viernes, agosto 26, 2016

Próxima Centauri b

Pocas veces un descubrimiento científico llega a portadas de los medios de comunicación. Sólo avances médicos, que se venden como recetas instantáneas de dolorosas enfermedades, o últimamente lo que tiene relación con el LHC del CERN de Ginebra son capaces de escalar del fondo de armario donde, olvidada, vive la ciencia, para ocupar un lugar destacado en las portadas, robando sitio a corruptelas, desgracias y desgobiernos de todo tipo. Esta semana, en la que la información sigue dominada por el desastre del terremoto italiano, se ha producido ese milagro, y la verdad es que la noticia es de las gordas. Muy gordas. Y muy esperada.

Ya les he hablado aquí varias veces del concepto de exoplaneta, aquel que orbita en torno a un sistema solar diferente al nuestro, y cómo en no muchos años han pasado de ser algo teórico a reunirse en un catálogo de varios miles. Muchos de ellos se encuentran en la llamada zona de habitabilidad de su estrella, que viene a ser la órbita en la que las temperaturas esperadas pudieran mantener agua líquida sobre la superficie. Eso no es decir demasiado, dado que en nuestro propio sistema solar tres planetas ocupan esa franja, Venus en el límite más cercano al Sol, Marte en el más lejano, y nosotros en el precioso centro. Encontrar planetas, y encontrarlos en esas zonas “habitables” que difieren mucho en función de cómo sea la estrella, empieza a ser algo nada novedoso, de hecho es raro empezar a ver estrellas en torno a las que no orbite nada. La noticia que desbordó las páginas de ciencia del miércoles por la tarde no es sino el descubrimiento, siempre por métodos indirectos, de otro de esos exoplanetas en la zona de habitabilidad de su estrella, pero lo relevante de este caso es que la estrella es Próxima Centauri, la más cercana a nuestro Sol. Resulta que a 4,3 años luz de nosotros, lo que en términos astronómicos quiere decir NADA, justo en la estrella que se encuentra pegada a la nuestra, también hay un planeta, y que se encuentra en el sitio idóneo para ser atractivo de cara a la vida. ¡En el portal de al lado hay pisos! por decirlo de una forma muy chabacana. Ya les he comentado que la zona de habitabilidad depende mucho del tipo de estrella. Próxima Centauri es una enana roja, una estrella mucho más pequeña, vieja y menos brillante que el Sol, por lo que esa zona se sitúa mucho más cerca del centro de la estrella que en nuestro caso. De hecho, el periodo de la órbita estimada para “b” en torno a su estrella, lo que nosotros denominamos año, es de 11,2 días terrestres. “b” gira muy deprisa y, al estar tan cerca, lo hace acoplado por la fuerza de marea de la gravedad de la estrella, lo que quiere decir que siempre muestra la misma cara hacia su sol. Si esto les parece incomprensible, piensen que cada vez que miran la Luna observan este fenómeno, porque la Luna sólo nos ofrece una cara, siempre la misma, a los terrícolas, porque el efecto de acoplamiento de marea de La Tierra genera ese efecto. En un mundo en el que un lado siempre mira hacia la estrella y otro nunca lo hace sería de esperar algo así como un medio infierno frente a un medio hielo, con un día perpetuo en un lado y una noche tenebrosa en el otro, y así es. Pero en este tipo de mundos, más frecuentes de lo que parece, lo interesante puede situarse en lo que se llama el terminador, que es la franja estrecha, como un anillo, en la que se produce el intercambio entre el día y la noche. Es en ese espacio, a lo largo de toda la curvatura del planeta, en el que las temperaturas y demás condiciones pueden ser “intermedias” y, en su caso, permitir sorpresas de todo tipo. Lo lógico sería pensar que si un mundo así fuera capaz de albergar vida, ésta se situase a lo largo de esa citada franja.

Las posibilidades de “b” son muy interesantes y lo son también porque es el mundo más cercano a nuestro sistema solar, y porque está en el punto en el que más cerca podía estar, según la observación. Es apasionante. Y se puede ir hasta allí, sí, aunque no con personas, se puede alcanzar ese mundo con sondas en un plazo de tiempo razonable, con tecnología algo futurista pero que, potencialmente, está ya en nuestras manos. Todo esto y mucho más, y mejor, se lo cuenta Daniel Marín en este artículo, que es para enmarcar por su precisión, detalle, capacidad divulgativa y pasión a raudales. Si les faltaba un objetivo en sus vidas, ahí tienen uno. Llegar a “b”. Es maravilloso lo que la ciencia puede llegar a ofrecernos.


Subo a Elorrio y me cojo un día festivo. Si no hay novedades, próximo artículo el martes 30, el día en el que comienza la investidura, probablemente fallida, de Rajoy

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