Todo el mundo que me conoce sabe el poco aprecio que tengo para los niños. No suelo disfrutar de su compañía y ante ellos me comporto mal, por decirlo de una manera. Extraño, adusto, y lleno de recelos, aunque no se muy bien porqué. También suelo recomendar a mis amigos que ni se les ocurra tenerlos, porque si el matrimonio te altera la vida, los hijos te la transforman del todo, convirtiéndote en un hombre responsable (se supone) y lleno de obligaciones verdaderas. Es mi discurso habitual y, aunque se que sienta muy mal, y me hará quedar extraño ante las visitas, no puedo evitar decirlo.
La pareja a la que visité ayer en compañía de un amigo, que han tenido un niño a mediados de septiembre, el SWN al que dedico la entrada (para que luego digan, jeje) ha tenido que oírme estas cosas y otras muchas más, e incluso ayer hice algún comentario similar en su presencia, pero me contuve, sobre todo porque mi acompañante se entusiasmó con el crío y empezó a hacerle todo tipo de carantoñas, dicha pareja era la viva imagen de la felicidad, irradiando amor y hermosura por todo su ser, y el niño... allí estaba, hermosos, con unos enormes ojos azules abiertos de par en par, sin pestañear, con una mirada fija y absorbente hacia todo lo que le rodeaba, incluidos dos nuevos visitantes a los que no había visto y que estaban todo el tiempo haciendo cosas raras. Cuando me vio por primera vez se puso a llorar, y eso que yo ya le había visto antes de Navidades, un lloro claro, instintivo, y solitario, porque fue el único que pronunció en toda la tarde. Le cogió mi amigo, le empezó a hacer juegos y cosas así y se relajó, y allí se acabaran los lloros y los pucheros. Hasta que nos fuimos el niño se portó mejor que cualquier adulto. Incluso se tragó un enorme biberón sin rechistar, en medio del asombro mío y de mi acompañante, al ver como un cuerpo tan pequeño absorbía todo lo que le caía por la tetina sin esfuerzo, queja ni llanto. No voy a decir que era como un juguete, pero se comportaba igual de bien que las muñecas que salen en la tele, tomando sus potitos y eructando sin esfuerzo, apretando un botón de la barriga. SWN no tiene botones, pero se comporta con la misma naturalidad, sencillez y prestancia que el juguete, qué profesionalidad.
Esto de tener niños es una enorme aventura para la cual no se si estamos bien preparados. Hay que aprobar un examen para sacarse un carnet y conducir una moto, pero se puede tener un hijo de una manera sencilla y automática. Digo yo que el instinto humano ayudará a cuidarlo y enseñarle, pero es una especie de lotería el saber como va a crecer en el futuro, que camino tomará, si se convertirá en una bella persona o en un ser malo y arisco con los demás. En este caso creo que SWN lo tiene bastante fácil. Basta con que siga los consejos que le den sus padres para convertirse en una de las mejores y mas bellas personas del mundo. Desde luego creo que tiene los dos mejores ejemplos y referentes para su nuevo y maravilloso futuro. Todas mis Felicidades para ellos.
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