Es
normal que ponga el titular de hoy entre interrogantes, porque todo lo
relacionado con este tema ha sido una sorpresa continua que nos ha llevado a
plantearnos nuevas preguntas, casi siempre sin respuesta, por lo que dar por
sentado que el paso logrado ayer va a ser el definitivo es, como mínimo,
arriesgado. Pese a ello, es
innegable que el acuerdo alcanzado entre la Unión Europea y Reino Unido supone
un avance y una posible puerta de salida para todos los actores
involucrados en este triste vodevil. Entre hoy y mañana los jefes de estado y
gobierno de la Unión lo rarificarán y todo quedará a expensas del parlamento
británico y su sesión del sábado.
El
nuevo acuerdo es, básicamente, el anterior ya alcanzado por Theresa May y los
negociadores europeos, con modificaciones en lo que hace a la frontera de
Irlanda. Este es uno de los más graves escollo en todo este asunto, y no tiene
solución buena. Un brexit duro obliga a establecer una frontera física entre
Irlanda del Norte, perteneciente a Reino Unido, e Irlanda, perteneciente a la
UE, y la mera imposición de fronteras y controles agita el fantasma de la
violencia que durante años sacudió esa zona. La solución que se ha acordado
supone una cesión de soberanía del Reino Unido sobre su apéndice irlandés, dado
que admite que esa región esté dentro de la Unión Aduanera y por tanto, no
haya fronteras entre las irlandas. Esos controles se situarán en el mar, que
es una manera de decir que sí habrá una frontera entre Irlanda del norte y la
isla del Reino Unido, por lo que lo que ahora es un país unificado se convierte
en algo ligeramente distinto. Esto era para Theresa May una de sus líneas
rojas, entre otras cosas porque la mayoría parlamentaria de su gobierno se
sustentaba en el apoyo del DUP, un partido nacionalista norirlandés pro
británico, que ahora ve como el gobierno conservador de Londres apoya una
solución que está completamente en contra de sus planteamientos. Y claro, los
del DUP están que trinan y ya han anunciado que en la votación del sábado se
opondrán firmemente. Johnson, que ha perdido la mayoría parlamentaria que tuvo
May, presentará este acuerdo a los comunes con la esperanza de que las bajas
del DUP y de los muy eurófobos de su partido sean compensadas por liberales y
algunos laboristas que, como mal menor, vean este acuerdo como una escapatoria
posible para todos. Sin embargo, es evidente que las posibilidades de que la
votación sea favorable no son muchas, y eso desinfló ayer gran parte de las ilusiones
que, en forma de subida bursátil, suscitó el anuncio de acuerdo. La noticia
hizo subir los índices europeos de golpe más del uno por ciento, pero luego los
analistas empezaron a contar cuántos votos podría tener el acuerdo en los
comunes y las cuentas les daban resultados feos. Se supone que hoy y mañana serán
días frenéticos en la política londinense, donde reuniones de todo tipo se
sucederán y, es probable, se hagan promesas de alto voltaje y presupuesto a
cambio de unos votos que pueden ser vitales. Así, a muy corto plazo, los
escenarios que se plantean son dos. El bueno es que el acuerdo se apruebe, y el
1 de noviembre el Reino Unido ya no sea miembro de la UE amparada su relación
bajo ese acuerdo, y se evita así el Brexit duro. El malo es que el acuerdo no
se apruebe, y en virtud de las leyes aprobadas hace unas semanas, Johnson se
vea obligado a pedir una prórroga para que no se produzca un Brexit duro en la
noche de Todos los Santos. Y ese escenario, además de malo, es muy incierto.
Así
que este fin de semana, como dice esa frase clásica que usamos cada dos minutos
para casi todo, se vivirán los momentos decisivos en el proceso del Brexit, con
una emoción por todo lo alto y, a buen seguro, intensas y curiosas escenas en
la cámara de los comunes que, como lo fue el parlamento griego en su momento,
se convierte por un momento en nuestro Congreso de los Diputados. Pónganse cómodos,
crucen los dedos y prepárense para todo tipo de escenarios, confiando en el
bueno, y temiendo todos los demás. Lo más lógico es que las bolsas el lunes
reaccionen con fuerza ante cualquiera de los dos resultados posibles, aunque
hacer predicciones sobre esto ya es jugársela el todo por el todo. Y Johnson
cubrirá un nuevo capítulo de su tumultuosa historia al frente del (des)gobierno
británico.
Subo
a Elorrio el fin de semana y me cojo dos días de ocio. Pásenlo bien, ojo con la
lluvia y nos leemos el miércoles.
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