martes, octubre 08, 2019

EEUU abandona a los aliados en Siria


Es habitual ver traiciones en la política nacional, en la que unos se escinden, otros se largan y terceros forman grupos de presión para defender sus cuotas de poder, esperando el momento más preciso para asestar un golpe que derribe al rival. Es el día a día y nos describe como seres humanos de manera precisa. En el campo de las relaciones internacionales, la situación es si cabe más virulenta, porque la inevitable sensación de lejanía que las rodea atenúa los sentimientos de empatía y fortalece los egoísmos propios. Dice un viejo dicho que una nación no tiene aliados, sino intereses, y cuando estos cambian, se producen deserciones y cambios de bando que pueden asombrar e indignar. Correcto lo segundo, pero no debiera darse el primer sentimiento

Ayer mismo EEUU decidió dejar en la estacada a sus aliados kurdos, a nuestros aliados kurdos, que durante varios años han estado matando y les han matado en la lucha contra los yihadistas de DAESH en el polvorín sirio. Las guerras se ganan apilando cadáveres contrarios y recogiendo cadáveres propios, y ante la inacción y cobardía de las naciones occidentales, que no soportamos la muerte de los propios, hemos usado a los kurdos como fuerza de ataque sobre el terreno para acabar con el infame califato yihadista que se había convertido en el autollamado estado islámico. Uno de nuestros socios en esta guerra, Turquñia, siempre fue muy reticente a esta opción, porque los kurdos son para el gobierno de Ankara un dolor de cabeza por su separatismo y actos terroristas. El caso de los kurdos es uno de esos de una nación sentimental formada por un amplio grupo de personas que carece de estado propio, que malvive en el territorio de varios estados que se asientan en lo que ellos consideran su territorio y que es maltratado de una u otra manera por todos los que rigen sus destinos desde las capitales de las naciones en las que viven. Especialmente cruda es la vida de los kurdos asentados en Turquía, Irak y Siria. Pues bien, estos kurdos sirios, y parte de los turcos, son los que han trabajado como fuerza de ataque contra los yihadistas durante estos años para acabar derrotándolos y logrando liberar ciudades como Raqqa, donde instalaron su capital los infames islamistas. Ahora, con el trabajo a medio hacer, con la guerra de Siria aún abierta y con múltiples dudas sobre cómo gestionar los restos del califato y los muchos de sus combatientes que permanecen detenidos, EEUU, por boca y tuit de Trump, ha decidido que se larga de allí y da vía libre a Turquía para que ataque a esas tropas turcas y defina así una tierra de nadie entre Siria y Turquía que le ofrezca la seguridad de que los combatientes kurdos no se den la vuelta y empiecen a luchar contra Ankara a la búsqueda de su supervivencia. En medios militares norteamericanos se ve esta decisión como un disparate estratégico, porque deja la zona completamente descontrolada y a merced de que actores como la mencionada Turquía, Irán o el propio gobierno de Damasco, con apoyo ruso, decidan entrar y convertirlo todo en un nuevo escenario de guerra local. Además, consideran los mandos estadounidenses, con razón, que esa retirada es una traición en toda regla a los que hasta ayer, y durante años, han sido sus aliados, y que eso es repugnante. Y por si fuera poco, que el mensaje conjunto que se obtiene de todo este tema es que la fiabilidad de la nación más poderosa de la tierra es nula, que depende de la voluble voluntad de un presidente que según cómo se levanta tuitea enfadado o directamente histérico. La dimisión hace unos meses del entonces Secretario de Defensa, James Mattis, estaba muy relacionada con este asunto. Trump lleva tiempo diciendo que quería largarse de allí porque no estaba obteniendo los beneficios que esperaba (quizás ansiaba construir una de sus torres con casino en esos terrenos de guerra) y todos los militares le decían que salir de esa forma sería un desastre desde todas las perspectivas posibles. La progresiva retirada de “adultos” del entorno de Trump le está dejando sólo al cargo de las decisiones, y a él parece importarle bien poco si estas son correctas o no.

Este es el último caso de una larga lista en la que Trump como cabeza visible muestra a unos EEUU en retroceso internacional. Es secular la tendencia aislacionista que domina gran parte de la política de ese país, y muchos estarán encantados de que la gran potencia deje de inmiscuirse en asuntos de terceros, pero la retirada de efectivos sin previo aviso y la sensación de búsqueda de un mero interés mercantil en las relaciones exteriores que revela Trump en cada uno de sus mensajes es un disparo a la línea de flotación del prestigio global de su nación, y se festeja en aquellos países que, aspiren al trono o no, actuarán de una manera mucho más descarnada y directa si los EEUU dejan libre el control del poder global. Créanme, Trump es lo peor que le podía haber sucedido a los EEUU, y lo peor que nos ha podido pasar a los occidentales.

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