miércoles, agosto 03, 2016

El desgobierno absoluto

Se que me van a echar la bronca sólo con mencionarlo, pero es que es inevitable decir algo de la absurda situación política que vivimos. Cierto es que, empantanada en el desacuerdo, puede mantenerse ahí durante mucho más tiempo, y que hasta que no se produzca una primera sesión de investidura los plazos no empezarán a correr de cara a unas hipotéticas y patéticas, como mínimo, terceras elecciones, que serían tan inútiles como las primeras y segundas. Es lo que hay, estamos en zona pantanosa, con los problemas pudriéndose y todo emanando un fétido aroma. Qué bonita es nuestra política.

Casi nada salió de la reunión de ayer entre Rajoy y Sánchez, el encuentro de dos líderes fracasados que comparten un objetivo, salvar cada uno su posición a costa del partido y del país. Sólo su nombre y cargo es lo que les importa, el resto les da igual. El encuentro no llegó a la hora y, más allá de que en él se dijeran cosas que no se han comentado, que quizás, las posiciones de ambos tras la reunión siguen inamovibles. Rajoy no se da cuenta de que no tiene votos para ser investido (él) y Sánchez sigue pidiendo una formación de gobierno que no le vincule en la que el PSOE sea oposición, dos acciones que son incompatibles con los números en la mano. He empezado el párrafo con el “casi” porque una pequeña puerta abrió Sánchez a un cambio de posición del no del PSOE vinculado a un futura dirección del Comité Federal de su partido. Ese paso del no a la abstención es, a mi modo de ver, la mejor jugada para los de Ferraz, dado que el gobierno que surgiera sería débil e inestable, y estaría de hecho en manos del PSOE, que aprobaría las decisiones que quisiera y le tumbaría las que deseara. ¿Cómo podría pasar el PSOE a una abstención en segunda votadura de investidura? Hay varias opciones que, a día de hoy, se antojan imposibles. Una es la retirada de Rajoy, que ama tanto su silla y cargo que está dispuesto a que todos fallezcan antes de soltarlos. Otra es que Ciudadanos vire de rumbo y opte por un sí. La suma de PP y Ciudadanos está muy cerca de la mayoría absoluta y dejaría al PSOE sin discurso alternativo, pero a falta de saber qué pasará en la reunión de hoy, y asumiendo que el peso y poder de Ciudadanos es muy escaso, lo cierto es que ese cambio de voto de Albert Rivera se presenta más que improbable, pese a que el resultado de la no obtención de grupo parlamentario por parte de la antigua Convergencia haya desatado rumores de acuerdo implícito. Si estas dos piezas no se mueven, la investidura de Rajoy, a la que está obligado a comparecer una vez que aceptó el encargo del Rey, sería fallida, y a partir de ahí sólo hay dos opciones. O que el PSOE articule un gobierno Frankenstein con el marasmo de Podemos y nacionalistas de la Cámara, cosa que espanta más a muchos del PSOE que a los del propio PP, o que dejemos transcurrir los plazos, nos demostremos a nosotros mismos otra vez la basura de dirigencia que tenemos, fruto de lo peor de nuestra propia sociedad, y que en torno al inicio del invierno cuatro fracasados vuelvan a encabezar la lista de cuatro formaciones políticas abocadas a que ninguna de ellas gane con mayoría suficiente. Nuestro ridículo internacional sería absoluto, la vergüenza colectiva inasumible y, por supuesto, el orgullo de los cuatro líderes, desmedido y sin límites, dado que cada uno de ellos es la salvación del país. Ahora, como son los más votados y de ellos depende todo, los grandes culpables son PP y PSOE, secuestrados por esas dos figuras siniestras llamadas Rajoy y Sánchez.

¿Soy muy duro? No lo creo, la situación que vivimos, indescriptible, supone un descrédito no ya para una clase política vapuleada por la sociedad, sino para, y esto es lo más grave, un entramado institucional que es el que nos ha permitido vivir cuarenta años de democracia, pero que no articula una salida a una situación de bloqueo en la que sólo el acuerdo entre personas es la vía para desatascar el camino. Constitución, leyes, reglamentos, parlamentos y demás entramados políticos están al merced del ego infinito de dos personas que no hacen más que perder crédito ante los suyos y el resto del mundo, y todo ello en un entorno económico peligroso que amenaza con empeorar. De los irresponsables será, quizás, el Reino de España. Más bien sus despojos.

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