A
veces la Navidad es época de escasas noticias, de ensimismamiento y continuo
repaso a las tradiciones, aderezadas con datos de ventas que, sea cual sea la
época referida, suponen hasta un tercio de la facturación en el año. Si suman
ustedes todos los tercios que se mencionan en cada época del ejercicio obtendrán
que en un año se vende como en cuatro. Sin
embargo, en estas navidades, la noticia que lo ha llenado todo ha sido la de la
detención del asesino de Diana Quer, esa pobre chavala que desapareció hace
año y medio en unas vacaciones en un pueblo de la costa gallega y que, al
final, fue asesinada por un sujeto despreciable a pocos kilómetros de donde
descansaba y disfrutaba de la vida.
No
me gustan este tipo de noticias, ni les hago especial seguimiento. Poco más se
me ocurre, al ver la crónica de sucesos de cada día, que dar las condolencias a
las familias afectadas y desear la pronta resolución de los casos, pero hoy
quiero hacer un repaso a los medios de comunicación que, en el caso de Diana
Quer, han dado una nueva lección de lo que no se debe hacer. No es justo
generalizar, y por ello no todos se ven afectados, pero es evidente que hay un
grupo de programas, especialmente los de la mañana en televisión, que viven del
morbo, lo alientan y explotan hasta más allá de la náusea. El objetivo de estos
programas, y de todos los que practican eso que ellos llaman periodismo, que no
lo es, no es sino engordar sus cifras de facturación, basadas en la publicidad
que emiten, y por ello no dudan hacer lo que sea para engordarlas, para
aumentar el ruido en torno a los casos. Si la cosa se apaga, no importa,
inventaremos rumores que permitan estirar el chicle del asunto todo lo que se
pueda, y si son falsos mejor, porque nadie nos los podrá argumentar. En un
mundo de noticias políticas falsas estos medios llevan mucho más tiempo que
ninguno alentando una realidad paralela, basada en la explotación de la
desgracia ajena. Los familiares de Diana Quer han tenido que escuchar, a lo
largo de los quinientos días transcurridos, de todo, y nada bueno, que sin duda
ha contribuido a aumentar aún más su desgracia. Padre, madre y hermanas han
visto cómo sus nombres eran arrastrados por lo más sórdido de las televisiones
y webs, vinculándolos con la desaparición de la chica, culpabilizándoles en
parte, cuando no acusándoles directamente de comportamientos retorcidos o
dolosos. Pónganse en la pile de uno de esos familiares, que asiste al
desgarrador sentimiento de pérdida de una hija o hermana, y que ve como por la
tele se habla de la familia como si fuera un nido de conspiradores. No ya un
mínimo de empatía o silencio ante la tragedia que se vive, no, sino todo lo
contrario, la búsqueda del dolor más exacerbado, el remover la mierda con tal
de encontrar dinero debajo de grandes titulares que sólo llevaban mentira
impresa en sus grandes letras, o en testimonios exclusivos y entrevistas
simuladas que arrastraban la imagen de quienes las desarrollaban (interpretaban
habría que decir dado que eran puro teatro) a lo más oscuro de una profesión,
la periodística, que como todas las que tocan el poder, puede cometer el mayor
de los errores de ser mal utilizada. Diana fue asesinada por un sujeto
nauseabundo que, paseando por su coche, quiso violarla. Que la vio en ese
momento por primera vez en su vida, y su rostro fue lo último que esa pobre
chica pudo ver. Ahora sus padres y hermanas podrán enterrar su cuerpo, saber
quién es el culpable, esperar un juicio justo y descansar. Y llorar.
Pero
no se preocupen, que el circo sigue. Para muchos de estos medios se ha
aparecido un ángel en forma de resolución del caso, les ha tocado el gordo
después de la Navidad. Especiales informativos, testimonios en exclusiva,
seguimiento intensivo desde el momento de la autopsia del cadáver hasta el
juicio, sea cuando sea… más de uno habrá hecho las cuentas de cuánto dinero va
a ganar en esta segunda parte del caso de Diana Quer después de los muchos
euros amasados en la primera. Es demencial. La única manera de parar esta
dinámica perversa, que no es apelar a la ética de unos sujetos que carecen de
ella, es no ver esos programas, no leer esos medios, no clicar (ahora que la
RAE deja escribirlo) en esas webs. Que no ganen dinero es lo único que puede
frenarles.
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