Hoy, cuando se cumplen dos semanas del inicio de la guerra de Ucrania, permítanme que dedique el artículo a una noticia conocida ayer que nos retrotrae más de un siglo al pasado y de la que podemos sacar lecciones en estos tiempos de tanto dolor. Ayer se hizo público el hallazgo de los restos del Endurance, el barco en el que Shackleton se embarcó hace poco más de cien años para realizar una de las expediciones polares más conocidas, duras, dramáticas, pero, también, memorables de la historia. El nombre de esa nave es un mito, y creo recordar que ha sido utilizado por última vez por Christopher Nolan en Interstellar, ya que así se denominaba la nave espacial en la que Cooper y el resto de la tripulación viajan hacia lo desconocido.
Admunsen y Scott ya habían protagonizado, años antes, la gran carrera por la conquista del Polo Sur, por llegar al lugar más recóndito del mundo en medio de los hielos perpetuos, y de todos es sabida la victoria del noruego, en 1911, y la tragedia del británico, que llegó a ese punto para ser el primero en contemplar la bandera clavada por Admunsen. Ni él ni sus acompañantes sobrevivieron al penoso viaje de vuelta. Una vez conquistado el polo, aún quedaban muchas cosas por descubrir, por lo que Ernest Shackleton encabeza una expedición que, partiendo de Inglaterra en plena Primera Guerra Mundial, busca cruzar el continente helado, siendo los primeros que lo hagan, y así de paso lograr cartografiar, en la medida de lo posible, un territorio continental del que no se sabía nada. Es mítico el anuncio que se puso en el Times de Londres para reclutar a la tripulación “Se buscan hombres para viaje peligroso. Sueldo escaso. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura el regreso. Honor y reconocimiento en caso de éxito” que desde entonces encabeza libros, películas y todo tipo de historias de arrojo y aventura. Ese texto, algo poético, se quedó corto frente a lo que vivieron los que se enrolaron en el viaje. A bordo de la Endurance, barco de palos con casco reforzado de acero para sobrevivir a los hielos y maquinaria de vapor, el viaje les llevó hasta las puertas de la Antártida, pero a partir de ahí las cosas empezaron a torcerse. Pese a la precaución del capitán y resto de la tripulación, los hielos atraparon al buque en el mar de Wedell, una zona limítrofe con la superficie continental que es líquida o sólida en función de ciclo estacional, y los refuerzos del barco, diseñados con ingenio, no fueron suficientes como para resistir la presión de los hielos sobre el casco, terminando por agrietarlo. Ernest y demás contemplan con horror como las cuadernas revientas y el buque, elevado sobre el manto blanco, está condenado a hundirse cuando esos hielos se debiliten. A partir de entonces comienza una carrera contra el frío y la escasez para tratar de rescatar todo lo que pueda ser útil de la nave y lograr salir de allí. Tras el inicio del deshielo, y el hundimiento del barco, lso superviientes logran llegar, deshechos, a la isla elefante, sita en uno de los archipiélagos que se sitúan cerca del continente antártico, un lugar desolado, pero tierra firme, donde poder asentarse y pensar. La mayor parte de la tripulación se queda en esa isla y Shackleton y unos pocos embarcan en poco más que unos botes en busca de un rescate, y en medio de enormes dificultades logran alcanzar la isla de Georgia del sur, pero arriban a un lugar deshabitado por completo, teniendo que cruzar gran parte de ese territorio, inexplorado, hasta localizar los asentamientos de los que allí estaban, principalmente marinos y trabajadores de industrias relacionadas con la caza de ballenas. La historia que escuchan de unos hombres medio muertos les deja asombrados, y más el saber que en la isla elefante se han quedado más de veinte tripulantes. Se organiza un viaje de rescate a toda velocidad y tiene éxito, porque logra llegar hasta ese punto y salvar a los náufragos. Toda la tripulación del Endurance se salva y el mito empieza a surgir.
El hecho de que no hubiera víctimas y de que la actitud de Shackleton y los suyos fuera, en todo momento, de asunción de la inminente pérdida de sus vidas, pero nunca la derrota, ha elevado esta historia a ejemplo clásico de superación y a relato que se narra en escuelas de negocios, equipos de motivación y en muchos otros ámbitos, usándolo como ejemplo de que, incluso en las condiciones más crueles, es posible encontrar salida o, al menos, intentarlo merece la pena. Shackleton fue todo un líder que siempre tuvo como objetico salvar a los suyos, lo logró, y a él llegó la gloria, y no a otros que, como capitanes, la buscaban embarcados únicamente en su orgullo. Hoy, con las bombas azotando Ucrania, los shackleton que defienden Kiev y el resto de ciudades asediadas saben que todo está en su contra, pero tampoco se rinden.
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