viernes, septiembre 04, 2020

Fusión CaixaBankia


Ayer por la noche, pasadas las 23 horas, saltó la noticia de que Caixabank y Bankia estaban estaban negociando su fusión en una única entidad financiera, en lo que suponía el primer paso, y uno de los más grandes posibles, en el proceso de concentración bancaria que el BCE y muchos expertos demandan al sector desde hace tiempo para hacer frente al futuro de su negocio. Sin tener las cifras delante, les hablo de memoria, creo que los depósitos conjuntos de ambas entidades se situarían en el entorno de los 600.000 millones de euros y que eso les convertiría en el primer banco de España, posición que ocupa el Santander desde hace mucho mucho tiempo. Es una noticia económica, y no sólo, de primera magnitud.

Desde hace tiempo la banca está metida en un enorme problema que afecta a su negocio en todos los frentes posibles, estrechándolo sin cesar. Los tipos de interés tan bajos que tenemos desde hace muchos años, y que se van a quedar por tiempo indefinido, lesionan el corazón de su negocio, remunerar depósitos a un interés y prestar a un interés mayor, y han ido comiendo las cuentas de resultados, que se han sostenido por un incremento de las comisiones y una política de reducción de personal y oficinas para acotar costes lo más posible. Además, aún no plenamente recuperados de la crisis de 2008, su imagen corporativa sigue bastante dañada y no han logrado quitarse la losa con la que la sociedad les cubrió de oprobio tras aquel desastre, a pesar de que fueron sobre todo las cajas, y no los bancos, los principales culpables de aquello y los grandes sumideros de dinero público en forma de rescate. Por si todo esto no fuera suficiente, la revolución tecnológica que vivimos de manera constante ha creado empresas y negocios como las fintech, o amenaza los sistemas de pago y transferencias clásicos, de los que también vive el banco, por lo que la competencia no deja de crecer en el mundo virtual. Dijo un experto hace años que a los bancos, en el siglo XXI, se les estaba empezando a poner cara de acerías y astilleros del siglo XX, queriendo indicar que su negocio se volvía obsoleto y que una reconversión sería muy necesaria para reducirlos y adaptarlos al nuevo mundo. Puede ser. La horrible pandemia que estamos viviendo ha acelerado algunos de los problemas de la banca, que de momento sale bastante indemne del desastre, pero que ve como los impagos de créditos y la solvencia de clientes empresariales van a empezar a ser agujeros a medida que el virus no está controlado y la debacle económica crece en tiempo y profundidad. Se lleva especulando desde hace mucho con operaciones financieras de fusión o absorción, pero hasta ayer por la noche nada se había concretado. Los cuatro grandes aparecían en casi todas las quinielas como protagonistas de algún movimiento, en general en forma de absorción de otra entidad menor por alguno de ellos. Los más aventurados hablaban de operaciones corporativas entre los cuatro, o incluso de alguna absorción intraeuropea, con la participación de una entidad española y otra de otra nación de la eurozona, cosa que estaría muy bien vista por el BCE, pero ha resultado ser, de momento, una operación entre dos de los cuatro grandes la que ha visto la luz. Por lo que parece, se trataría de una absorción del mayor, Caixabank, sobre el menor, Bankia, manteniendo a Goirigolzarri, actual responsable de la entidad madrileña, como primer ejecutivo del grupo, pero sin que estén aún muy claros detalles tan trascendentes como dónde se situaría la sede social del grupo, la estructura gubernativa, el diseño de la cúpula y la inevitable remodelación interna y reducción de capacidad, con la eliminación de oficinas y puestos duplicados como primeras labores de poda.

Por lo tanto, aún son muchos los detalles que desconocemos de una operación que, en paralelo, tiene dos flancos muy interesantes. Uno es el político, dada la unión de una entidad catalana de toda la vida con una madrileña que tuvo el oso y el madroño en su logotipo hasta la quiebra, lo que tiene su morbo. El otro es la participación pública del gobierno en Bankia, donde es su socio mayoritario fruto del rescate que tuvo que llevar a cabo para impedir el desastre de 2012. Esa participación busca ser vendida al mejor precio posible para así poder recuperar ingresos al erario público, y hace que, si siempre los gobierno tengan algo que decir en estos movimientos, en este caso deba pronunciarse incluso como dueño de una de las entidades. Y, por cierto, ¿qué se estará diciendo esta mañana en las sedes de Santander y BBVA? ¿Se van a quedar quietos?.

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