lunes, junio 06, 2016

Suiza vota en contra de la renta básica

Cuatro cosas encantan a los suizos, según el mundo de los tópicos que a todos nos pretende describir. Relojes, referéndums, chocolate (el de comer) y pasta (la de no comer). Ayer juntaron varias de ellas en una votación muy interesante, en la que la mayoría de los que acudieron a las urnas dijeron no a la propuesta de una renta básica universal, con el argumento, muy lógico, de que su importe no es precisamente el chocolate del loro para las cuentas de un país que está bañado en ellas. Así, el reloj de los que piden la llegada de esta medida se quedó parado ayer en la puntual y precisa confederación helvética.

La idea de una renta básica garantizada, de un ingreso que el estado proporcione a cada ciudadano por el mero hecho de ser residente, de existir, es una idea que ha sido esgrimida habitualmente por formaciones de izquierda extrema, en el caso español Podemos, y que nunca ha sido puesta en práctica en ningún país del mundo. Sus defensores argumentan que es la extensión natural del estado de bienestar y que, siendo necesario reformar algunas cosas, podría ser llevada a cabo, y supondría la medida más efectiva para luchar contra la desigualdad de ingresos, que es uno de los problemas más acuciantes que existe en nuestras sociedades. La idea de implantar una medida de este tipo con naciones, como la española, cuya deuda pública llega al 100% del PIB y no se espera que baje mucho en el futuro se me antoja poco menos que absurda. Sin embargo hay economistas serios que dicen que el primer paso para esa renta básica puede darse, precisamente, en Europa, si finalmente el BCE adopta esa política denominada “helicóptero”. Hasta ahora el bueno de Draghi ha insuflado un montón de dinero en mercados secundarios, comprando bonos y deudas, con el objeto de dinamizar la economía y generar algo de inflación. Los resultados son, como mínimo, discutibles, y no son pocos los que afirman que más efectivo sería ingresar X euros en las cuentas de cada uno de los ciudadanos europeos. En vez de meter dinero indirectamente, hagámoslo directamente. La teoría toma su nombre de una imagen en la que la autoridad monetaria, desde un helicóptero, arroja billetes para estimular la demanda. Si el BCE llega a hacer esto, y no es broma, no lo descarten, cada uno de nosotros, todos, veríamos como nuestros ingresos crecen en la cantidad que el BCE nos ingrese, y eso se parece tanto a la idea de Renta Básica que asombra. ¿Puede llegar a suceder algo así? Sí, no es disparatado, pero de pasar sería algo puntual, un hecho inusual, no repetido en el tiempo, mientras que el concepto de renta básica se asocia a un ingreso permanente en el tiempo, de periodicidad fijada. Algunos de los teóricos que la propugnan ven que puede ser posible a cambio de reducir otras prestaciones del estado de bienestar, para mantener así la caja quieta y cambiar una asistencia pública por un ingreso en cuenta, de tal manera que sea el ciudadano quien decida a qué fin quiere dedicar esa renta. Esas propuestas pueden generar resultados netos adversos, dado que, por ejemplo, mucha gente se gastaría su “cheque sanitario” en cosas no relacionadas con la salud y, al ponerse enfermos y tener que pagar directamente por ese servicio, pudieran carecer de fondo y, pongamos, morirse junto a su nuevo televisor de infinitas pulgadas. Por ello, esta idea, aún verde, y sus variantes, requieren mucho estudio, análisis y, sobre todo, nada de demagogia barata.

Una vía por la cual la renta básica puede llegar, muy futurista pero cada vez más cercana, es por la de la tecnología. Empieza a cundir el temor de que la robotización y la inteligencia artificial destruyan nuestros empleos y, con ellos, nuestras formas de obtener ingresos, y esa renta básica sería la manera de lograr que una población, cada vez más ociosa, pudiera ingresar dinero sin recurrir a trabajos que, inteligencias creadas por nosotros, desarrollen de una manera mucho más eficiente. ¿Acabará sucediendo algo así? No lo se, pero dado que el futuro es desconocido, no descarte a priori nada. A ver si un día puedo hablarles de ese mundo de robots que, dicen, está ya aquí.

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