Seguro que titulando así rompo mi
registro de lectores diarios y este artículo tiene éxito en la red… o no, que
diría el otro. Uno de los argumentos de los populista de Podemos en su campaña
electoral ha sido la lucha contra los privilegios de la casta, “los de arriba”
que dicen ellos (y que aspiran a ser en cuanto toquen poder de verdad) y se ha
identificado a banqueros, miembros de la familia real y cargos políticos como
los representantes genuinos de esa élite corrupta que es la causante de la
crisis que vivimos. Argumento muy fácil de vender, que posee parte de verdad
pero que, desde luego ni es mayoritaria ni lo explica todo. Pero se vende.
Y uno de sus fallos, no el menor,
es que la casta de privilegiados de este país no empieza por esas figuras antes
mencionadas, sino por otras, que sí son intocables. Los jugadores de fútbol. En
otros países también sucede, por lo que no es este un mal exclusivamente
nuestro, pero me da la sensación de que aquí es exagerado. El futbolista en
España es Dios sobre todas las cosas. Su actitud, su valor y valía son
infinitas, haga lo que haga, desde el momento que se viste unos “colores” que
son sentidos como propios por una tribu, que lo eleva al estatus de tótem
supremo, intocable. Hay dos casos recientes, aún sin conclusión, que demuestran
hasta qué punto la “crispada” sociedad no castiga los delitos de los
futbolistas. Uno es el de la evasión fiscal de Leo Messi. Acusado y juzgado por
un delito de evasión de impuestos que deja pequeño a varios de los casos de
corrupción que cada día llenan nuestras portadas, Messi ha sido recibido en sus
llegadas a los juzgados entre aplausos y admiraciones de los congregados. Ni
pitos, ni insultos ni abucheos. La táctica de defensa del jugador ha sido la de
hacerse un “infante”, aludiendo las mismas excusas que esgrimió Cristina de
Borbón en el caso Noos (lo llevamos, que diría Carlos Alsina). Si a aquella le
llovieron críticas de todo tipo, merecidas, por excusarse en algo tan burdo,
nadie ha osado levantar la voz contra el argentino porque “confiaba en su
papá”. Es más, muchos han defendido su inocencia en el más puro sentido del
término, de ingenuo. Resultado, la fiscalía, que solicitó un autógrafo del
jugador, desea pactas con la familia un apaño para pagar una multa y eludir así
el castigo penal. Y Messi vuelve a ser vitoreado por aquellos a los que,
defraudando impuestos, ha robado. Y todos felices. Otro caso, más turbio, es el
que implica al portero David De Gea y a otros jugadores en una trama de
prostitución por la que está acusado Torbe, uno de los reyes mundiales del porno
por internet, un personaje que de ser norteamericano tendría película propia
muy al estilo de “El lobo de Wall Street”. Las acusaciones que pesan sobre el
portero y otros jugadores pasan por la contratación de menores para servicios
sexuales y la presencia de mujeres que estaban ilegalmente, o retenidas en
contra de su voluntad. Es un asunto feo, que se basa en las declaraciones de
una testigo protegida, que cuadra bastante con la pérfida y siniestra
trayectoria de Torbe, acusado en no pocas ocasiones de trata de menores, y que
está aún en una fase muy preliminar de la instrucción, por lo que es lógico que
se esgrima la presunción de inocencia sobre De Gea y el resto de presuntos
acusados.
¿Cuál es el matiz? Que dicha presunción de
inocencia en España ya sólo rige para futbolistas. Si a usted o a mi o a
cualquier otra persona, y no digamos si es cargo público, se le acusa de tener
relaciones con una trama pornográfica como esa, su imagen es despellejada en
los medios y en una semana es un cadáver político, o quizás de otro tipo en
función de la respuesta de su pareja en ese momento. Los medios, las
asociaciones feministas.. todos se han callado a toda velocidad para defender a
un jugador de fútbol, demostrando que una infanta de España, por mucho rango que
tenga sobre el papel, puede (y debe) ser condenada por la comisión de un
delito, si lo ha cometido, mientras que un futbolista jamás será procesado haga
lo que haga. Y es que la "casta" de verdad, en este país, juega en un césped y
gira en torno a un balón
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