Si conservo un par de lectores,
huirán al ver el título de hoy. Y
es que el hastío ante la nueva convocatoria electoral es tan mayúsculo como las
posibilidades de que algo realmente cambie respecto a las elecciones del pasado
20 de Diciembre. La encuesta que hizo pública ayer el CIS vuelve a mostrar
una fragmentación muy alta, con un trasvase de votos del PSOE a Podemos que
altera el orden que hasta ahora era el lógico en la política española, pero
deja bastante estables los bloques de izquierda y derecha. Si el resultado es
el que mostró el sondeo hecho público ayer, volveríamos a un escenario de
pactos entre fuerzas que se odian.
Y viendo un poco, también ayer,
el debate a cuatro entre las representantes de las formaciones políticas,
organizado por Antena3, obtenía una misma sensación de bucle infinito, y
melancólico, tomando prestada la expresión a Jon Juaristi, su creador. Cada una
de ellas repetía argumentarios propios de su formación, excluía a las demás de
los posibles acuerdos y se erigía en portadora de una verdad que la sociedad no
ve. Si me apuran, y vi poco del programa por lo que tampoco mi testimonio es
muy fiable, fue Inés Arrimadas la más sensata de las presentes, pero ya tras
las elecciones pasadas vimos que la sensatez de Ciudadanos fue premiada con un
alto número de congresistas, pero insuficientes para ser decisivos ni para
formar gobierno ni para tirarlo. En la tierra de nadie, Ciudadanos poco puede
hacer. La sensación que me dio el debate, y la campaña en la que llevamos ya
varias semanas, es la de intentar polarizar el voto para que sean el PP y
Podemos los beneficiarios de ese extremismo, especialmente la formación morada.
Podemos posee el mensaje más tóxico, falaz, retórico y vacío de todos los que
se presentan a estas elecciones, pero es, con mucho, el más hábil a la hora de
venderlo, el más capaz creando un envoltorio mediático que lo soporte y lo haga
llegar a todo el mundo, sea votante suyo o no. Sus creadores de campaña son
excelentes y, si yo estuviera en cualquier otro partido, les ficharía con el
mismo descaro con el que, por ejemplo, han copiado el programa de IKEA,
saltándose toda normativa de derechos de autor y de propiedad intelectual.
Frente a ellos se sitúa un PSOE lánguido, con un líder que posee muy buena
imagen, pero falta de decisión, que sigue coqueteando con un Iglesias sin ser
consciente de que el de la coleta usará su pelo para estrangularle en cuanto
pueda, y con un mensaje que se mueve, también, en una tierra de nadie. Estas
son, en potencia, las elecciones más peligrosas de la democracia para el PSOE,
y si queda tercero como dicen los sondeos, nadie tendrá piedad con ellos,
empezando por Podemos, que si siempre les ha despreciado, ahora les destruirá
del todo. Y el PP, a lo suyo. A lomos de una campaña algo más fresca, con un
Rajoy impasible, y apelando al voto útil y seguro, no hay sondeo que lo eleve
de unos numerosos, pero muy insuficientes, ciento veinte tantos diputados, lo
que le impediría formar un gobierno de coalición con unos Ciudadanos estancados
en la cuarentena. Le digo a todo el mundo que un PP que hubiera relevado a
Rajoy como candidato y puesto a Soraya despegaría, podría acercarse a los 150
160, dado que se libraría del lastre de la corrupción, que ha ahuyentado a
muchos de sus votantes, pero Rajoy sigue anclado en su teoría del aguante y,
como Pedro Sánchez, sólo piensa en el mismo, y no en su partido (y desde luego
nada en el país).
Con estos mimbres, en dos semanas, tres días
después del referéndum del Brexit, volveremos a las urnas y asistiremos a una
nueva noche electoral, donde es probable que, ante los medios, todos se
proclamen ganadores, después de haber fracasado, todos, de manera estrepitosa,
tras los comicios de diciembre. Ayer me llegó el justificante del voto por
correo, así que, sospecho, será hoy mismo cuando lo ejerza. Con desgana, con
nula ilusión, como una obligación democrática, como un deber forzado, pero
votaré. Les animo a ustedes a que lo hagan, aunque es verdad que tras lo
sucedido hace seis meses los ánimos del votante están por los suelos. En fin,
suerte para los sufridores que aguantaremos la campaña, y a ver qué acaba
pasando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario