Este
año, en un mes, se celebran los Juego s Olímpicos de invierno en la localidad
surcoreana de PyeongChang. Supongo que no es casualidad que ese toponímico sea
tan parecido a Pyongyang, la capital de Corea del Norte, lo que indica la
similitud que existe, de fondo, entre ambas coreas. Lo mismo podría pensar un
extranjero al llegar a España y ver en el mapa las provincias de Palencia y
Valencia, una sola letra de diferencia, que causa confusiones lingüísticas a
propios y extraños. Aquí no hay frontera que mantenga separados a las dos “alencia”
pero allí sí. Y desde hace muchas décadas, y con un férreo control para evitar
su traspaso.
La
noticia de que las dos Coreas desfilarán bajo una bandera conjunta en esos
juegos de invierno es positiva, e introduce un matiz de distensión en una
península en la que se acumulan demasiados odios, influencia y armamento como
para estar tranquilos. Pero no les voy a negar que es un acuerdo que me ha
extrañado mucho. Venimos de meses de alta tensión que no deja de crecer entre
Corea del Norte y EEUU a cuenta de los, exitosos, programas nucleares y
armamentísticos de la dictadura Kim, y las bravatas entre los dos presuntos
líderes no han dejado de crecer, mostrando el infantilismo de ambos, su
complejo por el tamaño de las cosas y, desde luego, al aparente imprudencia que
domina sus actos. Y tras eso, unas declaraciones raras, valga la redundancia,
de Trump, en las que se muestra simpático con el dictador Kim, nada que ver con
las alusiones al pequeño hombre cohete que le suelta cada dos por tres, y luego
este acuerdo deportivo. Conocido es que el actual gobierno de Corea del Sur
desea una relación amistosa con su vecino y es más partidario de la negociación
que de la pose intimidatoria, pero ¿esconde este acuerdo deportivo algún movimiento
de fondo? Ayer
mismo Trump, en una nueva vuelta a la política del palo, acusó a Rusia de estar
colaborando con Corea del Norte para que el régimen pueda eludir las sanciones
económicas impuestas desde la ONU y otros organismos. ¿Existe alguna
estrategia de fondo en este vaivén de declaraciones y poses? ¿está acordado que
algunos actores van a hacer de malos y otros de buenos? ¿se juega con un plan a
largo plazo en el que la negociación con Corea del Norte está encima de la
mesa? No lo se. Lo único seguro es que las demostraciones nucleares de 2017 han
convertido a Corea del Norte en una potencia nuclear de primera categoría, y
sus capacidades balísticas ya no se toman a cachondeo en ninguna cancillería ni
servicio de estudios. La estrategia que, al parecer, buscaba Kim, puede
empezarle a funcionar. Convertirse en algo tan peligroso para el resto del
mundo que le otorgue la credibilidad necesaria como para ser tratado como uno
de los grandes, infundiendo miedo y respeto. Eludir así el escenario iraquí o
libio, en el que la flagrante ausencia de armas de destrucción masiva convirtió
a sus regímenes en eliminables por parte de fuerzas internacionales. La bomba y
todos sus aparatos asociados se han convertido, a sabiendas, en la garantía de
pervivencia del régimen, y en teoría, cuanto más tiempo pase y mayores sean las
capacidades militares norcoreanas en el campo nuclear y balístico, más segura
será la posición del gordito Kim, inexpugnable su país y respetado su régimen.
Que eso supongo que la mayoría de los norcoreanos se mueran de hambre y, desde
luego, vivan sometidos al yugo de una de las dictaduras más atroces y
paranoicas imaginables es algo que se da por sentado y, desengáñese, no le
importa a nadie. La “real politik” en pleno y triste apogeo.
Esta
situación de equilibrio estratégico, del terror como se denominaba en la época
de la guerra fría, tiene sus evidentes riesgos. Un colapso económico del
régimen es factible, un accidente utilizando alguna de sus armas sería
devastador y, desde luego, la tentación de atacar por parte de EEUU pensando
que, frente a lo que sucedía en la guerra fría, estaríamos ante un conflicto
local, no global. Ese pensamiento puede ser muy equivocado, porque China tiene
mucho que decir en todo esto, y de momento no se sabe qué opina de los últimos
movimientos. Por tanto, puede que algo se esté moviendo en el tablero coreano,
pero no tengo manera de saber si es así o no. De momento la olimpiada rebaja la
tensión y complica el trabajo de los comentaristas deportivos al citar la
localidad en la que se celebra. Veremos a ver en qué queda todo.
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