martes, agosto 16, 2016

Seguimos en la tercera división universitaria

Nos gusta que nos den premios, pero no que nos examinen. Nos consideramos merecedores de ellos, pero no aceptamos que alguien nos confronte con otros y decida si, realmente, somos mejores o no. La oposición frontal que hay a las evaluaciones de la ESO y demás pruebas clasificatorias en la educación preuniversitaria es una constante en España, preguntes a quien preguntes, sin ser conscientes de que, si no nos examinan antes, lo harán después, y cuando más tarde sea la prueba, peor las consecuencias de no superarla. Pero nos da igual. Somos los mejores, y nuestros hijos, mucho mejores aún, Y que no lo discuta nadie.

Pero los exámenes existen. Y en el mundo universitario también. La Universidad de Shanghái elabora periódicamente un ranking global de universidades para determinar cuáles son las mejores y las no tan buenas. Siempre quedamos mal, muy mal en este estudio comparativo, que usa criterios como la presencia de premios Nobel entre el profesorado o la publicación de artículos en revistas prestigiosas. Los primeros puestos de la tabla, hasta el 100, son detallados, estando copados por las universidades norteamericanas en sus diez primeros, sólo dejando que Oxford y Cambridge se sitúen en ese top 10 como si fueran primas pequeñas de los grandes hermanos de EEUU. La primera universidad española, la Autónoma de Barcelona, aparece en el grupo sito entre el 150 y el 200. Sí, lo que han leído, sólo hay una universidad española entre las doscientas mejores del mundo, y empezando por la cola, no por la cabeza. Respecto a ediciones anteriores de este ranking, en términos globales, hemos empeorado, y mira que lo teníamos difícil. Nunca, repito, nunca, hemos tenido una universidad en el grupo de las cien primeras, y visto lo visto quizás no lleguemos jamás a ese registro. Se achaca a los recortes el bajo desempeño de las universidades patrias, y cierto es que no ayudan, pero antes de que se ejecutasen tampoco destacábamos en lo más mínimo. Nuestros movimientos en esa clasificación han sido cortos, escasos y sin llegar jamás a despuntar, hubiera presupuesto o no. El que dos facultades, la de Granada y la Pompeu Fabra, hayan subido de posición respecto al anterior baremo en época de estrecheces económicas demuestra que el presupuesto de gasto es condición necesaria, pero ni mucho menos suficiente, para hacer un buen trabajo y caminar hacia la excelencia. ¿Qué es lo que pasa? Es un asunto complicado, pero a mi entender lo fundamental es precisamente eso, que no buscamos la excelencia. Hemos convertido las universidades en depósitos muy locales, una por cada provincia como mínimo, de personas a las que aparcamos durante un tiempo para que no den problemas y obtengan unos títulos devaluados, con la esperanza de que luego se busquen la vida por ahí. Súmenle a eso el que la investigación, la innovación y la ciencia no se valoran en lo más mínimo en nuestra sociedad y es más que probable que el resultado sea el que describe este estudio de origen chino. En general los países que invierten recursos en ciencia e investigación y, sobre todo, creen en la ciencia y la investigación, obtienen buenos resultados. Los que hacemos inversiones cortas, escasas, con unas miras de corto plazo, y que son las primeras en ser eliminadas cuando las cosas van mal, no logramos otra cosa que resultados pobres. No es casualidad que Italia esté en una posición muy similar a la de España, nefasta, en este ranking. Nos parecemos mucho ambos países en lo que sí valoramos, lo que no y en lo que ponemos empeño.

Dice el profesor Luis Garicano que, si esta clasificación fuera de equipos de fútbol, hoy sería un día de drama para el país, y al hacer esta comparación da en el clavo, o en la dolorosa llaga, de ponernos delante del espejo y hacernos ver cuáles son realmente nuestras prioridades como sociedad. En otros países el deporte también es muy importante, como aquí, pero no es lo ÚNICO importante, no SÓLO importa el deporte, también otros factores. Aquí el deporte nos importa por encima de todo, y del resto pasamos olímpicamente, nunca mejor dicho. Verán a lo largo de esta semana muchas excusas para justificar el desastroso resultado del ranking universitario. Y sí, en esto de fabricar excusas sí que somos de los primeros.

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