jueves, octubre 23, 2014

Lobos solitarios en Canadá


Canadá es un país que pocas veces sale en las noticias. Vasto, gigantesco, despoblado, civilizado y rico, constituye una de esas sociedades a las que casi todos aspiramos, en la que habrá problemas, como en todas, pero no lo parece. Un lugar en el que la naturaleza ha convertido cada paisaje en una forma salvaje de belleza y gigantismo, y en el nivel de vida parece haber alcanzado un punto a partir del cual pocas son las mejoras posibles, apenas retoques. El frío condiciona la existencia durante medio año y es visto como uno de los impedimentos para poder vivir con mayor calidad. Pues bien, en este paraíso ayer tuvo lugar una trágica escena que, por desgracia, conocemos bien en el resto del mundo.

Sigue habiendo confusión sobre lo que sucedió ayer en Otawa, capital administrativa del país. Al parecer fue un único individuo el que primero disparó a un militar que custodiaba el memorial a las víctimas de las guerras en las que ha participado el país, hiriéndolo de tal gravedad que moriría a las pocas horas. Tras ese asalto el sospechoso se dirigió a la sede del Parlamento, un enorme y precioso edificio de estilo británico, y disparó a diestro y siniestro, sin causar víctimas. La policía, desplegada a todo correr tras el primer incidente, lo abatió en la sede parlamentaria, no sin que antes se hubiera procedido al desalojo del Primer Ministro (Stephen Harper, cinco puntos para quien le conociera antes de ayer) y otros altos cargos del gobierno que por allí estaban. El atacante ha sido identificado como Michael Zehaf-Bibeau, canadiense, de 32 años, con antecedentes penales, convertido al islam, y ya registrado en una base preliminar de sujetos “peligrosos” en lo que hace a sus posibles vinculaciones con el yihadismo. Este es el segundo incidente de esta semana que implica la muerte de un militar en el país. El Martes se produjo un atropello por parte de un joven yihadistas a un par de militares en un pueblo del estado de Quebec, causando la muerte a uno de ellos. La noticia apenas alcanzó difusión internacional, y eso que tenía toda la pinta de ser un atentado, pero la forma de actuar del causante del atropello y, seguramente, una cierta incredulidad para asimilar un hecho así por parte de las autoridades y cuerpos de seguridad canadienses, ajenos desde siempre a todo lo que tenga que ver con terrorismo en su propio territorio, contribuyó a que la noticia se mantuviera con un perfil muy bajo. Lo de ayer, sin embargo, es ya un ataque terrorista en toda regla, y frente a las más altas instituciones del país, lo que ha provocado el incremento de la alarma terrorista en la propia Canada y, de rebote, en los EEUU y, sobre todo, ha dejado asombrada, y con el miedo en el cuerpo, a la sociedad canadiense. Y es que como antes señalaba Canadá ha visto atentados y actos terroristas siempre desde la distancia. Afortunadamente para ellos ni han sufrido violencia interna fruto de sus tensiones territoriales, que las han tenido, pero siempre encauzadas de manera no violenta, ni han sufrido ataques exteriores. Las víctimas canadienses se han producido en misiones internacionales, bien de la guerra contra el terrorismo librada durante una década en Irak y Afganistán o en algunas otras misiones de la ONU, en las que ese país siempre ha colaborado de manera muy intensa. La idea de que un terrorista, que ha vivido años inmersos en la sociedad canadiense, haya cogido un arma de asalto y se haya dedicado a disparar en el interior del Parlamento es como una pesadilla para esa sociedad, que sospecho, cuando sepa exactamente lo que haya pasado, sólo podrá hacerse una enorme pregunta de muy difícil respuesta. ¿Por qué?.

Frente a sociedades más discriminatorias y restrictivas, Canadá ha practicado desde siempre una política integradora con aquellos que han acudido a residir a su territorio. Profundamente democrática y liberal, simplificando las cosas, representa un modelo social de corte europeo en una economía liberal a la americana, tratando de conjugar lo mejor de ambos sistemas. Sin embargo los lobos solitarios, esos sujetos fanatizados por el yihadismo y que responden a la llamada de movilización del Estado Islámico, no distinguen entre naciones y formas de integración social. Para ellos todos son enemigos. Cuando empezaron los ataques occidentales contra los psicópatas del EI, Canadá fue uno de los países amenazados. Ayer tuvo lugar el primer golpe contra esa pacífica nación.

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