jueves, enero 10, 2019

EEUU quiere largarse de Siria


Hemos tomado como normal que decisiones de enorme importancia se anuncien mediante tuits, mensajitos en esa red social del pajarito, que tiene muchos valores, pero que no es el foro adecuado para demasiadas cosas. Se levanta Trump por la mañana, escribe en la red y el mundo se convulsiona. A finales de diciembre anunció que retirará a sus tropas de Siria, una vez que la batalla contra DESH está ganada y el yihadismo derrotado. Como cuando su antecesor Bush hijo dio por ganada la guerra de desde un portaaviones, nada de eso es cierto, pero qué más da, y menos aún le importa a un sujeto como Trump. Esta decisión causó conmoción entre los aliados de EEUU ye n el seno del propio gobierno norteamericano, y colmó la paciencia de Mattis, secretario de defensa, que renunció a su cargo en medio de la decepción global.

Como pasa muchas veces, en más importante el significado de la decisión que los efectos prácticos de la misma. Las tropas que, oficialmente, posee EEUU en el avispero sirio no llegan más allá de los dos mil efectivos, por lo que el papel que han desempeñado en esta guerra es realmente escaso. Obviamente no se sabe cuántos efectivos poseen los norteamericanos sobre el terreno realizando funciones de otro tipo, y pensemos ahí en el espionaje, contrainsurgencia, logística y demás labores poco vistosas pero muy importantes. En todo caso, los años de guerra en Siria han mostrado que EEUU es un actor secundario en este conflicto y que ha actuado, como en muchas guerras modernas, vía proxy, es decir, representado por fuerzas locales, especialmente los kurdos. Lo trascendente del anuncio de Trump es la reiterada sensación de retirada, de abandono, de los EEUU de ese escenario, de otro escenario más, y la entrega del mismo a las fuerzas rusas, qué casualidad. Rusia se implicó en la guerra siria hace ya algunos años de manera muy decidida, sin contemplaciones ni complejos, y la ha ganado, permitiendo que Al Asad siga en el poder en Damasco, y reine sobre las ruinas de su país, y los restos moribundos de sus habitantes. El contubernio ruso iraní se ha hecho con el poder en Siria y es el calor triunfador de este combate, y el papel de EEUU en la zona se ha ido reduciendo paulatinamente a medida que los cazas rusos bombardeaban sin piedad todas las posiciones conocidas, fuera quien fuese el que las ocupase. La decisión de Trump es un regalo a su querido amigo Putin, que tiene el campo libre para extender y consolidar su influencia en la zona, y supone el completo abandono de las fuerzas kurdas, que han obtenido respaldo y aliento por parte de un Washington que, como ayer les comentaba, deja de ser fiable para convertirse en un agente veleta, de poco fuste y nula estrategia de largo plazo. Muchos han sido los kurdos que han muerto en la lucha contra los islamistas de DAESH y, también, contra las fuerzas del dictador Asad, y ahora se encuentran con que su aliado les abandona y que tanto el gobierno de Damasco como el siempre opuesto régimen turco de Ankara pueden actuar en su contra, sin que nadie en la esfera internacional les respalde. El negocio que han hecho las fuerzas kurdas no ha podido ser más desastroso. Ante esta evidencia muchas han sido las voces críticas en Washington que han tratado de virar la postura de un Trump que en este caso se ha mostrado claramente como un agente proruso, peor claro, una vez que has expuesto tus intenciones y dejas al descubierto tus debilidades, difícilmente volverás a una posición de poder que te de respetabilidad. El desplante de Erodogan al enviado norteamericano a Ankara es una buena muestra de cómo EEUU ha tirado por la borda su papel en la zona, en una actuación estratégica indigna de su poderío, absurda en su resultado y humillante para todos sus aliados.

Aunque no la miremos cada día, la guerra de Siria va ya por su octavo año y parece encaminarse al final con el resultado de la victoria de Asad y la ruina completa de la nación. El número de muertos se estima en unos cuatrocientos mil, aunque es realmente difícil dar cifras exactas. Son varios los millones de habitantes que han huido de esa guerra y el destrozo ha hecho retroceder al país a una versión medieval en el mejor de los casos. La influencia chií y rusa es amplia y DAESH, muy debilitado, es apenas una sombra de lo que llegó a ser, pero persisten reductos que pueden ser capaces de avivar su llama si no se mantiene la lucha contra ellos. Todas las guerras son tristes y deprimentes, pero la de Siria lo es especialmente. Ya sólo nos queda ver cómo Asad es recibido con honores en muchas cancillerías para sentir el sabor amargo de la humillación en una de sus más letales dosis.

No hay comentarios: