jueves, octubre 03, 2019

Porrazo bursátil y aranceles


Ayer fue un día en bolsa de esos que Daniel Sánchez Arévalo definiría como azul oscuro casi negro. Lo que era una mañana de bajadas suaves se convirtió en un mediodía de descenso consolidado y en una tarde de perforación en la que el Ibex, con una pérdida del 2,7% no fue ni mucho menos el más castigado de los índices europeos, así que imagínense. Wall Street abrió también a la baja y aunque no llegó a registrar pérdidas tan elevadas, su descenso del 1,8% es más que notable, sumado a la bajada del día anterior. Es triste para el inversor comprobar lo que le cuesta subir al Ibex y lo fácil que cae, lo duro que es franquear la barrera de los 9.000 y con qué facilidad se vuelven a dejar atrás.

¿A qué se deben bajadas como las de ayer? ¿Qué significan? Es más sencillo contestar a la segunda pregunta que a la primera, porque es de carácter general y no condicionada al resultado de un día. De hecho, ayer a las nueve menos cuarto de la mañana, ¿cuántos analistas veían la posibilidad de un movimiento correctivo tan brusco? Hoy seguro que muchos afirmarán que ellos sí, pero ya se imaginan la realidad. La respuesta de tono largo, el significado, es que estamos en una coyuntura económica complicada, con riesgos y peligros. Han vuelto a salir indicadores de actividad manufacturera en Europa y EEUU y dicen que el sector se contrae, reduce sus producciones y facturaciones previstas, y eso es síntoma de bajada de la economía. Las naciones se enfrentan al más que probable final del largo ciclo expansivo que empezó tras la supervivencia al derrumbe de 2008 y, si bien nadie es capaz de ponerle fecha a ese final de ciclo y la intensidad de la inevitable bajada que vendrá tras él, no se duda de que algo así ocurrirá. Ese es el marco de inestabilidad en el que se mueven las bolsas, que a veces suben, otras bajan y otras se desploman, pero generan ratios anuales que son decepcionantes (en Europa, en EEUU la cosa no tiene aún mucho que ver) y avisan de que la complacencia se ha acabado. Este año se ha puesto complicado para el inversor largo, el que se asienta en un título por tiempo, para sacar réditos de sus compras, y los que han hecho negocio, muchos, los hay, están jugando pillando precios baratos tras estas caídas bruscas y sacando márgenes en la recuperación. Más allá del juego bursátil, las economías se enfrían, y aunque usted crea que ni tiene dinero en bolsa ni lo que allí suceda le afecta, debe saber que ambas suposiciones son falsas. En general, y con un tiempo de desfase, el ciclo bursátil adelanta al ciclo económico y sirve de indicador de coyuntura, y lo que ahora señala son curvas. Curvas motivadas, como antes señalaba, por la propia madurez de un ciclo de crecimiento que no puede ser eterno, y curvas generadas por los volantazos de los responsables políticos que, con sus medidas, quizás no fomenten el crecimiento, pero desde luego pueden ayudar a que descarrile. La guerra comercial entre EEUU y China pilla a Europa en medio y la convierte en una de las grandes perjudicadas, y eso cuando no son los productos europeos los sometidos a gravámenes, cosa que va a empezar a pasar casi ya después de la decisión adoptada ayer por EEUU. Nuevas tasas se van a imponer desde Washington que van a lesionar a muchos productos, entre ellos vino, quesos, uvas y otras producciones que van a lesionar seriamente a Francia y, sí, a nosotros. Las guerras son así, generan destrozos, da igual que no te salpiquen las bombas, pero es que cuando directamente te impactan la avería es mucho mayor. Se espera que estas sanciones empiecen a funcionar a partir del 18 de octubre, y el daño que generen se extenderá en el tiempo. Alemania, el motor de la UE, está bordeando la recesión por el frenazo de sus exportaciones en los mercados globales, que se resienten por estas disputas, y es imposible que consigamos remontar si los germanos y el resto de naciones de la UE se ven envueltos en semejante maraña de sanciones que, como las guerras de verdad, sólo generan represalias y contra represalias que aumentan el daño sin cesar.

Los datos que va mostrando la economía española son de enfriamiento no se si acelerado, pero sí constante. La atonía del mercado de trabajo es persistente y el ahorro de las familias ha crecido, lo que es bueno, pero lo ha hecho no por una conversión al virtuosismo germano, sino por inquietud ante un panorama que se oscurece. El infantil esfuerzo del gobierno en funciones y campaña de minimizar lo que sucede en la economía es otro síntoma de que las cosas no van bien, entre otras causas porque empieza a recordar, a escala, a otros célebres negacionismos de crisis que quedaron sepultados por los escombros de nuestra economía desplomada. La bolsa hará más o menos lo que quiera, pero el mensaje que lanza es de precaución, y mucha. Así están las cosas y no parece que, acorto plazo, vayan a cambiar de rumbo.

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