Puede que hoy debiera escribir sobre el debate de ayer en el Congreso, pero francamente no me apetece. Fue bronco, ligeramente navajero, y mostró una desunión entre el PP y el PSOE que sólo beneficia a ETA. Creo que la unidad frente al terrorismo solo se logrará cuando pasen las elecciones municipales y los partidos dejen de pensar en votos, o cuando ETA les golpee a ellos y entierren a sus miembros (que lo harán, a no tardar mucho). Quizás entonces se entiendan, pero mientras tanto poco vamos a sacar en claro de sesiones como la de ayer. Así es este país.
Así que escribiré sobre un político que ha actuado como debe, y es triste que esto llegue a ser noticia, y más que el debate de ayer la eclipsase. Durante su visita oficial a Arabia Saudí, el Ministro de Justicia Juan Fernando López Aguilar canceló un acto previsto en la Universidad islámica de Riad porque las autoridades universitarias negaron la entrada a las mujeres que siguen su visita oficial, entre ellas varias periodistas y cargos como su jefa de prensa. El motivo esgrimido fue que el centro de estudio es única y exclusivamente para hombres, y que no hay precedentes de la presencia de mujeres allí. Fascinante. Pero ahí estaba López Aguilar. En vez de ser contemplativo, dialogar y mostrar voluntad de entendimiento para superar el conflicto, como dirían algunos, hizo lo que se debe hacer ante expresiones discriminatorias absurdas y fanáticas como esas. Plantarse, negarse a colaborar, y poner los principios de la democracia, igualdad y libertad por encima de todo. Ayer el Ministro actuó con Justicia, y resulta más chocante que todo esto sucediera en un centro universitario, donde se supone que reside la muestra más elevada de la cultura de un país, o al menos donde se forma a los profesionales del futuro. Este es uno de los rostros del islamismo radical, intransigente y dictatorial que, patrocinado por las monarquías el golfo en una de sus versiones más integristas, el wahhabismo, se extiende como una mancha de aceite oscuro por nuestra sociedad. Reitero lo que siempre digo. El Islam no es malo, pero sus interpretaciones retrógradas sí, y al ley y el estado de derecho están por encima del Islam, el cristianismo y la papiroflexia. Muchos años ha costado y nos cuesta aún equiparar en derechos y obligaciones a hombres y mujeres en nuestras sociedades como para permitir afrentas como las que aquí relato.
Un corolario de este acto del Ministro es la actitud que debe tomar un político en sus relaciones exteriores. Todos dan la mano a infaustos dictadores, sabiendo que la tienen manchada de sangre, pero suspirando llevarse una tarta del interés que, en medio de la desgracia, se genera en sus países. A veces es difícil delimitar donde acaba la diplomacia y donde empieza la hipocresía, pero quizás en el caso de Riad lo único que podía hacer el Ministro es lo que hizo. Una pena que ZP le mande a Canarias a luchar en las elecciones autonómicas, a un destierro injustamente merecido y no deseado por el isleño.
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