martes, agosto 04, 2015

Carmona y los líos del PSOE de Madrid

Agosto ya no es lo que era. Se ve mucha gente en el metro, en la oficina el desierto de antaño está salpicado de oasis laborales y la política no se toma vacaciones. No les voy a dar hoy la plasta con la convocatoria electoral del iluminado de Artur Mas, pero sí quiero comentarles el último episodio de la eterna guerra que se libra, quizás desde antes de su fundación, en el PSOE de Madrid, donde ayer se destituyo a Antonio Miguel Carmona, conocido tertuliano y dicharachero comentarista, de su papel de portavoz del grupo socialista en el Ayuntamiento. Carmona, en su rueda de prensa posterior, fue otra vez el tertuliano estrella.

Las guerras socialistas en Madrid son como las franco alemanas, hay una para cada época. En los ochenta y noventa el partido se dividió en taifas encabezadas por líderes que las denominaban. Estaban los guerristas, acostistas, balbases y otros clanes similares enfrentados en una lucha intestina por alcanzar el poder y relegar al resto de adversarios al ostracismo más oscuro posible. Esto fue hábilmente aprovechado por un PP en alza para relegar al PSOE a la oposición tanto en el ayuntamiento como en la comunidad. Todos los intentos de pacificar el partido por parte de la dirección federal acababan en lo mismo. Decisión manu militari que se cargaba una ejecutiva vigente y, gestora mediante, colocaba otra en su lugar. Las aguas se calmaban durante un tiempo hasta que, nuevamente, con la excusa más peregrina, comenzaban otra vez las luchas enconadas sin fin. Lo que ahora vivimos es, exactamente, lo mismo. Tomas Gómez, arrasador alcalde de Parla, fue visto como la esperanza del partido para acabar con la Esperanza popular, pero su actuación como jefe de la oposición, sus formas, modales y estilo acabaron desesperando a propios y extraños. Ante las trascendentales elecciones de Mayo de este 2015 Ferraz optó por liquidar a Gómez (se acuerdan de la escena del cambio de cerradura, verdad??), instaurar una gestora dirigida por el veterano Rafael Simancas, y colocar a Gabilondo, un afín a Pedro Sánchez, en la candidatura a la comunidad. Para el ayuntamiento el candidato ya nombrado era Carmona, que se había hecho famoso en las tertulias televisivas, que no se calla ni debajo del agua aunque no tenga nada interesante que decir, y que con un aire de chulería muy castiza iba diciendo a todo el mundo en campaña que le tratasen ya como el alcalde que, seguro, iba a ser. Tras las elecciones el PSOE sacó un buen resultado en la Comunidad, perdiendo ante el PP, y nefasto en el Ayuntamiento, quedando por debajo del PP y de Podemos (Carmena). Pese a ello Carmona se sentía como ganador, con el peor registro de votos alcanzados por el PSOE en la capital desde que hay constancia, y tras la firma del pacto de gobierno con Carmena, se sentía seguro y protegido. Hace una semana, en una elección primaria a cara de perro entre la candidata de Pedro Sánchez y el de Tomás Gómez, fue esta última, llamada Sara Hernández, la que se impuso para gobernar el POSE en la región y salir de la situación de gestora vigente desde Abril. Carmona apoyaba al otro candidato, por lo que la derrota del suyo debió sonarle como un aviso. Seguro que ni él ni nadie esperaba que fueran a descabellarle tan rápido y mandarle a toriles con la prisa con la que lo hicieron ayer.

Carmona amenaza con dar guerra, y desde luego es seguro que callado no se va a quedar, porque no sabe. Más allá de las disputas políticas, se ha demostrado como un mal candidato, incapaz de contactar ni con las bases históricas del partido ni con las generaciones nuevas, desencantadas con la política. La decisión de, en el fondo, Pedro Sánchez, simplifica la política madrileña, porque todos nos equivocábamos cada dos por tres entre Carmena y Carmona, pero amenaza con que las noches televisivas se llenen de su verborrea imparable y estruendosa, lo que aumentará la venta de analgésicos. Corolario de todo esto. Ya visto con Wert, ahora con Carmona. Por favor, tertulianos, absténganse de ser candidatos políticos.

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