Hoy debiera de hablar de la decisión del pleno de la Audiencia Nacional sobre la posible excarcelación o no de Iñaki de Juana Chaos, que al parecer bastante malito después de una huelga de hambre que él mismo ha decidido emprender. Pero me produce mucha pereza y hastío ver como un sujeto de esta calaña tiene a todo un país condicionado gracias a una especie de chantaje moral. Si estuviera en mi mano dejaría a de Juana en el hospital en el que está, que es el lugar donde mejor le van a tratar, y se acabó el asunto. Si quiere matarse que lo haga, es su elección, pero conste que el no le dio oportunidad alguna a las veinticinco personas que asesinó.
No, no voy a profundizar sobre esto, prefiero hacerlo sobre Bush y su discurso sobre el Estado de la Unión de este pasado Lunes. En el que es su penúltimo discurso de este tipo, y en su último año completo de mandato, Bush hizo una alocución más centrada en la política doméstica norteamericana para tocar de refilón, aunque no pudiera evitarlo de ninguna manera, el avispero de Irak. Sobre la guerra solicitó un esfuerzo adicional, reclamando el envío de más de 20.000 soldados adicionales a los ya existentes sobre el terreno. Parece que esta petición no ha tenido mucho éxito, ya que una resolución del Senado ha rechazado este envío. Parece que el destino de Bush ha quedado ligado inevitablemente a lo que ocurra en las calles de Bagdad, y todos los días vemos el resultado de una posguerra no planificada, inexistente, dejada a su libre albedrío, en el que la inteligencia norteamericana ha fracasado, y a eso se suman las apariciones más o menos frecuentes de líderes de Al Queda, la última este Martes, en el que Al Zawahiri reta a que EE.UU, mande todo su ejército a Irak, para poder ser así exterminado (tipo simpático este Al Zawahiri, menos mal que es médico, porque si llega a trabajar de carnicero o consultor...). Dado el panorama Bush optó por declaraciones y propuestas internas, centradas en la reducción del consumo de gasolina y de las emisiones de efecto invernadero, la reforma de la política de inmigración y la reducción del gigantesco e irresponsable déficit fiscal en el que se ha sumido la administración republicana. Todas estas políticas, necesarias y muy lógicas, debieran haber sido propuestas hace ya algunos años, pero bueno, mejor tarde que nunca, y requieren para su puesta en marcha del acuerdo con los demócratas, líderes ahora de las cámaras, y con capacidad de, si bien no siempre, anular las decisiones presidenciales, sí con poder como para que Bush ya no sea el Bush que hemos conocido.
Y esto es una de las cosas que más me llaman al atención de la grandiosa (se que esto generará polémica) democracia norteamericana. Se imagina alguien aquí a un presidente del Gobierno, o de una CC.AA, o de una simple comunidad de vecinos, dirigiendo la entidad con el parlamento en contra? ¿obligado a pactar? ¿a dialogar de verdad? Imposible, inaudito, pero en los EE.UU el sistema está diseñado para que esas elecciones a mitad de mandato puedan equilibrar los excesos de la presidencia, llegado el caso. El que a mi modo de ver es el sistema menos imperfecto de gobierno del mundo de entre los que existen volvió el Lunes a dar una lección, pero aquí, ocupados que estamos en de Juanas y tonterías varias seguimos sin mirar lo que debemos ni aprender de ello.
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