miércoles, agosto 23, 2006

¿Somos todos iguales?

En este movido y apasionante agosto que nos ha tocado parece que el problema que va a conseguir la “pole”, tras el intento fallido de los incendios en Galicia y las ardides batasunas, siempre al quite, pero ya hastiantes hasta para ellos mismos, es el de la inmigración, y no sólo por el desastre de la gestión de las entradas en Canarias, que existiría la dimisión de varios dirigentes del gobierno y su permanencia durante una semana en un centro de acogida en las condiciones en las que están los recién llegados. Empiezan a aparecer, tras años de estancia soterrada, las consecuencias políticas de la presencia de nueva población, de origen extranjero, y advierto que el asunto corre el riesgo de convertirse en un polvorín.

La semana pasada, en una especie de globo sonda, el gobierno adelantó la posibilidad de que los inmigrantes regularizados y empadronados en España podrían votar en las siguientes elecciones municipales, a celebrar en Mayo de 2007, siempre que se cumpliese el principio de reciprocidad (que los españoles también puedan votar en su país). Esta propuesta recoge la idea ya expuesta por Esperanza Aguirre hace unos dos años para la Comunidad y Ayuntamiento de Madrid. Yo estoy plenamente de acuerdo en que así sea, porque es población de hecho y derecho, que paga impuestos, cotiza a la Seguridad Social y consume servicios públicos. Lo lógico es que puedan votar y opinar sobre la gestión de la ciudad y país en el que viven. Pero, como era de esperar, han empezado a surgir voces en contra, provenientes principalmente de partidos nacionalistas. En este aspecto se han destacado los nacionalistas catalanes, que tienen una cita electoral el 1 de Noviembre y querrán afianzar a su electorado propio con soflamas de este tipo. Se han dicho cosas muy graves, como que sólo pueden votar aquellos que conozcan el idioma o sientan la tierra y tengan un arraigo social y cultural. Y eso ¿cómo se mide? ¿quién lo mide? Se va a crear un gabinete de inspección por parte del gobierno que sea para medir la pureza de los votantes para poder ser inscritos en el censo? No se, pero a mi esto me suena a racismo puro y duro, tan sucio y apestoso como el de los viejos tiempos.

Pero no nos debiera sorprender. Para los partidos nacionalistas, quién no es vasco puro (con Rh y tamaño de cabeza adecuado, que los hay que aún creen en la frenología), o catalán de pura cepa, etc es denominado maketo, charnego y otras lindezas despectivas. Si uno que es de Fraga, Huesca, pueblo limítrofe a Cataluña, es un apestado, qué no será un senagalés o un rumano. Que vengan los tres, y quién quiera, que trabajen, a ser posible muy explotados, que paguen impuesto y coticen, pero decidir... eso no. Que la finca tiene unos dueños de toda la vida que van a seguir siéndolo, independientemente del origen de los siervos. ¿Esto es progresismo en Europa? Cuantos émulos de Adolfo hay enmascarados en nuestra (sin)clase política, cuantos envidiarían el poner estrellitas en la solapa de los que sean acusados a su antojo..........

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