viernes, agosto 18, 2017

El terror, en Barcelona

Demuestra Julian Barnes, en su espléndida novela “El sentido de un final” hasta qué punto no es fiable nuestra memoria, cómo hechos que guardamos en ella como reales hasta el extremo pueden ser falsos, meras imaginaciones. Lo mismo sucede con los testigos, que tantas veces creen presenciar u oír cosas que realmente no sucedieron. Durante varias horas de la horrorosa tarde de ayer un terrorista estaba atrincherado en un bar de Barcelona, y las fuerzas de seguridad negociaban su entrega. Por la noche supimos que ese episodio era falso, inexistente. Nunca tuvo lugar, pese a que, por mucho tiempo, todo el mundo lo dio por cierto, y no pocos lo atestiguaron.

Pese a ello, creo que uno de los testigos que presenció ayer el horror en Barcelona fue tan preciso como realista a la hora de definir lo que vio y vivió. Decía, en una comunicación sin imágenes, que la escena era como la de una cosechadora en un campo de maíces, en el que las personas, atropelladas por la furgoneta, salían disparadas como mazorcas, rotas, y se estrellaban después contra el suelo. Esa es la imagen del horror, encarnado ayer sobre la Plaza de Cataluña y el inicio de Las Ramblas en forma de furgoneta blanca que, cruel ironía, acabó detenida sobre un mosaico elaborado por Joan Miró. Una muestra de limpio y brillante arte mediterráneo mancillada por aquellos que sólo buscan oscuridad y muerte sea cual sea el mar cercano. El atentado terrorista de Barcelona, cuyo balance aún es provisional, deja por ahora trece muertos y casi un centenar de heridos, muchos de ellos de extrema gravedad. Las nacionalidades de las víctimas se pueden contar por decenas, y la futura repatriación de los cadáveres convertirá a este atentado en otro fenómeno de terror global que extenderá el dolor por medio mundo. A lo largo de la noche la actividad de los terroristas y de las fuerzas de seguridad ha seguido, y los Mossos han logrado abatir a cinco terroristas que pretendían causar otra matanza en el paseo de Cambrils, localidad costera de Tarragona, y hervidero de turistas no sólo durante estas fechas. Algo han logrado los malnacidos, causando seis heridos, uno de ellos de extrema gravedad. Este ataque nocturno, junto con la sospecha por parte de los Mossos de que la explosión de gas que tuvo lugar la noche del miércoles en Alcanar, Tarragona, hace pensar que no estamos ante un lobo solitario, ni mucho menos, sino ante toda una célula organizada que ha tramado estos atentados, quizás más. Algunas hipótesis de ayer por la noche, con las que hay que ser cautos, hablaban de que la explosión de gas de Alcanar tuvo lugar por manipulación de bombonas de butano. Quizás los terroristas planeasen un atentado con este material como explosivo y, tras el error cometido y el riesgo a ser descubiertos, aceleraran sus planes y decidieron atacar de una manera más chapucera pero, igualmente, letal. No se sabe con certeza. Ahora mismo tenemos tres escenarios del crimen, el tercero de ellos, el de Cambrils, apenas abierto hace tres horas, por lo que el trabajo que espera a los cuerpos de seguridad por delante es tan duro y difícil como uno sea capaz de imaginarse. Por ello, habrá que dar tiempo y tener paciencia para atar las piezas de este maldito puzle. No debemos olvidar que el conductor de la furgoneta sigue huido, sin que hasta este momento se tenga constancia alguna ni de su identidad ni, desde luego, paradero. Los dos detenidos lo están por el alquiler de las furgonetas utilizadas, una de ellas para la masacre, pero al parecer ni la persona conocida como arrestada ni la que falleció por disparos de los Mossos tras saltarse un control ayer por la tarde tienen relación con lo sucedido.


Una, cien, mil veces, he reiterado desde aquí y en todos los sitios en los que este tema ha surgido en conversaciones y debates, que la seguridad absoluta no existe. Que nuestras fuerzas de seguridad son de las mejores del mundo para combatir a estos desalmados, pero que aunque desarticulen una, diez o cien tramas, basta que una se les escape para que la desgracia llegue hasta lo más hondo de nuestros corazones. Y ayer, en Barcelona, los terroristas yihadistas lograron su objetivo. Mierda. Mi sentido pésame a los familiares de las víctimas, apoyo a los heridos, a los cuerpos de seguridad y a los sanitarios que se desviven para que todos se recuperen. Y Barcelona, como otras tantas ciudades en el pasado, hoy bañada en las lágrimas de todos nosotros.

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