Trabajar de corresponsal de prensa
en Washington es, ahora mismo, uno de los trabajos más estresantes del mundo,
dada la voracidad con la que las noticias son escupidas desde ese teórico lugar
de trabajo y presunta sede del poder mundial. Sólo los que desarrollan sus
actividades en ese complejo, a los mandos del desquiciado Trump, poseen un
nivel de tensión superior al de los periodistas. El consuelo que les queda a
estos trabajadores del gobierno es que sus contratos tienden a ser tan estables
como los de la hostelería en el verano hispánico, y eso para los más
afortunados, porque algunos no han llegado ni a las dos semanas de permanencia
al frente de sus elevadísimas responsabilidades.
El
cese ayer por la tarde de Anthony Scaramucci como director de comunicación
fue el colmo del cachondeo global y la última prueba del caos total que reina
en el gabinete Trump y, por ende, en el gobierno de los EEUU. Diez días ha
durado en su puesto este personaje, originario de Wall Street, de pasado
volátil, sin experiencia política, y que fue nombrado por Trump para poner
orden en un departamento de comunicación que hacía aguas. Nada más llegar
dimitió Sean Spicer, el que desde la llegada del magnate al poder era la cara
visible en las ruedas de prensa que tanto vemos en televisión, y que Spicer
había transformado en altavoz de insultos a los enemigos (todos) de Trump.
Scaramucci llegó fuerte, con una entrevista al New Yorker en la que calificaba
a Rence Priebus, jefe de gabinete de Trump y segundo poder en el complejo
presidencial, de ser un “jodido esquizofrénico paranoide” y de ser una fuente
de filtraciones a la prensa que minaban la autoridad e imagen de Trump, mostrando
así el recién llegado una vena diplomática de primera categoría. Y preguntado
sobre su opinión sobre Steve Bannon, el gurú ultra ideológico de Trump, dijo
que, al contrario que Bannon, él no trataba de chupársela constantemente a sí
mismo. Política de primera división, sí. A los dos días de llegar Scaramucci el
que dimitió fue Priebus, no se sabe si por esquizofrénico o paranoide, pero es
seguro que desde que llegó el nuevo se vio a sí mismo muy “jodido”. Para suplir
a este cargo, reitero, el segundo en importancia en la Casa Blanca, con acceso
directo al presidente y enorme poder real, Trump escogió a otro militar,
general retirado de cuatro estrellas John Kelly, aumentando así la nómina de
los uniformados que ocupan puestos de relevancia en el gabinete y estructuras
de poder en EEUU, algo que no deja de llamar la atención y generar suspicacias,
cuando no temores. Parece que la primera decisión de Kelly ha sido la de
cargarse a Scaramucci, que quizás haya batido el récord de permanencia mínima
en un gabinete norteamericano, y sale de él con una imagen enfangada y múltiples
enemigos creados en diversos frentes. Será muy jugosa su primera entrevista
tras el cese, pero después va a tener que ingeniárselas para reconstruir su
carrera, tocada además en lo personal dado que su mujer le ha solicitado el
divorcio a lo largo de estas frenéticas jornadas. Y luego dicen que los
rockeros, moteros y miembros de bandas urbanas tienen vidas agitadas. Lo que ha
vivido Scaramucci en menos de dos semanas no lo hubiera imaginado ningún guionista
de televisión, y el baile de nombres, cargos y responsabilidades de estos días
deja más cadáveres políticos que una temporada de Juego de Tronos. Lo sigo
diciendo, ni la más alocada ficción puede competir con la locura de la realidad
Trump.
Más allá de los chistes y las
bromas que ha circulado tras este último episodio, lo que subyace es la
inestabilidad, el caos y el desgobierno en la primera potencia mundial. Trump
da cada día motivos para estar más alarmado ante su manifiesta incapacidad de
gestionar y de generar equipos. Cada volantazo de estas dimensiones hunde más
el prestigio del poder norteamericano y el simbolismo de su presidencia, y
avergüenza a propios y extraños. Cada día de Trump al frente del poder es un
golpe a la estabilidad de EEUU y, por ende, del resto del mundo. ¿Cuántos
golpes más podrá aguantar la democracia norteamericana antes de resultar
herida? Qué desastre más absoluto.
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