lunes, enero 22, 2007

El vacío

Como siempre, y tras un fin de semana tranquilo e interesante, muchos asuntos se me agolpan a la hora de escoger tema. Vayamos con uno que hace tiempo trato de abordar. Ayer Domingo, en compañía de un amigo, y como sueles ser habitual cuando estoy en Elorrio. Fui a misa en el colegio de los Asuncionistas, popularmente conocido como Los Frailes, y la entrada fue flojísima, superando la treintena de personas con dificultad, en la tónica habitual. Mi amigo y yo, exceptuando algún niño llevado por padres o abuelos, éramos los más jóvenes de los que asistían voluntariamente, y con bastante diferencia, y ambos hemos llegado a la treintena. La verdad es que el panorama era muy triste.

A esto se suma que el fin de semana anterior tuvieron lugar las confirmaciones, y dos personas, dos, fueron las que recibieron el Sacramento. Recordé con amigos míos cuando mi grupo se confirmó, en 1992, en u Domingo soleado y víspera de un examen de Estadística de Segundo de carrera que me quitaba bastante el sueño. Fuimos más de cien personas los que nos confirmamos ese día. Algunos años después, la generación de la que forma parte mi cuadrilla actual constó de cincuenta confirmados, más o menos la mitad, y la siguiente tanda a duras penas superó los treinta. Es cierto que año a año el número de jóvenes ha disminuido, y no sólo en Elorrio, pero es innegable que el hecho religioso, su demanda y su práctica se están desplomando. Sería muy interesante el analizar las causas que han llevado a esta situación, pero no es este el lugar ni por su extensión ni por su profundidad. Lo cierto es que dentro de no muchos años casi todos los que estaban conmigo en misa este pasado Domingo habrán fallecido, y tras ellos, si no hay sorpresas, no habrá relevo, y puede que como en este caso muchas otras parroquias tengan que cerrar no ya por falta de curas, que no los hay, sino de feligreses, que son la sustancia y lo que da vida a una celebración. Hace años, cuando en compañía de amigos míos formaba parte de un grupo de guitarras que animaba (o estropeaba, que de todo se hacía) las Eucaristías, nos planteábamos como animarlas, o dotarlas de cierta alegría. Hoy en día estas preguntas carecerían de sentido, porque si prácticamente no hay nadie para vernos (y menos oírnos) cómo podríamos animarlos...

Todo esto contrasta con el auge de iglesias alternativas, bien de otra rama cristiana, como pueden ser los evangélicos o protestantes, muchos de ellos provenientes del fluido migratorio sudamericano, o con la irrupción del Islam y su presencia cada vez más activa. Suelo decir, de forma jocosa, que en unos años, la soberbia torre de la iglesia de Elorrio se habrá convertido en un minarete desde el que el muecín llamará a la oración a los fieles, congregados en la plaza, a punto de entrar en la sala hipostálica en la que se ha convertido la antigua Basílica de la Purísima Concepción. Es una broma exagerada, pero quién sabe si eso ocurrirá. De no ser así, en unos años tendremos un hermoso museo en la Parroquia de Elorrio, pero sin vida y sin uso

1 comentario:

©Javier Miranda-Luque dijo...

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