lunes, enero 08, 2007

Si no queda satisfecho le devolvemos su dinero

Auténtica avalancha de temas de la que dispongo hoy, después de un fin de semana intenso. Tras ver dos buenas películas (Babel y Banderas de Nuestros Padres) cenar con un matrimonio de amigos, ver el remate final de la exposición Sargent – Sorolla, organizada por el Museo Thyssen y la Fundación Caja Madrid y visitar los destrozos producidos por ETA en la T4 se podían hacer varias entradas sobre cada uno de ellos, pero este fin de semana, por darle un aire lúdico, ha tenido otro protagonista al que le voy a dedicar el día de hoy, y en el que ya pensaba ejercitarme desde hace algunas semanas. Las Rebajas.

Con muy mala leche, tras al temporada de compras obligatorias, llegan los descuentos. Sugerencia, ¿por qué no empiezan las rebajas el 22 de Diciembre? ¿o el 15? Como tengo que comprar algunas cosas decidí darme un vuelta ayer por la mañana por el centro para curiosear y ver si adquiría, al menos un par de zapatillas. Al salir del metro en Callao ya me di cuenta de que había ambientillo, y al verdad es que era curioso, porque si durante estas semanas la FNAC ganaba en audiencia y colas al Corte Inglés, ayer era al revés. De hecho hasta yo entré en El Corte Inglés. Fui a la sección de zapatería y, en rebajas, a un precio X menor que el original Y, aunque no mucho, la verdad, vi unas zapatillas interesantes. Me las probé y me quedaban bien, así que fui a donde un dependiente a que me las cobrase. Lo que siguió fue una especie de carrera de despropósitos. Él, joven de unos veintitantos años, fue a un Terminal de venta donde una funcionaria de la casa, de muchos años y con unos modales de abroncar hasta el mismísimo Ramón Areces de levantarse de su tumba, se enfrentaba a una máquina de cobro atascada. El joven empelado se ofreció a desatascarla, pero ella, orgullosa y chillona, le mandó a al aporra delante de mí y de otros clientes. El empleado se fue, apesadumbrado y bastante rojo a otra caja, y al cobrar allí el par en cuestión, tras un fallo en el lector de códigos de barras, descubrí que el precio de cobro era el NO rebajado Y, y no el rebajado X que figuraba en el estante.

Finalmente me llevé las zapatillas en cuestión, más que nada porque soy un desastre haciendo compras, y para una vez que me decido por algo no es plan de devolverlo y empezar a buscar, pero antes les dije unas palabras irónicas y algo mordaces al empleado joven, a la cajera adusta y al señor que, pululando por allí, ejercía de jefe sin dar ni golpe y sin admitir siquiera que esas etiquetas estaban mal puestas, y que inducían a engaño. Bien, vaya imagen de las rebajas, y eso en uno de los buques insignias del comercio, y casi creador de las mismas. No me imagino las devoluciones y colas en las tiendas de ropa de adolescentes, con púberes dependientas, exhaustas y agobiadas. Y luego dicen que es divertido ir de compras.....

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