lunes, enero 08, 2018

Atascazo por la nieve en Reyes

Y mira que estaba avisada la nevada. Desde hace varios días los meteorólogos no hacían nada más que decir que se acercaba un temporal de invierno de los de toda la vida, y que todo el mundo estuviera precavido. La reacción de muchos de los de mi entorno ante este y otros aviso suele ser la de “ya están metiendo miedo otra vez los del tiempo” y, por lo visto, sus recomendaciones entran por un oído a los ciudadanos y, también, a los encargados de la seguridad y gestión de autopistas y autovías, sean estas de peaje o no. Lo malo es que, si son de peaje, se añade la frustración de haber pagado antes de llegar al caos, en vez de encontrárselo “gratis”. Hoy muchos debieran disculparse ante AEMET y los del tiempo.

Y al final, si uno lo mira con perspectiva, ha habido suerte, porque la situación que se vivió en la noche del sábado al domingo era potencialmente muy peligrosa. Miles de personas atrapadas en un monumental atasco en la AP-6 en medio de una ventisca invernal de cuidado, con temperaturas extremas y nieve por todas partes, sin poder ir a ninguna parte y sin opción a salir de sus coches, estuvieran como estuviesen, con depósitos llenos o vacíos, con o sin comida. Las escenas que vimos a lo largo de ayer, con los militares de la UME rescatando a viajeros, familias y enseres, desbloqueando vehículos y permitiendo que coches modernos fueran algo más que balsas varadas en medio de la nieve son muy similares a las vistas en años anteriores, bajo gobiernos anteriores, y bajo situaciones similares. Y eso nos debe hacer reflexionar a todos, conductores individuales y gestores de tráfico, públicos y privados, que somos los responsables de lo que pasa en nuestras vías. ¿Cuántos de los conductores que estaban en el atasco llevaban cadenas, forros para sus ruedas o equipamiento invernal? ¿Cuántos saben ponerlas? Sería interesante conocer datos al respecto, lo mismo que saber qué hacía la DGT y los medios públicos y privados durante la tarde del sábado, a medida que la nieve caía y la situación se complicaba, en los momentos en los que aún era posible mantener el control de la situación. ¿Se actuó con diligencia y cuando se debió hacer? ¿se intervino tarde? ¿fue la tardanza la causa del caos? En esta ocasión nadie puede echar la culpa a unas previsiones que, desde tiempo atrás, venían advirtiendo de la que se acercaba, y no es la primera vez que la AP-6 se convierte en una ratonera por la nieve. Todos sabemos que la gestión del tráfico es complicada y que, cuando el volumen de tráfico crece, se vice siempre en un inestable equilibrio que, apenas un par de sucesos aislados, puede convertir en un caos. Dense unos cuantos frenazos y acelerones sin sentido en una autovía con tráfico muy denso y el efecto rebote que eso produce hacia atrás generará un parón algunos kilómetros antes, sin que sea posible saber cuáles han sido las causas del mismo. Con la nieve los problemas crecen, y el cruce accidental de algunos vehículos es más que suficiente para organizar el gran tapón. Prohibir circular a los pesados y hacer convoyes tras los quitanieves suelen ser algunas de las medidas que se adoptan cuando la situación se pone muy seria, y se deben poner en marcha antes de que la nevada sea dura, porque entonces muy pocas cosas son realmente útiles. Por eso es fundamental saber cuándo se puso en marcha el dispositivo especial en la AP-6 y cuándo se debió poner en realidad, y ver si ahí está una de las causas del problema. Con el tapón formado, los coches bloqueados y la nieve arreciando el asunto pasa del tráfico a ser un tema de protección civil y rescate, y ahí la UME se ha portado de una manera ejemplar en un entorno de dificultad extrema.


Políticamente, tanto PP como PSOE han fracasado ante la nieve, y de las acusaciones que realizó el PP en su momento contra la gestión del PSOE vienen ahora las críticas del resto de partidos al PP gobernante. Lo trascendente sería saber si hemos aprendido algo de todo esto, y la respuesta más probable es que no. Creo que disponemos de los medios adecuados ante los temporales de invierno, tanto en maquinaria como en personal, que son esporádicos y nada tienen que ver con las olas de frío que asolan de vez en cuando Europa y EEUU, pero la coordinación de los mismos y su empleo parecen ser manifiestamente mejorables. Y los conductores, algunos obligados, otros viajeros por placer, también tienen su parte de culpa en todo esto. No la principal, pero algo sí. Como no aprendamos todos repetiremos una y otra vez escenas como las de este fin de semana, que eran de pesadilla.

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