Nos gusta que nos den premios,
pero no que nos examinen. Nos consideramos merecedores de ellos, pero no
aceptamos que alguien nos confronte con otros y decida si, realmente, somos
mejores o no. La oposición frontal que hay a las evaluaciones de la ESO y demás
pruebas clasificatorias en la educación preuniversitaria es una constante en España,
preguntes a quien preguntes, sin ser conscientes de que, si no nos examinan
antes, lo harán después, y cuando más tarde sea la prueba, peor las
consecuencias de no superarla. Pero nos da igual. Somos los mejores, y nuestros
hijos, mucho mejores aún, Y que no lo discuta nadie.
Pero los exámenes existen. Y en
el mundo universitario también. La
Universidad de Shanghái elabora periódicamente un ranking global de
universidades para determinar cuáles son las mejores y las no tan buenas.
Siempre quedamos mal, muy mal en este estudio comparativo, que usa criterios
como la presencia de premios Nobel entre el profesorado o la publicación de
artículos en revistas prestigiosas. Los primeros puestos de la tabla, hasta el
100, son detallados, estando copados por las universidades norteamericanas en
sus diez primeros, sólo dejando que Oxford y Cambridge se sitúen en ese top 10
como si fueran primas pequeñas de los grandes hermanos de EEUU. La primera
universidad española, la Autónoma de Barcelona, aparece en el grupo sito entre
el 150 y el 200. Sí, lo que han leído, sólo hay una universidad española entre
las doscientas mejores del mundo, y empezando por la cola, no por la cabeza.
Respecto a ediciones anteriores de este ranking, en términos globales, hemos
empeorado, y mira que lo teníamos difícil. Nunca, repito, nunca, hemos tenido
una universidad en el grupo de las cien primeras, y visto lo visto quizás no
lleguemos jamás a ese registro. Se achaca a los recortes el bajo desempeño de
las universidades patrias, y cierto es que no ayudan, pero antes de que se
ejecutasen tampoco destacábamos en lo más mínimo. Nuestros movimientos en esa
clasificación han sido cortos, escasos y sin llegar jamás a despuntar, hubiera presupuesto
o no. El que dos facultades, la de Granada y la Pompeu Fabra, hayan subido de
posición respecto al anterior baremo en época de estrecheces económicas
demuestra que el presupuesto de gasto es condición necesaria, pero ni mucho menos
suficiente, para hacer un buen trabajo y caminar hacia la excelencia. ¿Qué es
lo que pasa? Es un asunto complicado, pero a mi entender lo fundamental es
precisamente eso, que no buscamos la excelencia. Hemos convertido las
universidades en depósitos muy locales, una por cada provincia como mínimo, de
personas a las que aparcamos durante un tiempo para que no den problemas y
obtengan unos títulos devaluados, con la esperanza de que luego se busquen la
vida por ahí. Súmenle a eso el que la investigación, la innovación y la ciencia
no se valoran en lo más mínimo en nuestra sociedad y es más que probable que el
resultado sea el que describe este estudio de origen chino. En general los países
que invierten recursos en ciencia e investigación y, sobre todo, creen en la
ciencia y la investigación, obtienen buenos resultados. Los que hacemos
inversiones cortas, escasas, con unas miras de corto plazo, y que son las
primeras en ser eliminadas cuando las cosas van mal, no logramos otra cosa que
resultados pobres. No es casualidad que Italia esté en una posición muy similar
a la de España, nefasta, en este ranking. Nos parecemos mucho ambos países en
lo que sí valoramos, lo que no y en lo que ponemos empeño.
Dice el profesor Luis Garicano que, si esta
clasificación fuera de equipos de fútbol, hoy sería un día de drama para el país,
y al hacer esta comparación da en el clavo, o en la dolorosa llaga, de ponernos
delante del espejo y hacernos ver cuáles son realmente nuestras prioridades
como sociedad. En otros países el deporte también es muy importante, como aquí,
pero no es lo ÚNICO importante, no SÓLO importa el deporte, también otros
factores. Aquí el deporte nos importa por encima de todo, y del resto pasamos
olímpicamente, nunca mejor dicho. Verán a lo largo de esta semana muchas
excusas para justificar el desastroso resultado del ranking universitario. Y sí,
en esto de fabricar excusas sí que somos de los primeros.
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