Mañana empieza en Madrid un congreso internacional de Matemáticos, que durará hasta el Miércoles 30 de Agosto. Su web explica los temas que se van a tratar allí y los participantes en este encuentro, que se intuye apasionante y denso. En medio de agosto, con la poca neurona del personal recalentada con los calores y las canciones del verano, un grupo de seres (muy) inteligentes se reúnen para debatir sobre serios y controvertidos asuntos y, ya de paso, agasajarse con premios, porque no es que abunden las concesiones a los matemáticos de títulos de hijo pródigo del pueblo XXX o la medalla honoraria de la Comunidad Autónoma ZZZ. No, ellos deben premiarse a si mismos si esperan recibir un galardón que emule al óscar de cine.
Uno de lo premiados puede ser un señor ruso llamado Grigory Perelman. Al parecer este individuo ha resuelto la denominada “Conjetura de Poincaré” problema planteado por el famosos matemático francés referido a cuestiones topológicas y de dimensiones de los espacios, que afecta notablemente a la concepción del universo y su forma. En definitiva, algo que parece muy complicado y que, huelga decirlo, se me escapa por completo en su comprensión y sentido. El señor Perelman parece ser un individuo algo extraño, a tenor de lo publicado en los medios, y no se sabe ni si, de aparecer por el congreso, se dignará a recoger su premio. Al parecer el señor se ha desilusionado del mundo de las matemáticas, quizás porque se haya dado cuenta de lo oscuro y mezquino que puede ser el mundo de la investigación, la docencia y el estudio profesional, casi como el resto de mundos laborales, y una vez solucionado el teorema, que se había convertido en una especie de reto personal, no se sabe que va a ser de él, si va a seguir investigando, o si se retirará en su casa, un dacha de Crimea para que todo tenga un aire muy soviético, y desde allí dejará pasar los días sin otro afán. Quizás el congreso sirva para que se replantee sus ideas y encauce su vida hacia otros retos numéricos.
Si, definitivamente, el señor Perelman abandona el mundo matemático, aprovechando que pasa por Madrid, podría contratarle el gobierno. No vendría mal una mente como esta para dar clases en alguna Universidad o en un centro de investigación avanzado (bueno, cosas como esa última no hay por aquí, pero se podría aprovechar la coyuntura para crearla). Si se pone testarudo y no quiere saber nada de número ni álgebras, podría ser contratado como asesor presidencial para asuntos tan baladíes como el proceso de negociación con ETA, la inmigración o la sequía, temas en los que su cerebro brillaría casi sin competencia, porque me temo que no hay nadie en España pensando que hacer para solucionar estos frentes, y otros muchos. Felicidades por su premio, señor Perelman.
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