como por su lejanía. ¿Poseen rigor afirmaciones como las que ha realizado la ONU al respecto? Ni falta que hace, se imprime en Arial 26, por decir una fuente y tipo, y a vender alarmismo. El que uno luego rebusque en los archivos y descubra que todos los años miles de personas mueran en esa zona del mundo por distintas tormentas tropicales y que nunca sean noticia no le hace dudar de que la culpa sea del famoso cambio climático, o el que en 1970 el ciclón Bhola causara medio millón de muertos (sí, medio millón) en Bangladesh y que nadie hablara en ese momento de clima ni de nada por el estilo, aunque eso sí, se organizó un coqueto concierto benéfico para recaudar fondos y paliar el desastre… Hay que ser muy serios con este asunto. Las evidencias científicas señalan que la temperatura promedio del planeta está subiendo a causa de nuestras emisiones y la deforestación, y eso a largo plazo será un serio problema y a corto mata a miles de personas por contaminación, pero vincular eso con las muertes de hace cuatro días en Filipinas es, además de falso, simplemente ridículo.

La verdad siempre es mucho más simple  y, como no. Incómoda. Como dije ayer meteorólogos de todo el mundo llevaban varios días avisando de la peligrosidad de Haiyan, pero no se les hizo caso, o no a tiempo. Y el impacto se produjo en un país pobre, y en la zona pobre de un país pobre, en el que, no nos engañemos, a los televidentes occidentales les viene al pairo si mueren 100 o 10.000 personas. La tormenta, sí, pero sobre todo la imprevisión, la indiferencia y la pobreza son los causantes de esa inmensa tragedia. Y como todos esos factores principales se deben directamente a la mano humana, y no queremos sentirnos culpables, achacamos el desastre al cambio climático y aliviamos nuestra conciencia. Así de simple y de falso.

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