Ayer por la tarde aproveché para darme una vuelta por el centro y visitar la exposición que, con motivo del estreno de la película de Alatriste, basada en los libros de Arturo Pérez Reverte, se ha inaugurado en los bajos de la denominada Casa de la Panadería, uno de los edificios que forman parte de la Plaza Mayor de Madrid. Tuve surte, y no esperé demasiado, porque cuando salí la cola ya era respetable, y en su mayor parte bajo un sol de justicia que no ayudaba en nada a soportarla. La exposición es breve, pero interesante, y de paso homenajea los 350 años de la publicación del plano de Texeira, primera cartografía de la villa de Madrid, de la cual se regala una copia a la salida.
Hubo varios detalles de la exposición que me resultaron interesantes. L amuestra se basa en la presentación de los personajes de la película, algunos de ellos inventado por Pérez reverte, como el propio Alatriste, Iñigo de Balboa o María de Castro, y otros reales de la época, como el Rey Felipe IV, Quevedo, el Conde Duque de Olivares, etc. Todos ellos aparecen retratados al estilo Velázquez, en una impresión moderna, pero con vestidos de la época y con el actor que los ha creado. Es así muy curioso ver a Quevedo “hecho” por Juan Echanove o al Olivares por Javier Cámara. Asimismo, hay una pequeños cuadros con personajes secundarios que son monitores de plasma, en donde el personaje, a las maneras y vestidos de la época, cuenta su historia. Me pareció una idea visual enorme, y me recordaba mucho a esas imágenes de las películas de Harry Potter en Hogwarts, donde los cuadros hablan y el periódico “El Profeta” es animado, y sus fotos de portada y titulares se mueven. Se incluyen textos con reseñas históricas de los personajes reales y la biografía fabulada de los ficticios, y el recorrido acaba con un fondo impreso del cuadro de la rendición de Breda, intuyo que como homenaje a los que murieron en Flandes, especialmente en la batalla de Rocroi, donde Alatriste fallece.
Buceando un poco en las profundidades, es curioso ver como en un villorrio enclavado en medio de la meseta castellana, ya desolada entonces, coincidieron en el siglo XVII una de las mayores concentraciones de genios de la pintura y literatura de la historia, casi sin parangón desde la Atenas de Pericles, y sin que probablemente se haya vuelto a repetir situación semejante, y todo mientras el mayor imperio de todos los tiempos se iba a pique a toda velocidad (creo que no dejamos de caer desde entonces hasta 1970 casi), la pobreza, el hambre y la incultura se hacían los dueños del país y los tercios, tan respetados y temidos como los “Marines” americanos de hoy, se disponían a sus últimas batallas y a morir en los llanos de la actual Holanda. Apasionante época de la historia. Habrá que ver al película sin falta.
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