jueves, enero 11, 2018

Qué esperar de Trump en 2018: Más fuego y furia

Ya les anticipo la respuesta. Cualquier cosa. La capacidad del personaje de producir noticias, a cada cual más esperpéntica e infame, resulta agotadora. Imagino que los periodistas que siguen la actualidad en Washington y los corresponsales extranjeros deben estar entre los mayores consumidores de tranquilizantes y otro tipo de sustancias, presuntamente relajantes. Día tras día polémicas nuevas y siempre turbias llenan la crónica de una Casa nada Blanca que se ha convertido en fuente de inestabilidad global, llevando a los EEUU a ser un problema en el antes denominado mundo libre, que era liderado por esa nación. Cosas veredes, amigo Sancho.

El inicio del año ha estado marcado por la publicación de Fuego y furia, libro escrito por el periodista Michael Wolff, en el que se cuentan algunos aspectos desconocidos de la vida diaria del personaje y su entorno, y el caos que reina en el presunto gobierno federal. Realmente nada de lo que se ha revelado del libro de Wolff resulta sorprendente. Si nos dijera que Trump, antes de dormirse, lee en la cama novelas buenas o ensayos relumbrantes, si nos dijera que lee, hubiera sido una revelación que nos habría dejado atónitos. Imagínense que Wolff revela que Trump posee momentos de lucidez en los que escucha a sus asesores y valora sus opiniones, se deja aconsejar, medita y sopesa las decisiones que toma, sería algo asombroso. Pero no, nada de eso. El libro de Woff no cuenta nada que no sepamos o se intuya, y también por eso tiene un valor relevante, porque pone negro sobre blanco y de manera ordenada, el decrépito estilo de vida y gobierno que se ha instalado en la Casa Blanca. El libro cuenta con las confidencias del otrora gran asesor Steve Bannon, líder poderoso de la derecha extrema y fabricante de bulos y mentiras a través de su portal breitbart news, que ni se lo enlazo para no darle una visita de más. Bannon cayó en desgracia hace unos meses y el libro, en cierto modo, es su venganza personal. Tras la publicación, y las amenazas de querella y pérdida de apoyos financieros por parte del entorno presidencial, Bannon ha reculado y dicho que lamenta que hayan salido a la luz algunas de las cosas que se mencionan en el texto, lo que añade la cobardía a las muchas facetas rastreras que caracterizan su comportamiento. Bannon, pero no sólo él, han calibrado mal el poder de la presidencia, la capacidad de influencia que se posee desde la cumbre del poder político, y cómo las alianzas que se tejen en torno a ese puesto, y las regalías que se esperan obtener, hacen que fuera de ese entorno el frío sea intenso. Desde hace meses, apenas semanas después de la investidura circense de Trump, venimos oyendo rumores de su pronta destitución, pero ya ha pasado un año desde la elección y la posición del presidente no se tambalea, a pesar de escándalos como el del libro. Ahora mismo el partido republicano es, sobre todo por interés propio, una piña en torno a ese personaje, y le defiende a muerte, sabedor de que presupuesto y cargos dependen de los caprichos del niño color zanahoria. Dos son las grandes sombras, conocidas y previsibles, que penden sobre el futuro político de Trump. Una,a corto plazo, es la investigación sobre la trama rusa que desarrolla el fiscal Mueller, que puede acabar derivando en un proceso real de destitución en la presidencia. La otra son las elecciones a mitad de término de noviembre, donde se renuevan parte de las cámaras, y un mal resultado republicano puede hacerles perder el control del senado, que ahora mantienen por apenas un par de escaños. Eso podría bloquear muchas de las medidas presidenciales.


Aunque, no nos engañemos, a Trump no le importa nada de nada. Ya se encargará de manipular, violar el espíritu de la norma y arrastrar por el fango la democracia americana con tal de garantizarse el poder y, desde luego, el mayor de los negocios. Como bien reflejó Rubén Amón en su crónica de hace unos días, Trump es lo que parece, ni más ni menos. El poder no lo ha amansado, porque nada puede cambiar a estas alturas la personalidad de un sujeto como él, y más nos vale que vayamos acostumbrándonos a soportar el dolor que producen sus decisiones, y desarrollar una hábil política de contención de daños por las nefastas consecuencias de sus actos. De momento la bolsa sube y el ciclo crece. Que no vire, que aguante, que no haya una crisis y nos pille con semejante personaje al frente de la sala de mandos.

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