viernes, agosto 14, 2015

Lo que tiene pasar un rato con Rato

Hay una cosa que tienen en común España y Grecia. En el cálido y desatado verano de 2015 sus parlamentos trabajan como si no hubiera vacaciones. La sesión maratoniana que se vive en Atenas para aprobar el tercer rescate va a someter al gobierno de Tsipras a otra votación en la que Syriza se va a cuartear, veremos si esta vez del todo y de manera oficial, mientras que en Madrid, a las 9:30, comparecerá el Ministro del Interior para explicar la reunión que mantuvo con Rodrigo Rato en su despacho oficial del Ministerio. Y curioso, en este caso también habrá división en las filas del partido gobernante, aunque no se hará visible, o al menos eso se espera.

Vamos con lo de Rato y Fernández Díaz en el Ministerio, que no deja de tener su toque de culebrón y es, así mismo, un asunto feo. Feo, sin saber el contenido de la reunión, en lo estético, y ya sabemos lo importante que es esto en política. Que Fernández Díaz, el jefe de la seguridad del estado, amigo íntimo y fiel del presidente Rajoy, reciba en su despacho oficial a quien hasta hace dos penas de telediario era uno de los máximos dirigentes de su partido, y que ahora se encuentra envuelto en un proceso judicial que puede acabar muy mal para su persona es, como mínimo, reprobable, dudoso, sospechoso, sucio y feo. Muy feo. El Ministro está más que obligado a explicar de qué hablaron, de qué no y, más allá de la incredulidad que pueda mostrar la oposición, ofrecer una versión que pueda ser creíble del motivo de esa cita. Cuando la noticia trascendió les reconozco que mi primera impresión fue la de reírme, porque realizar esa reunión en ese lugar me parece un error tan mayúsculo, en forma y fondo, que no me podía creer que fuera cierto. Era como si desde la propia dirigencia del PP se dedicasen a planificar qué es lo peor que podían hacer para infringirse el mayor daño posible y, una vez descubierto, asaetarse con ello hasta que la herida sea incontrolable. El cruce de comunicados entre el Ministerio y Rato, reconociendo ambos el encuentro pero dando versiones muy distintas de lo allí tratado (el leal Rodrigo, comenzando a apuñalar a los suyos, en quienes creyó encontrar amparo) no hizo sino elevar el incidente hasta el más alto de los chuscos posibles. Una versión de “entre pillos anda el juego” con moqueta oficial de primer grado. Imagino a la oposición incrédula, incapaz de entender si quiera cómo le ha podido caer semejante regalo del cielo, gracias a la torpeza del gobierno. Las posteriores declaraciones de Rajoy, que cada vez que habla para explicar algo hace que fallezca un asesor de comunicación política, que casi vuelve a recurrir a la expresión de “pelillos a la mar” terminaron por hundir la imagen del encuentro de cara a la opinión pública. Antes de esa cita con los periodistas en la Galicia vacacional, varios dirigentes del PP se mostraron muy enfadados con ese rato de reunión, y expresaron la necesidad de que el Ministro compareciera y se explicase, todos ellos con una cara de hartazgo y hastío comprensible, y muy justificable, viendo como nuevamente los esfuerzos de transparencia de un sector del PP, digamos el joven por simplificar, se estrellan en la muralla de opacidad y formas arcaicas de otro sector, el viejo para simplificar, que sigue viviendo ajeno a la realidad social de un país descreído y cabreado, aunque ahora ya no se lleven las coletas para expresar ese hartazgo.

Por eso la comparecencia de Fernández Díaz hoy es obligada, aunque me temo que de ese acto sólo saquemos bronca y acusaciones mutuas entre un ministro a la defensiva y una oposición que sería tan tonta como el gobierno si deja escapar esta enorme golosina que han puesto a sus pies. De lo importante, de la separación de poderes, de la sensación que tienen muchos de que hay corruptos de primera que cuentan con privilegios (y no sólo en el PP, desde luego) y la imagen de un gobierno que ha navegado en ese fango sintiéndose, como mínimo, nada asqueado, nada de nada. Así funciona la lucha contra la corruptela para muchos, con grandes discursos a la galería y celebradas reuniones a medioescondidas. Vaya rato nos espera esta mañana.

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