Condenadas profecías. Escribo
ayer sobre la fragilidad económica y la sensación de que la economía real empieza
a pararse cuando todavía no lograba arrancar del todo y
el Ibex va y se cae un 3,52%, absolutamente en nada influenciado por esta
columna que usted, yo y pocos más leemos (que club tan selecto, ¿verdad?) Bien,
como ayer apuntaba, uno de los temas económicos de estos últimos meses es el
precio del petróleo, que ha bajado más de un 20%, y no, no se ha notado apenas
en la gasolinera. ¿Por qué sucede esto? Hay dos explicaciones económicas, más o
menos directas, y una tercera apasionante que es de novela de George RR Martin.
Las económicas son, por orden de
influencia directa, monetarias y de coyuntura. El dólar se ha revaluado en
estas últimas semanas tras las medidas expansivas del BCE, y eso hace que los
activos que cotizan en esa moneda, y el petróleo lo es, bajen de precio,
tratando de lograr que el producto precio por cantidad permanezca estable.
Cuando el dólar se devalúa, por el contrario, el precio de la materia prima
suele aumentar. Esta es una causa directa. La otra causa, menos directa, es que
dado que las expectativas de crecimiento económico se empiezan a enfriar cada
vez más, la demanda prevista de petróleo también se relajará, y donde hace unos
meses se veían consumos muy altos ahora esas cifras menguan, y cuando baja la
demanda, baja el precio. A diferencia de la otra causa, esta es más difícil de
medir en lo que hace al impacto, tanto en el cuándo lo hace como en cuánto
afecta al precio final. Pero influye. Y vamos con la tercera, que tiene que ver
con la mayor revolución que se ha producido en el mercado del petróleo en las últimas
décadas. Sin que muchos le hagan caso, y gracias al fracking, la producción de
petróleo en EEUU se ha disparado a lo largo de los últimos años, de tal manera
que ya es el primer productor del mundo. Los campos de petróleo norteamericanos
y ano son esas bombas sobre la llanura tejana, que siguen, ya exhaustas, sino
las arenas bituminosas de Dakota del Norte, desde donde se bombean millones de
barriles. EEUU es prácticamente ya independiente en lo que hace a consumo y ha empezado
a exportar, lo que hace que el petróleo puesto en el mercado sea más, mucho más,
del que había hace apenas una década, donde este cambio era inimaginable. Y
cuanto más produzca EEUU menos dependerá de sus tradicionales socios del Golfo
Pérsico, a los que tradicionalmente ha comprado millones de barriles e
influencia. Esto también supone una revolución estratégica, ya que la monarquía
Saudí ha sido, por mutuo interés, una parte indivisible del poder de Washington
en la zona. EEUU le armaba y sostenía y desde Riad se alimentaba a los grandes
coches del “American way of life”. Y este acuerdo se está rompiendo. EEUU ve
como el islamismo wahabista ya no se esconde en la casa Saud y su influencia
perniciosa en el sunismo crece sin parar, mientras que desde Riad se cree que
el país ya tiene suficiente músculo como para independizarse del “amigo
americano” y ser la potencia regional que, enfrentada al eterno enemigo Irán,
controle la zona, que actualmente vive una guerra fratricida entre radicales
sunitas, con el estado Islámico a la cabeza. Arabia Saudí y otros países de la
zona como Kuwait, son capaces de producir petróleo a costes muy inferiores al
de otros productores, por lo que pueden aguantar bajadas de precios y seguir
ganando, algo menos, pero ganando. Sin embargo EEUU, que aún no ha amortizado
las inversiones del fracking, y otras naciones como Venezuela o Rusia,
necesitan precios altos, muy altos en los últimos casos, para que ese negocio
les sea rentable.
Y por ello corre el rumor desde hace días que
parte de esta bajada está provocada, dirigida desde las arenas del desierto
para hacer daño a las nuevas técnicas de extracción, y otras que se quieren
poner en marcha, y así eliminar competidores, como si de la competencia entre
supermercado se tratase. No se si será cierto, pero a un precio de poco más de
80$ el fracking se acerca a una rentabilidad cero y, atención, en Moscú o Caracas
las cuentas no salen, y pueden verse sumidos en la debacle presupuestaria más
absoluta si los precios se mantienen así un cierto tiempo. ¿Guerra de precios
para arruinar competidores? ¿Dumping estratégico? ¿zancadillas entre los
barriles? Pudiera ser. Como
dice McCoy en su artículo de ayer, guerra sucia, muy sucia la de este
estratégico mercado.
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