jueves, octubre 16, 2014

Juego de tronos petrolíferos


Condenadas profecías. Escribo ayer sobre la fragilidad económica y la sensación de que la economía real empieza a pararse cuando todavía no lograba arrancar del todo y el Ibex va y se cae un 3,52%, absolutamente en nada influenciado por esta columna que usted, yo y pocos más leemos (que club tan selecto, ¿verdad?) Bien, como ayer apuntaba, uno de los temas económicos de estos últimos meses es el precio del petróleo, que ha bajado más de un 20%, y no, no se ha notado apenas en la gasolinera. ¿Por qué sucede esto? Hay dos explicaciones económicas, más o menos directas, y una tercera apasionante que es de novela de George RR Martin.

Las económicas son, por orden de influencia directa, monetarias y de coyuntura. El dólar se ha revaluado en estas últimas semanas tras las medidas expansivas del BCE, y eso hace que los activos que cotizan en esa moneda, y el petróleo lo es, bajen de precio, tratando de lograr que el producto precio por cantidad permanezca estable. Cuando el dólar se devalúa, por el contrario, el precio de la materia prima suele aumentar. Esta es una causa directa. La otra causa, menos directa, es que dado que las expectativas de crecimiento económico se empiezan a enfriar cada vez más, la demanda prevista de petróleo también se relajará, y donde hace unos meses se veían consumos muy altos ahora esas cifras menguan, y cuando baja la demanda, baja el precio. A diferencia de la otra causa, esta es más difícil de medir en lo que hace al impacto, tanto en el cuándo lo hace como en cuánto afecta al precio final. Pero influye. Y vamos con la tercera, que tiene que ver con la mayor revolución que se ha producido en el mercado del petróleo en las últimas décadas. Sin que muchos le hagan caso, y gracias al fracking, la producción de petróleo en EEUU se ha disparado a lo largo de los últimos años, de tal manera que ya es el primer productor del mundo. Los campos de petróleo norteamericanos y ano son esas bombas sobre la llanura tejana, que siguen, ya exhaustas, sino las arenas bituminosas de Dakota del Norte, desde donde se bombean millones de barriles. EEUU es prácticamente ya independiente en lo que hace a consumo y ha empezado a exportar, lo que hace que el petróleo puesto en el mercado sea más, mucho más, del que había hace apenas una década, donde este cambio era inimaginable. Y cuanto más produzca EEUU menos dependerá de sus tradicionales socios del Golfo Pérsico, a los que tradicionalmente ha comprado millones de barriles e influencia. Esto también supone una revolución estratégica, ya que la monarquía Saudí ha sido, por mutuo interés, una parte indivisible del poder de Washington en la zona. EEUU le armaba y sostenía y desde Riad se alimentaba a los grandes coches del “American way of life”. Y este acuerdo se está rompiendo. EEUU ve como el islamismo wahabista ya no se esconde en la casa Saud y su influencia perniciosa en el sunismo crece sin parar, mientras que desde Riad se cree que el país ya tiene suficiente músculo como para independizarse del “amigo americano” y ser la potencia regional que, enfrentada al eterno enemigo Irán, controle la zona, que actualmente vive una guerra fratricida entre radicales sunitas, con el estado Islámico a la cabeza. Arabia Saudí y otros países de la zona como Kuwait, son capaces de producir petróleo a costes muy inferiores al de otros productores, por lo que pueden aguantar bajadas de precios y seguir ganando, algo menos, pero ganando. Sin embargo EEUU, que aún no ha amortizado las inversiones del fracking, y otras naciones como Venezuela o Rusia, necesitan precios altos, muy altos en los últimos casos, para que ese negocio les sea rentable.

Y por ello corre el rumor desde hace días que parte de esta bajada está provocada, dirigida desde las arenas del desierto para hacer daño a las nuevas técnicas de extracción, y otras que se quieren poner en marcha, y así eliminar competidores, como si de la competencia entre supermercado se tratase. No se si será cierto, pero a un precio de poco más de 80$ el fracking se acerca a una rentabilidad cero y, atención, en Moscú o Caracas las cuentas no salen, y pueden verse sumidos en la debacle presupuestaria más absoluta si los precios se mantienen así un cierto tiempo. ¿Guerra de precios para arruinar competidores? ¿Dumping estratégico? ¿zancadillas entre los barriles? Pudiera ser. Como dice McCoy en su artículo de ayer, guerra sucia, muy sucia la de este estratégico mercado.

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