Tras los resultados del 23 de julio Sánchez pudo escoger, tenía una opción de la que carecía Feijoo. Pudo negociar con los sediciosos, no asumir sus posturas y forzar una repetición electoral a la que acudiría con la baza de no haber renunciado ante ellos, lo que le hubiera otorgado un plus de votos ante una derecha noqueada por un resultado que no era el que esperaba ¿Le hubiera permitido los segundos comicios formar un gobierno estable? No lo se, pero es casi seguro que se lo podría plantear desde una posición de mayor fuerza que la que obtuvo, escasa, tras las votaciones de julio. También pudieran haber pasado otras cosas, pero esa era, a mi entender, su mejor jugada.
Escogió otra, la del acceso rápido y directo al poder mediante la traición de su palabra y de todas las promesas habidas. Sánchez se plegó a todo lo que querían los sediciosos a cambio de sus votos en la investidura, sin importarle la concesión de infamias como las de la amnistía y otro tipo de prebendas que degradan el escenario político nacional. Lo único que importaba era mantener el cargo, y luego ya se verá. El problema de Sánchez es que, en su proceso de degeneración política, que no tiene límites por si tienen dudas, el presidente se ha unido a un grupo de chantajistas profesionales, encabezado por el sujeto puigdemoníaco, a los que sólo les importa su privilegio y lo que puedan obtener, nada más. Los propagandistas de Moncloa y sus medios afines crearon el absurdo discurso de que el acuerdo con los sediciosos era una vía para volver a la concordia y crear un gobierno progresista, todo ello mentiras inmensas, pero machaconamente repetidas gracias al riego financiero de una Moncloa que sabe cómo vender motos averiadas, incluso inexistentes. Desde el momento de la investidura quedó muy claro que todas las votaciones a las que se enfrentasen las medidas del gobierno, todas, requerían la unanimidad de todos los partidos que habían respaldado la investidura, formaciones que van desde la extrema izquierda comunista, pablemos, a la derecha dura independentista, Junts, unidas por el mero interés de que sean sus deseos los que prevalezcan, nada más. Era evidente que cada votación de cualquier norma iba a ser un examen durísimo en el que las posibilidades de perder eran elevadas, y hoy tenemos el primer test, la convalidación de los Reales Decretos que tienen medidas en las que se prorrogan ayudas que están en vigor desde la crisis de la inflación y una montaña de cuestiones agrupadas mediante la nefasta técnica legislativa que tan de moda se ha puesto últimamente. Pues bien, resulta que una de las cuestiones que va en esos decretos, al parecer requisito comunitario, no le gusta a Junts porque cree que puede entorpecer la tramitación y posterior aplicación de la indigna ley de amnistía, y han dicho bien alto y claro que van a votar que no. Que a ellos todo lo demás les da igual, ni las ayudas ni las prestaciones por desempleo ni nada de nada. Ellos sólo piensan en la amnistía y en los privilegios que tratan de arrancar para eludir la ley, y si ven un resquicio por el que pueda peligrar la abusiva posición que han conseguido, no van a dudar ni un segundo. Los propagandistas de Moncloa y sus medios, que son los que más trabajan del desgobierno, llevan unos pocos días insistiendo en que las negociaciones entre el PSOE y Junts se mantienen y es posible que haya finalmente un acuerdo, quizás mediante ilegal multa a las empresas que, amparadas en la libertad que reconoce la Constitución y los tratados europeos, escogen implantar su sede donde más les place, como ustedes si quieren cambiar de residencia. Pero claro, una cosa es la propaganda vacía de presuntos periodistas y palmeros bien pagados y otra la realidad. A horas de que los decretos se voten Junts permanece en el no y si decaen será una buena muestra de lo necia que va a ser esta legislatura, en la que todo será tiempo malgastado.
Asociarse con chantajistas profesionales es un mal negocio, y ese partido antes llamado PSOE, que ahora ya no es ni socialista, ni obrero ni español, va a ser arrastrado por el fango día sí y día también por parte de aquellos a los que ha unido su destino. A la persona que ocupa la Moncloa, a la que todo le da igual menos tener bien regado el ego que crece en su interior, el que su partido sea maltratado a ojos de todos y que la ausencia de principios e ideas sea el lema por el que se rige no parece importarle lo más mínimo. Al resto de partidos y ciudadanos sí, pero eso es algo que a Sánchez no le preocupa. Si nos tiene que vender a cada uno de nosotros para mantenerse en el sillón no duden de que lo hará. Pero los chantajistas con los que se ha juntado son su mayor peligro, y cuando lo consideren oportuno, lo descabalgarán.
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