jueves, enero 18, 2018

Tregua olímpica en Corea

Este año, en un mes, se celebran los Juego s Olímpicos de invierno en la localidad surcoreana de PyeongChang. Supongo que no es casualidad que ese toponímico sea tan parecido a Pyongyang, la capital de Corea del Norte, lo que indica la similitud que existe, de fondo, entre ambas coreas. Lo mismo podría pensar un extranjero al llegar a España y ver en el mapa las provincias de Palencia y Valencia, una sola letra de diferencia, que causa confusiones lingüísticas a propios y extraños. Aquí no hay frontera que mantenga separados a las dos “alencia” pero allí sí. Y desde hace muchas décadas, y con un férreo control para evitar su traspaso.

La noticia de que las dos Coreas desfilarán bajo una bandera conjunta en esos juegos de invierno es positiva, e introduce un matiz de distensión en una península en la que se acumulan demasiados odios, influencia y armamento como para estar tranquilos. Pero no les voy a negar que es un acuerdo que me ha extrañado mucho. Venimos de meses de alta tensión que no deja de crecer entre Corea del Norte y EEUU a cuenta de los, exitosos, programas nucleares y armamentísticos de la dictadura Kim, y las bravatas entre los dos presuntos líderes no han dejado de crecer, mostrando el infantilismo de ambos, su complejo por el tamaño de las cosas y, desde luego, al aparente imprudencia que domina sus actos. Y tras eso, unas declaraciones raras, valga la redundancia, de Trump, en las que se muestra simpático con el dictador Kim, nada que ver con las alusiones al pequeño hombre cohete que le suelta cada dos por tres, y luego este acuerdo deportivo. Conocido es que el actual gobierno de Corea del Sur desea una relación amistosa con su vecino y es más partidario de la negociación que de la pose intimidatoria, pero ¿esconde este acuerdo deportivo algún movimiento de fondo? Ayer mismo Trump, en una nueva vuelta a la política del palo, acusó a Rusia de estar colaborando con Corea del Norte para que el régimen pueda eludir las sanciones económicas impuestas desde la ONU y otros organismos. ¿Existe alguna estrategia de fondo en este vaivén de declaraciones y poses? ¿está acordado que algunos actores van a hacer de malos y otros de buenos? ¿se juega con un plan a largo plazo en el que la negociación con Corea del Norte está encima de la mesa? No lo se. Lo único seguro es que las demostraciones nucleares de 2017 han convertido a Corea del Norte en una potencia nuclear de primera categoría, y sus capacidades balísticas ya no se toman a cachondeo en ninguna cancillería ni servicio de estudios. La estrategia que, al parecer, buscaba Kim, puede empezarle a funcionar. Convertirse en algo tan peligroso para el resto del mundo que le otorgue la credibilidad necesaria como para ser tratado como uno de los grandes, infundiendo miedo y respeto. Eludir así el escenario iraquí o libio, en el que la flagrante ausencia de armas de destrucción masiva convirtió a sus regímenes en eliminables por parte de fuerzas internacionales. La bomba y todos sus aparatos asociados se han convertido, a sabiendas, en la garantía de pervivencia del régimen, y en teoría, cuanto más tiempo pase y mayores sean las capacidades militares norcoreanas en el campo nuclear y balístico, más segura será la posición del gordito Kim, inexpugnable su país y respetado su régimen. Que eso supongo que la mayoría de los norcoreanos se mueran de hambre y, desde luego, vivan sometidos al yugo de una de las dictaduras más atroces y paranoicas imaginables es algo que se da por sentado y, desengáñese, no le importa a nadie. La “real politik” en pleno y triste apogeo.


Esta situación de equilibrio estratégico, del terror como se denominaba en la época de la guerra fría, tiene sus evidentes riesgos. Un colapso económico del régimen es factible, un accidente utilizando alguna de sus armas sería devastador y, desde luego, la tentación de atacar por parte de EEUU pensando que, frente a lo que sucedía en la guerra fría, estaríamos ante un conflicto local, no global. Ese pensamiento puede ser muy equivocado, porque China tiene mucho que decir en todo esto, y de momento no se sabe qué opina de los últimos movimientos. Por tanto, puede que algo se esté moviendo en el tablero coreano, pero no tengo manera de saber si es así o no. De momento la olimpiada rebaja la tensión y complica el trabajo de los comentaristas deportivos al citar la localidad en la que se celebra. Veremos a ver en qué queda todo.

No hay comentarios: