miércoles, enero 30, 2019

Nadie se cree el déficit del presupuesto


Ha sido la AIREF la última institución que ha denunciado que el actual proyecto de presupuestos posee una estimación de gastos muy certera y una previsión de ingresos muy inflada, y que el objetivo de déficit en ellos señalado, del 1,3% es un mero número impreso en un papel, pero que no va a convertirse en realidad de ninguna manera. Lo mismo dijo el Banco de España hace unos pocos días y la propia Comisión Europea empieza a dar por seguro lo que todos sabemos, que esas cuentas no cuadran, que ingresos y gastos van a desviarse mucho más de lo que en ellas se prevé y que la maldita cifra del déficit no va a dejar de crecer mucho más de lo que se pactó entre Madrid y Bruselas, para mayor dolor de nuestros bolsillos.

Se ampara el equipo de Sánchez en que se ha sujetado al déficit de los anteriores presupuestos de Rajoy, tras el veto definitivo del senado al nuevo techo de gasto, para presentarse como guardián de la ortodoxia y, si acaso, justificar un frenazo en el crecimiento de este año por esa menor capacidad de endeudamiento del estado, derivada de un déficit más contenido. Como argucia no es mala, pero es tan falsa como cualquier otra. El proyecto presupuestario se basa en el supuesto, irreal, de que la economía siga creciendo a tasas muy altas y que las nuevas figuras impositivas creadas no resten nada al crecimiento esperado, con lo que la recaudación sería de récord. Lo que no depende tanto del ciclo, que son las promesas de gasto, sí que son seguras, empezando por la subida de las pensiones al indiciarlas al IPC, lo que va a generar un (aún más) abultado déficit a la Seguridad Social. ¿Cómo disimularlo? Haciendo lo que han hecho gobiernos anteriores, desvinculando el déficit de la Seguridad Social del déficit del estado, poniéndolos en dos cuentas separadas, como si uno fuese una persona y el otro un ectoplasma propio de mundos paralelos. Al final todo es caja del estado, todo se saca del mismo lado y todo se tiene que pagar de la misma manera, pero estas trampas contables permiten ir tirando y, sobre todo, que no parezca que las cifras son tan preocupantes como son. En el fondo Sánchez ha hecho unos presupuestos bastante continuistas de los que elaboraba Rajoy, que desde los de 2014 no han hecho otra cosa que vivir del ciclo económico. Con un capítulo de inversiones muy menguado, partidas como las pensiones, sueldos públicos, transferencias a las CCAA y pago de intereses de la deuda se comen la inmensa mayoría del gasto disponible, con unos ingresos que se derivan de figuras muy necesitadas de reformas y modernización, pero que nunca son revisadas. Al calor de la recuperación económica el IRPF, IVA y, en menor medida, sociedades, empezaron a rentar mucho al equipo de Montoro. Tal como están diseñados sobrereaccionan al ciclo, cayendo o subiendo su recaudación mucho más de lo que lo hace la economía en su momento, y con tasas de PIB crecientes no había incentivo alguno a tocarlos por parte del equipo del PP. El PSOE ha hecho más o menos lo mismo, creando nuevas figuras y, sobre todo, disparando las partidas de gasto. Lo fía todo al ciclo justo cuando parece que empieza a soplar viento de cara y las expansiones del PIB superiores al 3% se han dejado bastante atrás. Nunca el gobierno del PP cumplió con el objetivo de déficit y desde luego no lo va a hace ahora el PSOE. Si el ritmo de aumento de la deuda es menor que el del PIB, el ratio deuda PIB irá cayendo, y eso es lo que ha permitido que a lo largo del último par o tres años no hayamos franqueado la barrera del 100% en ese cociente, pero es bastante probable que en 2019 ambos ritmos de crecimiento se igualen mucho, por lo que el ratio volverá a crecer y ese rubicón moral del 100% pueda volver a estar al alcance. Recordemos que seguimos viendo en una rara coyuntura de tipos de interés muy bajos, lo que hace soportable la sangría de la carga de la deuda. Algún día subirán, y eso nos va a hacer mucho mucho daño.

Más allá de las muchas trampas que esconden estos presupuestos, como la de contar trece meses de ingresos fiscales y doce de gastos, el proyecto sigue empantanado en las negociaciones que Sánchez mantiene con los independentistas, y con la incógnita de si el rechazo a estas cuentas provocará elecciones generales o no. Sánchez va a resistir hasta el último día que pueda, no lo duden, por lo que creo que dará igual. En todo caso, si no se aprueban como proyecto, algunos decretos “de gasto” ya han sido convalidados y están en vigor, por lo que la senda de déficit se estropeará pase lo que pase, con la duda de si el desvío será grande o enorme respecto a ese 1,3% que nadie se lo cree. En fin, como siempre, usted y yo pagaremos el desvío. Tampoco tenga duda alguna sobre ello.

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