miércoles, junio 02, 2021

Ahora que los chinos pueden, no quieren

La dictadura china es de las más férreas del mundo, pero con la característica de que, frente a las que conocemos en el mundo occidental, se inmiscuye de una manera absoluta en las decisiones muy personales. Quizás los habitantes del este podrían hablarnos de cómo los regímenes comunistas controlaban la vida de las personas de una manera que hasta a los mismos franquistas les parecería abusiva, cegados como estaban con su visión cuartelera cutre. No, estos regímenes llegan a un grado invasivo absoluto, y el control de la natalidad que el gobierno de Pekín ha impuesto en el país, y su éxito, es uno de los mayores exponentes de ese puño de hierro que gobierna y oprime.

Bueno, habría que puntualizar lo del “éxito” de la política china de control natalicio, porque allí se ha cumplido una versión muy sibilina de esa maldición que reza algo así como “cuidado con lo que deseas, no vaya a ser que se convierta en realidad”: La implantación de la norma del hijo único, puesta en marcha hace ya varias décadas para controlar el disparado crecimiento de la población china fue un logro ante una demografía que crecía sin freno y que hacía de china una bomba superpoblada. Fue la primera nación en superar los mil millones de habitantes, y sus dirigentes tenían claro que ese ritmo de crecimiento demográfico era incompatible con la prosperidad. Solución, mano dura. Represión y vigilancia que se han traducido ya en varias generaciones de hijos únicos y en un freno al crecimiento, que se ha visto en cada una de las ediciones del censo del país, que se estabiliza en el entorno de los mil cuatrocientos millones de almas. Cuando la dirigencia vio que el crecimiento se frenaba, empezó a aflojar la mano, y ya hace algunos años permitió que los chinos pudieran tener “la parejita” y ahora, alarmados, han decidido que, si lo desean, los matrimonios chinos puedan tener tres hijos. ¿Alarmados los dirigentes del politburó chino? Sí, porque lo que tantos planificadores no supieron ver es que la sociedad china se contagiaría de la tendencia natural al freno de la natalidad que se experimenta una vez que el desarrollo económico y la incorporación de la mujer al trabajo cambian el paradigma de la sociedad. En un mundo agrario, de mucha mortalidad infantil y poca productividad, más bocas son más coste, pero traen dos manos que pueden trabajar desde la infancia. En la vida urbana en la que apenas mueren niños, su educación dura décadas y padre y madre están fuera de casa todo el día tener hijos se convierte en una decisión de lo más costosa, y que debe ser meditada con cuidado. Pensaban los gerifaltes que menos hijos seguirían teniendo amplias familias, pero no, resulta que menos hijos tienen familias con apenas hijos, y que la tasa de natalidad de la China actual se desploma a una velocidad mucho mayor de lo que nadie hubiera imaginado. De hecho los escenarios demográficos hablan de dos tendencias, reducción de la población y envejecimiento, que se van a empezar a dar con cada vez mayor fuerza. Esto, en una nación que necesita un gran mercado interior y que carece de sistemas de jubilación mínimamente parecidos a los europeos es un enorme problema no ahora mismo, pero sí en unas pocas décadas, y ya se sabe que las tendencias demográficas tienen una enorme inercia y que son difíciles de revertir. Que se lo digan a ellos, que claramente se han pasado de frenada.

Una de las consecuencias indeseables de la imposición del hijo único, que está acelerando el actual freno demográfico, es que durante las décadas en las que ha estado en vigor esa política muchas familias han practicado el infanticidio femenino, dado que un varón era más rentable económica y social mente, y ahora hay cohortes de población china en edad de ser padres que se encuentran con escasez de mujeres, con diferencias del volumen de población de ambos sexos de bastante millones de personas. Además del enorme crimen que ha supuesto esa elección durante décadas, las consecuencias natalicias que va a generar son enormes, y agudizarán aún más la tendencia recesiva de la población china. No queda nada para que India le destrone como el país más poblado del mundo.

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