Las lunas de Júpiter y Saturno son un conjunto de cuerpos enorme, variado y muy muy interesante, de lo más que tenemos en nuestro sistema solar- El tamaño de los dos planetas y el enrome número de satélites que los rodean convierten a ambos conjuntos en cuasi sistemas solares en miniatura. Entre esos satélites hay cuerpos rocosos muertos como nuestra Luna, estéticamente interesantes, pero poco interesantes desde el punto de la astrobiología. Y también otros que son una incógnita, especialmente Europa, Titán y Encélado. Este último es uno de los planetas más asombrosos de los que tenemos conocimiento y toda una caja de sorpresas. Y brilla en el cielo como casi ninguno porque es una bola de hielo.
Bueno, bola, bola no. Encélado tiene una superficie formada por Hielo, un casquete que lo cubre en su totalidad, pero que muestra grietas y estructuras geológicas fruto de las tensiones que vive en su interior. Cada cierto tiempo se producen fracturas en esa cáscara helada y potentes géiseres se elevan al cielo, dejando escapar agua al espacio dado que el tamaño del planeta, 500 kilómetros de diámetro, le otorga una escasa gravedad. Varios estudios han demostrado que, bajo la cubierta de hielo que cubre el planeta, se encuentra encerrado un océano líquido que rodea el núcleo rocoso de ese mundo. El hecho de que el interior sea liquido se debe al calor que emana del núcleo y a las llamadas fuerzas de marea, que son las que se producen por el tirón gravitatorio que el gigante Saturno provoca en todos los satélites que orbitan en su entorno (Júpiter crea el mismo efecto en los suyos). Estas fuerzas estrujan, aprietan por un lado y luego por el otro, y provocan que la temperatura interior sea más alta que la exterior, sometida a un cruel espacio vacío sin atmósfera que pueda hacer de capa protectora. El saber que hay un océano de agua encerrado en Encélado, protegido de la radiación del espacio por el casquete de hielo, ha excitado la imaginación de los científicos de todo el mundo desde que se comprobó que esto es cierto. Un mundo acuático, a resguardo de los rayos cósmicos, y con una fuente de energía que le genera actividad es un conjunto de ingredientes tan fantástico que los deseos de que algo haya podido surgir en ese mundo son casi una constante entre la comunidad científica. Encélado ha sido observado por todas las sondas que han transitado por el vecindario joviano y saturniano, y fue la Cassini-Huygens la que logró, en 2017 acercarse mucho a este mundo y a Titán, otro de los prometedores. Las imágenes de Encélado de la Voyager2 mostraban un mundo blanco y con cráteres, las de Cassini-Huygens enseñaban las trazas y grietas de un casquete sometido a unas tensiones y dinámicas de lo más complejas, y se podían apreciar los géiseres que se encontraban activos en ese momento. La noticia que ha vuelto a poner a Encélado en los titulares de medio mundo esta semana es que un equipo de investigadores alemanes, explorando los datos que Cassini-Huygens logró transmitir en 2017, han conseguido probar que, entre los componentes que son expulsados por los géiseres que afloran en la superficie se encuentra el fósforo, y en altas concentraciones, en torno a un centenar de veces más de lo que se puede hallar en, ejem ejem, los océanos terrestres. Hay mucho fósforo en el mar encerrado que está bajo la superficie del planeta. ¿Y eso qué quiere decir? De momento no se sabe, pero una cosa es clara. La vida, tal y como la conocemos, deja unas trazas en el ambiente, unas marcas o señales que se buscan sin descanso por si se dan en otros mundos. La presencia de vapor de agua es una de ellas. Y sí, el fósforo también, porque es uno de los componentes esenciales de los compuestos orgánicos que se repiten sin fin entre los seres vivos de la Tierra.
¿Quiere decir esto que hay seres vivos en el océano de Encélado? Echemos el freno. Como decía el gran Carl Sagan, una gran afirmación requiere una gran evidencia. Lo que se ha encontrado es la prueba de que otro de los elementos necesarios para que se creen compuestos orgánicos, y uno importante, está allí, por lo que la probabilidad de que se hayan creado cadenas de moléculas como las aromáticas, proteicas o nucléicas crece. Eso quiere decir lo que quiere decir, que es mucho, pero la vida requiere muchísimo más, por lo que no podemos afirmar nada al respecto. Sí que Encélado es un mundo apasionante, prometedor, no está a años luz de distancia y que debiéramos plantear una misión muy seria de exploración, aterrizaje y perforación para saber qué es lo que hay allí.
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