Los intentos por contener la guerra de Israel con Hamas a la franja de Gaza se han topado, desde el principio, con la actitud hostil de un conjunto de milicias apoyadas por Irán, dependientes en mayor o menor grado de lo que se dicte en Teherán, que llevan jugando con las tropas norteamericanas desplegadas en todo oriente medio desde el inicio de los combates tras los atentados del 7 de octubre. Con distintos argumentos, la táctica es la misma. Hostigamiento, ataques a distancia y búsqueda de causar daños y bajas, menores dado el tipo de ofensiva de que se trata, pero relevantes al ser la gran potencia la atacada.
En este juego de tensión han sido los hutíes de Yemen los que han causado más disrupciones globales y se han llevado casi todos los titulares, pero las milicias que operan en Irak y Siria han actuado de manera constante contra las bases estadounidenses que se encuentran en su zona de acción. Las tropas de EEUU habían neutralizado, hasta la fecha, todos los ataques, sin que se hubieran producido bajas de ningún tipo, aunque siempre con la sensación de que se estaba cerca, y finalmente las temidas víctimas han llegado. Tres soldados norteamericanos fallecidos y decenas de heridos en el ataque que ayer sufrió una base enclavada justo en la esquina fronteriza entre Jordania, Siria e Irak, en el lado jordano. Los responsables del ataque no están muy claros, dada la zona limítrofe en la que se ha producido, pero son, sin duda, milicias que actúan desde Irak o Siria, en las que la mano financiadora de Irán es obvia. Es probable que sean grupos poco organizados, nada que ver con Hamas o Hezbola, pero coincidentes en ideología islamista y en origen del material y dinero que les sirve para mantener su fuerza militar. En medio de los arenales de esa zona se camuflan con rapidez y mantiene el control, o la simpatía, de poblaciones locales en las que el chiismo de origen iraní se ha hecho tras el resultado habido de guerras como las de Irak o Siria. La hostilidad hacia las tropas norteamericanas en la zona es elevada y Jordania se mantiene como la única nación musulmana del entorno en el que un destacamento de EEUU puede estar medio seguro, aunque siempre vigilante. ¿Es grave este incidente? El tiempo nos lo dirá. A priori supone una escala de la tensión en la zona y obliga a EEUU a mover ficha, dado que la llegada de cadáveres a casa siempre es algo doloroso y, en año electoral, fuente de votos perdidos para la administración gobernante. Es probable que la respuesta de EEUU sea un ataque, a distancia, vía aérea, sobre posiciones de esas milicias, en sus retaguardias, más fácilmente en el castigado territorio sirio, donde la presencia norteamericana es testimonial, que en el conflictivo Irak, donde aún permanecen tropas estacionadas. Una acción de castigo que cause bajas que puedan ser vendidas a la opinión pública norteamericana como una respuesta ante aquellos que han causado la muerte de sus soldados y logren volver a un escenario de tablas. De ahí en adelante es poco probable que la cosa vaya a más, porque aunque se retan con saña, desde Teherán no se busca una guerra abierta en la zona porque la nación estaría en una posición débil para desarrollarla y desde Washington también se elude un conflicto a gran escala en un escenario del que mantiene un muy mal recuerdo desde la aventura iraquí. A priori, por tanto, hay intereses entre las jefaturas de ambas naciones para que la tensión no vaya a más, pero eso no quiere decir que ese sea el resultado final obtenido. En estos juegos en los que trato de pillarte y ver hasta dónde aguantas se pueden producir errores de cálculo y graves equivocaciones que desencadenen respuestas inesperadas. Irán es la gran potencia regional y lo que sucede en Gaza, aunque suponga la eliminación de sus milicianos de Hamas, refuerza su posición ideológica de odio a Israel entre el resto de naciones y, sobre todo, sus poblaciones, por lo que no tiene prisa en lanzar una guerra local que pudiera acabar ganando sin disputarla.
Lo último que necesita Biden es un tercer frente militar en el que disolver esfuerzos, recursos e inteligencia, visto como los otros dos son pasto de la disputa política interna y se convierten, cada vez más, en lastres para su propia campaña. Con unas encuestas muy a la baja su administración está obligada a responder ante estas muertes, pero sospecho que su deseo sería que este asunto se extinguiera en los medios lo más rápido posible. En el caso de los rebeldes hutíes la necesidad de mantener abierta una ruta primordial para el comercio global es un argumento que se entiende allí y en todo el mundo, pero en los arenales de Irak o Siria la estrategia norteamericana tiene bastante que perder y, me da, ningún voto que ganar para una administración demócrata.
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