Uno de los asuntos que he tratado con los amigos que tengo de visita esta semana, que ayer retornaron después de pasar tres días en Sevilla, es el denominado cambio climático, y más concretamente el suave, ligero, imperceptible invierno que estamos teniendo. Les comenté cuando llegaron que en Madrid, al contrario que en Elorrio, al menos cuando me marché, los plátanos de sombra, esa especie arbórea algo insípida y omnipresente en nuestras calles urbanas, siguen conservando sus hojas a día de hoy, cosa extraña, porque el otoño aún no ha alfombrado todo lo que debiera las calles, y los barrenderos no se aburren, no, pero echan de menos la paletadas en sus cubos.
Todo el mundo está un poco asombrado con este invierno atípico, ya que no sólo está sucediendo en España. Europa y el conjunto del hemisferio norte están presenciando imágenes extrañas, con estaciones de esquí verdes, con sus prados dispuestos a ser comidos por rumiantes, y ciudades como Moscú y Nueva York, que destacan por la crudeza de sus Eneros, están pasando por semanas dichosas, en las que los cerezos florecen y al gente pasea por la calle con abrigos livianos, sin gorros, guante sin plumíferos agobiantes. La gente achaca todo esto al cambio climático, cosa lógica, porque esa expresión el cambio climático, se está convirtiendo en un cliché maravilloso para explicarlo todo. Que llueve el día de la boda y no estaba previsto, la culpa es del cambio climático, que me voy al Caribe a disfrutar de la playa y me caen cuatro gotas...... seguro que el cambio climático ese va a destruir el planeta y es el causante de arruinar mis vacaciones!!! La verdad es que no se si estamos en un proceso así o no, porque como los científicos se encargan de repetir constantemente, y es a ellos y a nadie más a quién debemos prestar atención en estos casos y en otros muchos, la evolución del cima es algo sumamente complejo, lento, y sujeto a casi infinitos factores, muchos de ellos desconocidos, y en su mayor parte impredecibles. Los modelos existentes generan escenarios dispares, que van desde leves aumentos de temperatura en algunas partes del mundo a descensos en otras en un breve periodo, frente a previsiones que, aunque menos probables, auguran variaciones mucho más bruscas y peligrosas a largo plazo. Evidentemente la acción humana tiene algunas consecuencias sobre el clima, sobre todo desde el inicio de la revolución industrial hasta nuestros días. Destruir superficie forestal y emitir CO2 a la atmósfera algún efecto generará. La cuestión es medirlo, y saber que signo tiene, y eso es lo difícil.
Este Lunes 15 decía Manuel Toharia en un interesante artículo que no podemos confundir el tiempo (lo que observamos diariamente, y recordamos) con la climatología (la tendencia al argo plazo, basada en una media estable de muchos tiempos observados) y destacaba que la emisión de CO2 es, sobre todo, muestra de ineficiencia energética y de atraso tecnológico, y me parece brillante que alguien reconozca que quemar gasolina en un coche contamina, pero que es anacrónico llevar una máquina con ordenadores de última generación movida por un motor del siglo XIX, aunque esté muy refinado. En fin, parece que el Domingo se acaba lo bueno y llega el frío. Veremos a ver cuanto tarada la gente en quejarse de la rasca que hace.... seguro que sale alguno diciendo que eso es por lo del cambio climático ese.
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