viernes, octubre 03, 2014

Palabras y música (para Marta Fernández)


Quizá uno de los destinos inevitables de los protocolos sea el de ser destruidos. He asistido a muchas presentaciones de libros, amenas unas, divulgativas otras, rutinarias a veces, emocionantes en ocasiones, pero reconozco que nunca había visto una puesta de largo tan surrealista, ecléctica y atrayente como la que viví ayer por la noche en la FNAC en el estreno público de “Te regalaré el mundo” el primer libro de la periodista Marta Fernández, presentadora de los informativos de mediodía de Cuatro y que, rompiendo también los tópicos, es cualquier cosa que uno pueda imaginarse excepto un busto parlante, que es lo que se suele asociar a esa profesión, tan difícil y poco valorada en ocasiones.

La presentación era muy tarde, a las 22 horas, y con la tienda cerrada. En el hall de la misma había algunas sillas y los protagonistas, a los que el público miraba, no eran una mesa con micrófonos ni un atril, sino un grupo de instrumentos de música antigua, presididos por un clave y una viola de gamba. Esto ya convertía el acto en algo extraño, y es que Marta ha mostrado en todo momento una pasión desbordada por las letras y la música, unas letras complejas, literarias, y una música, la barroca, que puede alcanzar grados de complejidad, emoción y belleza como no se han vuelto a lograr en toda la historia, tal y como yo al menos lo siento. La idea de combinar reflexiones sobre un libro y piezas sonoras me pareció desde un principio un acierto, pero también un riesgo. ¿Cómo llevarlo a cabo sin que una de las artes venza a la otra? ¿Qué pensará la editorial, que es la que sufraga el acto, al verse convertida en un invitado más en una fiesta en la que la organizadora y jefa suprema no es quien imprime, sino quien edita? Las respuestas llegarían en breve, y de la mano de Marta, que apareció frente al público y junto a los músicos con un aspecto arrebatador, porque para que negarnos, la mujer es de una belleza absoluta, imposible de describir con palabras certeras. Micrófono en mano, moviéndose por el improvisado escenario, creado a partir de un espacio vacío, sin tarima ni separación, y mostrando una soltura absoluta en lo que hace a movimientos, dicción y estilo, Marta nos agradeció la presencia a todos los que allí estábamos, y dijo que, obviamente, la música iba a tener un papel protagonista en un acto literario, sí, pero sobre todo dedicado a la creación, a la exaltación de las artes, esas fuentes de felicidad, de gozo y alimento, que nos llenan de verdad, y que a veces son una de las principales razones tanto para seguir vivos como para encontrar un sentido a la vida en un mundo que parece derrumbarse a nuestro alrededor. Los músicos, los intérpretes de los citados instrumentos más una violinista y un contratenor, aparecieron en escena y nos cantaron una preciosa pieza de Farinelli, que sonaba algo extraña interpretada en un recinto comercial moderno, pero no por ello menos plena y sentida. Tras su actuación, Marta contó algunas anécdotas sobre la creación del libro, su proceso de estructura, su disociación en dos personajes, la atractiva y famosa mediática de día y la recogida, escritora y soñadora de tarde, de cómo su estética se amolda a esas dos personalidades, indistintas para ella, asombrosamente compatibles para sus conocidos, y de cómo la literatura y la música son partes indivisibles de ella misma. La editora, del grupo Espasa Planeta, leyó un discurso en el que mostraba su orgullo por la obra publicada y la emoción por haberla descubierto, resaltando que el libro, que mezcla una trama histórica con el tiempo presente, y la realidad con cierta ficción autómata, es una obra diferente a muchas de las que se escriben hoy en día. Tras unas preguntas “amañadas” entre los amigos y conocidos que se encontraban en el público, y las palabras de algunos de los músicos, estos se pusieron nuevamente manos a la obra e interpretaron otra pieza del mismo estilo que puso un broche de oro a la sesión.

Con el acto acabado, vino el proceso tradicional de cola ante la autora y firmas, y ahí me puse. Puede intercambiar unas palabras con ella, pese a lo cohibido que me encontraba ante la presencia de alguien famoso y, por qué no negarlo, deslumbrante, pero puede agradecerle tanto el acto en sí como ese alegato a favor de leer y escuchar música que fue el hilo conductor de la noche. En cierto modo, ayer se celebró un acto sumamente transgresor en Madrid, en el que música que muchos tachan de aburrida y libros, a los que tantos desprecian, se maridaron en perfecta unión, y todo ello gracias a una mujer muy especial, una periodista, que no es, ni mucho menos, lo que pudiera parecer. Muchas gracias por ello.

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