jueves, enero 04, 2018

Diana Quer y los medios de comunicación

A veces la Navidad es época de escasas noticias, de ensimismamiento y continuo repaso a las tradiciones, aderezadas con datos de ventas que, sea cual sea la época referida, suponen hasta un tercio de la facturación en el año. Si suman ustedes todos los tercios que se mencionan en cada época del ejercicio obtendrán que en un año se vende como en cuatro. Sin embargo, en estas navidades, la noticia que lo ha llenado todo ha sido la de la detención del asesino de Diana Quer, esa pobre chavala que desapareció hace año y medio en unas vacaciones en un pueblo de la costa gallega y que, al final, fue asesinada por un sujeto despreciable a pocos kilómetros de donde descansaba y disfrutaba de la vida.

No me gustan este tipo de noticias, ni les hago especial seguimiento. Poco más se me ocurre, al ver la crónica de sucesos de cada día, que dar las condolencias a las familias afectadas y desear la pronta resolución de los casos, pero hoy quiero hacer un repaso a los medios de comunicación que, en el caso de Diana Quer, han dado una nueva lección de lo que no se debe hacer. No es justo generalizar, y por ello no todos se ven afectados, pero es evidente que hay un grupo de programas, especialmente los de la mañana en televisión, que viven del morbo, lo alientan y explotan hasta más allá de la náusea. El objetivo de estos programas, y de todos los que practican eso que ellos llaman periodismo, que no lo es, no es sino engordar sus cifras de facturación, basadas en la publicidad que emiten, y por ello no dudan hacer lo que sea para engordarlas, para aumentar el ruido en torno a los casos. Si la cosa se apaga, no importa, inventaremos rumores que permitan estirar el chicle del asunto todo lo que se pueda, y si son falsos mejor, porque nadie nos los podrá argumentar. En un mundo de noticias políticas falsas estos medios llevan mucho más tiempo que ninguno alentando una realidad paralela, basada en la explotación de la desgracia ajena. Los familiares de Diana Quer han tenido que escuchar, a lo largo de los quinientos días transcurridos, de todo, y nada bueno, que sin duda ha contribuido a aumentar aún más su desgracia. Padre, madre y hermanas han visto cómo sus nombres eran arrastrados por lo más sórdido de las televisiones y webs, vinculándolos con la desaparición de la chica, culpabilizándoles en parte, cuando no acusándoles directamente de comportamientos retorcidos o dolosos. Pónganse en la pile de uno de esos familiares, que asiste al desgarrador sentimiento de pérdida de una hija o hermana, y que ve como por la tele se habla de la familia como si fuera un nido de conspiradores. No ya un mínimo de empatía o silencio ante la tragedia que se vive, no, sino todo lo contrario, la búsqueda del dolor más exacerbado, el remover la mierda con tal de encontrar dinero debajo de grandes titulares que sólo llevaban mentira impresa en sus grandes letras, o en testimonios exclusivos y entrevistas simuladas que arrastraban la imagen de quienes las desarrollaban (interpretaban habría que decir dado que eran puro teatro) a lo más oscuro de una profesión, la periodística, que como todas las que tocan el poder, puede cometer el mayor de los errores de ser mal utilizada. Diana fue asesinada por un sujeto nauseabundo que, paseando por su coche, quiso violarla. Que la vio en ese momento por primera vez en su vida, y su rostro fue lo último que esa pobre chica pudo ver. Ahora sus padres y hermanas podrán enterrar su cuerpo, saber quién es el culpable, esperar un juicio justo y descansar. Y llorar.


Pero no se preocupen, que el circo sigue. Para muchos de estos medios se ha aparecido un ángel en forma de resolución del caso, les ha tocado el gordo después de la Navidad. Especiales informativos, testimonios en exclusiva, seguimiento intensivo desde el momento de la autopsia del cadáver hasta el juicio, sea cuando sea… más de uno habrá hecho las cuentas de cuánto dinero va a ganar en esta segunda parte del caso de Diana Quer después de los muchos euros amasados en la primera. Es demencial. La única manera de parar esta dinámica perversa, que no es apelar a la ética de unos sujetos que carecen de ella, es no ver esos programas, no leer esos medios, no clicar (ahora que la RAE deja escribirlo) en esas webs. Que no ganen dinero es lo único que puede frenarles.

No hay comentarios: