Formar una coalición política es un tema serio, o al menos así debiera considerarse, sobre todo por los que están tratando de armarla. El problema muchas veces surge de lo que está detrás de la política, la lucha por el poder, y las ansias que eso desencadena. Cuando abunda, el poder se puede repartir y disfrutar entre más y eso apacigua los ánimos, pero cuando escasea la lucha se vuelve despiadada, cruel, sin descanso alguno. Esa es la base de muchas de las tragedias clásicas, que vemos repetida cada día en nuestro país y en todo el mundo, porque las personas somos como somos, y así nos va. Pero cuidado, fina es la línea que separa el drama de la farsa.
El proceso de construcción de sumar, el partido que encabeza Yolanda Díaz. Plataforma que reúne a todas las siglas a la izquierda del PSOE, ha sido una mezcla curiosa entre almíbar empalagoso y puñaladas traperas. El conglomerado y la nueva marca son, otra vez, el enésimo intento de envolver al partido comunista en una estructura que permita que a los comunistas no se les llame así. Primero fue Izquierda Unida, luego llegó Podemos, ahora nace Sumar…. En el fondo todo es de lo mismo, de esconder esa extrema izquierda populista, reflejo de la extrema derecha populista agrupada en Vox, bajo un paraguas que enmascare las pulsiones totalitarias de una ideología de pasado y presente indefendible. Creo que son quince las formaciones que se han unido entorno a YoYolanda, como la denomina brillantemente Carlos Alsina, y la última de ellas ha sido Podemos, un partido devaluado y camino del desguace por causas propias. Podemos se unió a la coalición sumar apenas a un par de horas del final del plazo de inscripción de agrupaciones para las elecciones del 23 de julio, en medio de un vodevil de acusaciones mutuas y de vetos explícitos no nombrados. Los súbditos del camarada Iglesias querían negociar con Yolanda de tú a tú, pero los resultados de las elecciones locales de mayo dejaron claro que el tono morado de Podemos se ha convertido en un pálido tirando a velo. Tras los votos, el peso de la negociación entre ambas partes estaba claro, Yolanda podía imponer sus condiciones e Iglesias y los suyos eran unos fantasmas sin capacidad de decidir nada, pero al líder supremo nada se le resiste, la realidad tampoco, y así, antes y después de los comicios, dedicaba todas sus fuerzas a atacar el personalismo del proyecto de Yolanda (sí, sí, el ególatra mayor del reino acusando a otros de personalismos) y exigiendo que Irene Montero debiera estar en las listas de sumar como la reina que es. YoYolanda, que no es tonta, sabe que Montero es tóxica, un fracaso andante y una máquina de perder votos, y no la quiere ni en pintura, por lo que dejó claro a los negociadores de su parte, sin decir una palabra en público, que a Montero nada, y que Iglesias dijera lo que le viniese en ganas. Pablemos amagó con no unirse a la coalición pero, finalmente, lo hizo, eso sí, como el niño malcriado que es, diciendo que se ha unido pero que no está a gusto, que ha firmado pero que no hay acuerdo, y reiterando sus exigencias al momento siguiente de juntarse para que el proceso de conformación de listas sea el más convulso y zafio posible. Desde sus canales y púlpitos, bien regados de dinero, Iglesias sigue acusando a todos aquellos que no se pliegan a ante él de ser unos vendidos al capital, al fascismo y a todas las bobadas que no deja de decir desde que alguien le puso un micrófono delante, sólo que ahora ya no encandilan a tantos que, tontos, se dejaron engañar por el personaje. Ahí seguirá hasta que se cierre el plazo de constitución de listas, creo que el lunes que viene (no descarten sorpresas) y luego, en campaña, dirá que hay que votar a Sumar, pero con la nariz tapada porque son unos traidores a su causa y bla bla ba
Desde luego, si una plataforma política aspira a hacerse un hueco relevante en el panorama político del país, esta no parece la manera más inteligente de conseguirlo. Estos proyectos siempre nacen con un grupúsculo torpedeándolos, porque las esencias ideológicas de la izquierda pura prevalecen entre los iluminados de turno, se llamen como se llame, y no dejan de producirse escenas que hacen que los sketches clásicos de la vida de Bryan sobre el Frente de Liberación de Judea y el Judaico Popular sean el mejor tratado politológico al que uno pueda acudir para entender lo que pasa en esa jaula de grillos. Será difícil que sumar supere los veinticinco escaños, y eso sin el torpedeo de Pablemos y de los sectarios que le siguen. Proyecto unido e ilusionante lo llaman.
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