lunes, junio 20, 2016

Encuestas electorales

Hoy es el último día para poder publicar encuestas electorales en España. Ahí tienen otra de las absurdas consecuencias de la falta de consenso político entre las formaciones nacionales, que impide que normas como la ley electoral no puedan ser reformadas no ya en cuestiones de fondo como la circunscripción o el sistema de reparto, sino en fruslerías como la legalidad de publicar sondeos. Es triste. Gracias a esto, la tienda de frutas andorrana se va a forrar, y a partir de mañana empezaremos a ver noticias del tipo “las naranjas bajan” o “las berenjenas se mantienen” y todos jugaremos al engaño de que no sabemos de qué se habla. Sí, no tiene sentido alguno.

Acatando la ley electoral y exprimiendo la de mercado, ayer se publicaron un montón de encuestas en la prensa que, con sus más y sus menos, pintan un panorama que no difiere en exceso de lo que ya teníamos tras los resultados del 20D. El PP gana las elecciones, con un rango de votos similar o superior al cosechado entonces, pero con una asignación de escaños que tiende a bajar ligeramente. Rajoy ha encontrado su techo y suelo electoral, muy comprimidos ambos, y no logra una victoria que le permita gobernar. Su situación es tan incómoda como lo era en enero. Ciudadanos también se estanca. Las horquillas le sitúan nuevamente en el entorno de los cuarenta diputados y, otra vez, su suma con el PP se queda lejos de los 176 de la mayoría absoluta. Pocas novedades por ese lado. En el otro lado del espectro político la cosa cambia bastante, para quedarse en agregado más o menos igual. Todos los sondeos admiten que Podemos supera ampliamente al PSOE, tanto en votos como en escaños. La sucia campaña de Iglesias recibe premio en las urnas, lo que da mucho que pensar, y el desnortado PSOE ve como su suelo de noventa escaños en diciembre se convierte en un imposible techo. La suma de ambas formaciones se acerca, por poco, a la mayoría absoluta si cogemos las horquillas más favorables para cada uno de los partidos y encuestas, y se queda como estaba en diciembre si no apuramos los extremos. Visto así, en conjunto, el panorama numérico es tan inmanejable como lo era hace seis meses. Ninguna de las formaciones alcanza un resultado que le permita dominar la cámara y ninguna de las coaliciones posibles, salvo la grande PP PSOE, permite una mayoría absoluta estable. El apoyo de las formaciones nacionalistas numéricamente puede hacer que la suma PSOE Podemos logra controlar el Congreso, pero esa expresión, “la suma PSOE Podemos” es una construcción gramatical que no responde mucho a la realidad. Si siendo tercero Iglesias se atribuía el derecho a una vicepresidencia y al control de un hipotético gobierno de coalición, siendo segundo lo mínimo que pedirá será el control de la flota imperial y la sumisión de todos los sistemas estelares a su egregia persona. Un PSOE vapuleado, humillado, hundido en sus resultados y desarbolado en sus cuadros se vería ante la tesitura de rendirse a las huestes de Podemos, y aceptar su asesinato, o suicidarse en forma de abstención para que gobernase un débil y magullado PP. Las alternativas que se manejan desde Ferraz, las mismas que hace seis meses, son nefastas para su formación, y la situación de debilidad desde donde se deciden es creciente. Ya no es sólo la cabeza de Sánchez la que peligra sobremanera, no, es el conjunto del partido el que se asoma al abismo, quizás sin que sean conscientes de ello. Y eso es lo peor.

¿Y los ciudadanos? ¿Y los votantes? Entre cabreados y pasmados. Con un resultado parecido al anterior tampoco es descabellado que la conclusión sea también similar, y nos veamos abocados a nuevas elecciones si de estas no sacamos una alternativa de gobierno. Como a mi ya me parece que este domingo vamos a escenificar un fracaso colectivo, por no haber sido capaces de llegar a un acuerdo de gobierno tras el 20D, todo lo que suponga dilatar los plazos y mantener al situación de bloqueo me parecerá un mero ejercicio de masoquismo que ahondará el descrédito de la política, el hartazgo general y la sensación de tomadura de pelo. Eso no lo preguntaba ayer ninguno de los medios, ni lo hará la andorrana tienda de frutas. Pero saben ustedes muy bien que esa indignación, muy justificada, existe.

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