jueves, noviembre 14, 2013

La UE se dispara en los pies de Alemania


Ayer en Bruselas se hizo público el último de los análisis semestrales realizados por la comisión europea sobre el estado de la economía de los países que formamos el club de la UE. En este informe destacamos los de siempre, con numerosas debilidades y desequilibrios, que nuevamente no se traducen en las previstas sanciones sino en advertencias, que ya van unas cuantas. Y por primera vez la UE lanza un aviso a Alemania por los excesos de su economía, concretamente por su superávit comercial, que está en torno al 6% de su PIB, y el poco estímulo que realiza a su demanda interna. En general, todo esto me parece ridículo.

Ridículo porque las instituciones de la UE, al igual de los que a ellas se oponen, siguen instalados en la falacia de que la Unión es un país, y no se cuántas veces tengo que repetir que esto no es así, ni para lo bueno ni para lo malo. La UE es una asociación de estados (rabiosamente) soberanos que se han puesto de acuerdo para coordinar muchas de sus políticas, y que apenas destinan un 1% de su PIB común a desarrollar políticas comunes. Eso es la UE, que no es poco, más bien es muchísimo dado los precedentes europeos, pero no es más. Los países de la UE negocian y comercian entre sí y con el resto del ancho, inmenso y cada vez más competitivo mundo, y pretender que todos formamos un juego de suma cero en el que las deudas de uno son los derechos de otro exclusivamente, y que la demanda de unos tirará de la de otros me parece de una ingenuidad pasmosa. Pero lo peor no es eso, sino que esa visión distorsiona lo que a mi modo de ver es la única vía que nos queda para sobrevivir en ese mundo globalizado al que antes me refería y que, no podemos engañarnos, camino por un rumbo distinto al que seguimos en Europa. En un contexto de salarios bajos, precarización laboral y competencia sin límites, y no me refiero a la devaluación interna española, sino al sistema de producción asiático, o al tramposo cambio del dólar fruto de la política expansiva de la FED, ¿cómo va a competir Europa? Hay varias respuestas posibles, pero la más inmediata que se me ocurre es que si Alemania tiene un 6% de superávit comercial es que es muy muy competitiva, no sólo en el resto de países de la UE, sino sobre todo en el resto del mundo. Sus marcas y emblemas se venden como churros en países como China, en los que hay ciudades que poseen más población que algunos países de Europa en su conjunto, y donde la demanda de las clases medias, cada vez más numerosas, es un mercado inmenso aún por explotar. ¿Qué debiera hacer Europa, echar la bronca a su miembro más competitivo en el mundo o unirse a él para conquistar los mercados globales? La respuesta parece obvia, pero el mensaje de Bruselas es justo el contrario. Renegar de la competitividad del que la posee y reclamársela a los que no lo somos aún, quizás para que si alguna vez la alcanzamos podamos ser amonestados por ellos. Ese discurso simplista que ayer emanó de Bruselas sólo tendría sentido si la UE estuviera sola en el mundo, pero no es así. De hecho, y esto no queremos verlo porque no nos gusta, cada vez pintamos menos en el mundo porque somos menos población y el PIB del resto de países no deja de crecer mientras que el nuestro sestea en sus buenos momentos. O nos ponemos las pilas y elaboramos una estrategia conjunta de cara a hacer a la UE un actor económico global, usando para ello los productos de marca alemana como punta de lanza (y sí, también los del resto de países) o el mundo nos va a comer, orillar y abandonar en la cuneta. Europa no puede ser sólo un parque temático para que los turistas asiáticos vengan a conocer las antiguas civilizaciones occidentales. O cambiamos o ese será nuestro futuro.

Además, me enfada mucho ver como los europeos caemos en la trampa que nos ponen nuestros rivales. A lo largo de estos días el mensaje de la “bronca a Alemania” ha surgido de numerosas voces de fuera de la UE, con un tono paternalista y desinteresado, y ha sido comprado por analistas y funcionarios de la UE. ¿Y de dónde venían muchas de esas voces? De EEUU, uno de nuestros rivales comerciales, que estaría encantado de ver como las empresas alemanas pierden cuota de mercado y se la otorgan a las norteamericanas. En definitiva, una actitud tonta alentada por aquellos a los que les beneficia. Asombroso. Y una última duda que me corroe. Todos los analistas, políticos y prebostes que lanzan estos mensajes, ¿qué coche tienen aparcado en su garaje? Sí, sí, seguro que usted, querido lector, es capaz de imaginar las marcas de casi todos ellos……

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