Durante
el fin de semana se comentaba algo ya en algunos hilos de Twitter, pero eran
rumores nada más. Ya para el lunes la noticia corría por la web y se hizo
oficial por la tarde de ese día, y a partir de ahí las especulaciones y los
titulares gruesos empezaron a correr. Se ha encontrado fosfano en la atmósfera
de Venus. Bueno, más bien el sesudo estudio mediante espectroscopia ha
detectado la marca que deja esa molécula, por lo que podemos deducir que en lo
alto de la atmósfera de ese planeta tenemos un compuesto químico que se asocia
a procesos biológicos y que, como tal, es uno de los llamados biomarcadores a
la hora de buscar posibilidades de vida.
Venus
es un planeta casi gemelo al nuestro en dimensiones y, por tanto, gravedad. No
es como Marte, bastante más pequeño y liviano. En la mitología se le asociaba
al amor y a características nobles, por su brillo y presencia celeste, pero la
verdad es que nada allí es plácido ni confortable. Con una presión atmosférica
de unos noventa bares (la presión media de la Tierra es de un bar) y nubes de
ácido sulfúrico, la superficie de ese mundo vive un infierno constante de más
de cuatrocientos grados y presiones aplastantes. Esas condiciones han hecho que
enviar sondas a Venus sea como lanzar misiones suicidas, porque apenas hay
tecnología que pueda sobrevivir a ese entorno. Las sondas que allí han llegado
han medido su supervivencia en minutos, y eran lo más parecido a cajas fuertes
con antenas que uno pueda imaginar. En ese entorno la vida, o algo similar a lo
que entendemos como tal, se antoja imposible. Pero en la densa y elaborada
atmósfera de ese mundo se pueden encontrar resquicios que, en presión y
temperatura, pudieran ofrecer condiciones bastante más soportables. Ya el
añorado y grande Carl Sagan propuso que las capas altas de esa atmósfera podían
ser propicias para albergar vida bacteriana, porque ese un lugar protegido del
infierno de la superficie, y el manto de nubes venusianas es un entorno de
relativa estabilidad, dado que siempre está cubierto en ese planeta. Esa
afirmación de Sagan le causó muchas críticas en su momento, pero lo único que
mostraba es que no podemos buscar lo que consideramos vida con ojos estrechos,
y que la llamada zona de habitabilidad no sólo hace referencia a dónde se puede
situar un planeta respecto a su estrella para ofrecer condiciones proclives
(visto desde otros mundos, Venus está en la zona de habitabilidad del Sol, como
nosotros y Marte) sino que en cada mundo puede haber localizaciones que, en un
entorno hostil, puedan llegar a ser propicias. En una atmósfera gaseosa es
imposible que la vida que se pueda llegar a desarrollar sea compleja en el
sentido de seres orgánicos, pero es plausible la existencia de virus,
bacterias, organismos uni o pluricelulares en entornos similares, sostenidos en
un manto de gases tibios y tranquilos. No es tan disparatado. Pero, desde
luego, esto es una teoría, que puede ser cierta o no, pero no deja de ser una
elucubración ingeniosa y optimista. El descubrimiento del fosfano en ese
entorno venusiano sería un punto a favor de esta teoría, pero eso no quiere
decir que la teoría sea cierta, ni mucho menos. Cierto es que la principal
fuente conocida de fosfano es la descomposición de materia orgánica, pero eso
es así en nuestro mundo, no quiere decir que en otros mundos, donde la
disposición de moléculas disponibles pueda ser muy distinta, se repliquen los
procesos orgánicos que se dan aquí. Y desde luego puede haber otro tipo de
procesos, que desconocemos, que generan fosfano como residuo, por lo que
aventurarse a lanzar las campanas de la vida al vuelo con esta prueba es, como
mínimo, muy precipitado. Como decía Sagan, un hecho extraordinario requiere
evidencias extraordinarias. Y el descubrimiento de vida orgánica fuera de La
Tierra sería uno de esos grandes hechos extraordinarios que marcan un antes y
un después. No, no se ha descubierto vida en Venus, eso lo debemos tener muy
claro.
Pero también tenemos que
tener claro que desde el lunes venus y su atmósfera son bastante más
interesantes de lo que lo eran hasta ahora, y que su exploración es algo a lo
que se debieran destinar recursos. Dentro de las enormes dificultades que implica
una misión a Venus, es menos difícil estudiar su atmósfera que su improductiva
superficie, por lo que es de esperar que este descubrimiento anime a agencias, ingenieros
y presupuestadores a la confección de sondas que puedan asomarse por aquellas
nubes a echar un vistazo. ¿Le hay salido un competidor a Marte en el barrio
planetario? Puede ser, y ya saben, la competencia es buena. Como
siempre, el gran Daniel Marín les cuenta en su blog todo lo que quieran saber
sobre el fosfano, Venus y miles de cosas más.
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