martes, agosto 29, 2006

CTBA y MVRDV

Tranquilos, que no me pasa nada. Ni tengo un don de lenguas extrañas, ni me he puesto a estudiar ruso ni se me han trastabillado los dedos mientras escribo (aunque los textos previos a la corrección que suelo escribir sí están llenos de palabras y letras bailadas, como bien saben algunos). No. El título de la entrada de hoy hace referencia a dos muy interesantes lugares que visité y fotografié con profusión este pasado Domingo. Las torres que están construyéndose en lo que era la antigua ciudad deportiva del Real Madrid, complejo horteramente bautizado como Cuatro Torres Bussines Arena (CTBA) y el edificio Mirador de Sanchinarro, diseñado por la arquitecta Blanca Lledó y el estudio holandés MVDRV.

Las torres del CTBA serán los edificios más altos de España cuando se concluyan, con cotas que van desde los 220 metros de la Torre Espacio hasta los 250 de la Torre de Repsol. Actualmente esa zona parece un campo de guerra, más similar al Líbano que a una ciudad europea. Entre los edificios, enormes e impresionantes, que crecen día y noche sin parra, y los viales anexos y subterráneos para dar salida al futuro complejo, un paseo por los alrededores se convierte en un continuo atravesar de zanjas y desviaos arenosos. Tengo sacadas cientos de fotos de las torres, su evolución y demás, pero si estáis interesados en su desarrollo, visitar la gran web de
Urbanity (creo que me encontré con alguno de sus promotores o fans en el recorrido, todos armados de grandes cámaras de fotos. Tras ver las torres, cogí un bus al PAU de Sanchinarro (carretera de Burgos, saliendo de Madrid) y me acerqué al edificio mirador, curioso bloque de 22 plantas, que asemeja a un donuts cuadrado, con un agujero en medio de las plantas 15 a 18, donde se encuentra una terraza llamada mirador, que es la que le da nombre. En medio del erial arquitectónico que son todos estos barrios de los extrarradios, es una nota de color y originalidad, pero ojo, el edificio es muy lioso.

Lo comprobé al meterme dentro. Son viviendas estructuradas en barrios por colores. Dentro de cada grupo de pisos la comunicación es muy fluida, pero para pasar de un grupo a otro no hay demasiadas alternativas, y a veces es necesario bajar un piso para subir dos, y cosas así. Conseguí llegar hasta unas escaleras exteriores a la altura de las plantas 17 y 21, y las vistas son prodigiosas, sobre todo hacia el norte, dominando toda la sierra. Todo es de diseño, con lo colorista (y poco práctico) que ello implica, pero los inquilinos deben estar intrigados, porque parece que hay muchos curiosos como yo que se cuelan para verlo. Merece la pena, la verdad. Más información y fotos en la
web del estudio holandés autor del proyecto.

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