martes, agosto 09, 2016

Erdogan va a por todas

Este fin de semana se ha celebrado en Estambul una de las manifestaciones más multitudinarias de las que se recuerdan en los últimos años, que deja a las concentraciones de nuestro país y naciones vecinas convertidas en meras reuniones de comunidades de vecinos. En una explanada gigantesca, diseñada para convertir al hombre en mera pieza entre la multitud, Erdogan se ha dado el baño de masas buscado para dar por derrotado definitivamente el golpe (o lo que fuera) que hace casi un mes amenazó su posición presidencial. El rojo de la bandera turca y la efigie del líder lo llenan todo. No me gustan esas imágenes.

El supuesto golpe ha sido la jugada maestra, o error de sus enemigos, que ha permitido al líder turco convertirse no ya en el hombre fuerte del país, que ya lo era, sino en el auténtico dueño y señor del estado. En la purga emprendida tras la intentona, que aún sigue, y arroja cifras absurdas tanto de represaliados como de los sectores afectados (creo que no se salva ni uno solo) Erdogan ha encontrado la vía para eliminar a todo opositor a sus designios, acusándolo de pertenecer a la cofradía de Fethulla Gülen. Pero con ser esto grave, no es lo peor. El control de Erdogan del poder abre la puerta a una Turquía convertida en una autocracia, en un régimen de hombre fuerte, algo que no tiene nada que ver con lo que entendemos como democracia. La imagen del parlamento de Ankara, seriamente dañado tras los bombardeos del golpe, es una metáfora de lo que ha pasado con la democracia turca. Está por ver cuánto se tardará en reconstruir ese edificio, pero es muy probable que ya nada de lo que pase en él tenga mucha importancia. Elevado a los altares, nada impide ya a Erdogan imponer un islamismo creciente en una nación que abanderaba el laicismo y que ve como los principales defensores de esta corriente están siendo detenidos o huyen antes de acabar en la cárcel. Ayer se supo que Erdogan viajará a Rusia esta semana para visitar a Putin, enemigo acérrimo de los turcos tras el derribo del avión militar turco en una refriega de la guerra de Siria, pero ya se sabe que los aliados del señor del país son los aliados del país. Putin se mostró rápido a la hora de apoyar a un Erdogan que apenas podía expresarse más allá de la imagen de un teléfono móvil, y entre autócratas todo se puede arreglar con un apretón de manos. La deriva turca hace que todos los acuerdos que ese país tenía con terceros países sean ahora disposiciones que un hombre, sólo uno, puede determinar si se cumplen o no, si poseen alguna validez o son papel mojado. Contempla con miedo la UE la posibilidad de que el acuerdo firmado para el acogimiento de refugiados se convierta en nada, dado que se mantiene la exigencia de Ankara de que los turcos accedan a la UE sin necesidad de visado, exigencia que Bruselas no acepta. Y lo que hasta ahora eran negociaciones más o menos tensas se han convertido en la arbitraria decisión de un líder que, si quiere, rompe el acuerdo, lo mantiene, da un plazo o hace cualquier otra cosa. Ante la multitud de Estambul Erdogan afirmó que la pena de muerte será reinstaurada en el país porque esa multitud la había pedido. Olvidó decir que él es el que más la necesita para aplicarla a sus enemigos. Si alguna vez hubo opciones, que lo dudo, de integración de Turquía en la UE, se acabaron hace pocas semanas.

La otra organización que observa, con el miedo metido en el cuerpo, la deriva turca, es la OTAN. Socio fundamental, poseedor de una posición geográfica que le hace estar metido en todas las “salsas” con vecinos de probada y seria inestabilidad, Turquía es más necesaria para la OTAN que lo que la Alianza lo es para los turcos. El mantener a un país como socio y aliado mientras se desliza hacia una dictadura tan clara es, como mínimo, incómodo para el resto de potencias occidentales. Y el acercamiento previsto a Putin no ayuda en nada a tranquilizar a una Alianza que se ha encontrado, de golpe, con un grave problema. Turquía va a seguir siendo fuente de noticias durante bastante tiempo. Noticias no muy buenas, sospecho.

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