viernes, junio 10, 2016

Oooooootra campaña electoral

Si conservo un par de lectores, huirán al ver el título de hoy. Y es que el hastío ante la nueva convocatoria electoral es tan mayúsculo como las posibilidades de que algo realmente cambie respecto a las elecciones del pasado 20 de Diciembre. La encuesta que hizo pública ayer el CIS vuelve a mostrar una fragmentación muy alta, con un trasvase de votos del PSOE a Podemos que altera el orden que hasta ahora era el lógico en la política española, pero deja bastante estables los bloques de izquierda y derecha. Si el resultado es el que mostró el sondeo hecho público ayer, volveríamos a un escenario de pactos entre fuerzas que se odian.

Y viendo un poco, también ayer, el debate a cuatro entre las representantes de las formaciones políticas, organizado por Antena3, obtenía una misma sensación de bucle infinito, y melancólico, tomando prestada la expresión a Jon Juaristi, su creador. Cada una de ellas repetía argumentarios propios de su formación, excluía a las demás de los posibles acuerdos y se erigía en portadora de una verdad que la sociedad no ve. Si me apuran, y vi poco del programa por lo que tampoco mi testimonio es muy fiable, fue Inés Arrimadas la más sensata de las presentes, pero ya tras las elecciones pasadas vimos que la sensatez de Ciudadanos fue premiada con un alto número de congresistas, pero insuficientes para ser decisivos ni para formar gobierno ni para tirarlo. En la tierra de nadie, Ciudadanos poco puede hacer. La sensación que me dio el debate, y la campaña en la que llevamos ya varias semanas, es la de intentar polarizar el voto para que sean el PP y Podemos los beneficiarios de ese extremismo, especialmente la formación morada. Podemos posee el mensaje más tóxico, falaz, retórico y vacío de todos los que se presentan a estas elecciones, pero es, con mucho, el más hábil a la hora de venderlo, el más capaz creando un envoltorio mediático que lo soporte y lo haga llegar a todo el mundo, sea votante suyo o no. Sus creadores de campaña son excelentes y, si yo estuviera en cualquier otro partido, les ficharía con el mismo descaro con el que, por ejemplo, han copiado el programa de IKEA, saltándose toda normativa de derechos de autor y de propiedad intelectual. Frente a ellos se sitúa un PSOE lánguido, con un líder que posee muy buena imagen, pero falta de decisión, que sigue coqueteando con un Iglesias sin ser consciente de que el de la coleta usará su pelo para estrangularle en cuanto pueda, y con un mensaje que se mueve, también, en una tierra de nadie. Estas son, en potencia, las elecciones más peligrosas de la democracia para el PSOE, y si queda tercero como dicen los sondeos, nadie tendrá piedad con ellos, empezando por Podemos, que si siempre les ha despreciado, ahora les destruirá del todo. Y el PP, a lo suyo. A lomos de una campaña algo más fresca, con un Rajoy impasible, y apelando al voto útil y seguro, no hay sondeo que lo eleve de unos numerosos, pero muy insuficientes, ciento veinte tantos diputados, lo que le impediría formar un gobierno de coalición con unos Ciudadanos estancados en la cuarentena. Le digo a todo el mundo que un PP que hubiera relevado a Rajoy como candidato y puesto a Soraya despegaría, podría acercarse a los 150 160, dado que se libraría del lastre de la corrupción, que ha ahuyentado a muchos de sus votantes, pero Rajoy sigue anclado en su teoría del aguante y, como Pedro Sánchez, sólo piensa en el mismo, y no en su partido (y desde luego nada en el país).

Con estos mimbres, en dos semanas, tres días después del referéndum del Brexit, volveremos a las urnas y asistiremos a una nueva noche electoral, donde es probable que, ante los medios, todos se proclamen ganadores, después de haber fracasado, todos, de manera estrepitosa, tras los comicios de diciembre. Ayer me llegó el justificante del voto por correo, así que, sospecho, será hoy mismo cuando lo ejerza. Con desgana, con nula ilusión, como una obligación democrática, como un deber forzado, pero votaré. Les animo a ustedes a que lo hagan, aunque es verdad que tras lo sucedido hace seis meses los ánimos del votante están por los suelos. En fin, suerte para los sufridores que aguantaremos la campaña, y a ver qué acaba pasando.

No hay comentarios: