La
sorpresa fue total la noche del martes cuando se supo que Pepu
Hernández, que fue seleccionador nacional de baloncesto, era el escogido por
Pedro Sánchez como candidato socialista a la alcaldía de Madrid. Semanas se
llevaba especulando sobre quién podría ser el candidato, y sólo había certezas
sobre los nombres que habían rechazado presentarse, empezando por el de
Rubalcaba y algunos ministros del actual gobierno. Durante días el nombre de
Reyes Maroto, actual titular de industria, fue la que más sonó, pero finalmente
saltó la sorpresa, y la designación de Pepu ha dado la oportunidad a bromistas
de todo tipo de hacer su miniagosto en medio de una revuelta semana de enero,
porque el elegido y su pasado propician la broma.
La
duda que me queda es si, realmente, el PSOE quiere presentarse a estas
elecciones o ya las da por tan perdidas que ni le importa. Algunas encuestas a
principios de semana señalaban que incluso Vox podría superar en votos a una
marca tan consolidada como la del puño y al rosa, que en Madrid ciudad no
consigue un éxito desde los tiempos de Juan Barranco, y si muchos de ustedes no
le recuerdan ya tienen ahí un indicativo de cómo vive este partido en la ciudad.
Batallas y luchas fratricidas han sido el sino de la sempiternamente dividida
FSM, o como sea que se llame ahora el organismo que coordina al PSOE en Madrid,
donde el último gran escándalo llegó tras la expulsión de Tomás Gómez, el último
candidato que, sin aspiraciones a ganar, podía ser al menos recordado en las
encuestas cuando se le preguntaba al elector por él. Mientras que en la
Comunidad el PSOE ha encontrado en Gabilondo un candidato solvente, que no
logra alcanzar el poder pero mantiene muy bien el tipo y la marca del partido,
en el ayuntamiento los socialistas caminan de desastre en desastre hacia la
nada. Hace varios meses se filtró la noticia de que Sánchez había ofrecido a la
propia Carmena presentarse por las listas socialistas, lo que era una manera
nada encubierta e renunciar a la carrera por parte de Ferraz y admitir que muy
poco pintaban en esa competición. Carmena renunció públicamente a este
ofrecimiento, quizás porque ya entonces estaba pensando en cómo amasar las
empanadillas con las que iba a cortejar a Errejón, y porque sabía que su marca,
ella misma, era mucho más poderosa que la de quien le ofrecía un puesto en su
lista. De hecho el ver quién ofrecía a quién, o quién se plegaba a quién si así
lo prefieren, mostraba dónde se encontraba el poder real y el desesperado. Tras
estos movimientos, era obvio que el candidato que seleccionase el PSOE iba a
ser el líder de una lista fracasada, un contrincante de consolación. “Como no
ha sucedido lo que deseaba, te toca a ti cubrir el expediente” era el mensaje que
cada uno de los tentados por Sánchez podía leer en su llamada de ofrecimiento.
Evidentemente las negativas han sido numerosas, porque a nadie le gusta
inmolarse gratis, acudir a una derrota segura y estrepitosa, y pasar a cambio
las penalidades que supone una campaña electoral, estar en el foco mediático,
ser escrutado y, en estos tiempos, vilipendiado por pertenecer al mundo de la
política. Y todo para perder sin remedio. En este sentido me recuerda la figura
de Pepu a la del antiguo ministro de Industria Miguel Sebastián, que aceptó el
encargo de ZP de presentarse como alcaldable de esta villa y corte a sabiendas
de su segura derrota. Su campaña fue tan triste (¿recuerdan aquel debate con Gallardón
en el que utilizó tácticas del estilo “Sálvame”?) como nefasto su resultado.
Sebastián, que era leal a su jefe, o no pudo o no supo renunciar al amargo cáliz
que éste le ofrecía y se sacrificó delante de todo el mundo en un estrellato
que le alejó definitivamente de la política. Quizás Villarejo tenga cintas en
las que se puedan escuchar los argumentos con los que ZP le convenció para
presentarse. Sería curioso poder oírlos.
Muchos
socialistas madrileños, desnortados, asisten con sorpresa al fichaje de Pepu y
empiezan a mostrarse reticentes, sabedores que los experimentos con famosos
suelen acabar mal, sea cual sea la sigla que encabecen. Al
final habrá primarias porque Manuel de la Rocha ha anunciado que también quiere
ser candidato, pero uno y otro saben que la marca PSOE será aplastada en Madrid.
Algunos de sus votantes le apoyarán, muchos se quedarán en casa y muchos otros
votarán a Carmena, quizás la primera que le dijo no a Sánchez. Y en la noche
electoral de mayo en Ferraz poco habrá que celebrar sobre las votaciones que
decidan el destino del palacio de Cibeles, Ya habrá quien, desde hoy, escriba
argumentarios de excusas.
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