jueves, marzo 08, 2007

Algo huele a podrido en la Casa Blanca

Parece que empieza el auténtico calvario para George Bush y su administración. Esta semana ha sido condenado Lewis “Scooter” Libby, ex jefe de gabinete del todo poderoso vicepresidente Dick Cheney. La causa del fallo es que Libby ha obstaculizado las investigaciones que buscan descubrir la fuente que filtró la información que originó el llamado “Plamegate”. ¿De qué va toda esta historia? De una serie de sucesos y hechos que dejan cualquier película de acción y espionaje en pañales. A ver si soy capaz de explicarlo sencillamente.

En medio de los preparativos para la guerra de Irak, en 2003, Bush denunció que Sadam Hussein se había hecho con uranio enriquecido procedente de Níger, lo que daría consistencia terrorífica a su argumento de que Irak poseía las famosas armas de destrucción masiva (ADM). Sin embargo, no todo era así. Joe Wilson, un diplomático de carrera, desveló que en un viaje de inspección organizado por la CIA a Níger se pudo comprobar que esta información era falsa, y lo publicó en un artículo en prensa. Esto fue un golpe muy fuerte a la teoría de las ADM y supuso un varapalo considerable al propio Bush. Pero la historia continúa, ya que poco después se filtra a los medios de comunicación, no se sabe por parte de quién que la mujer del diplomático Wilson, llamada Valerie Plame, es agente de la CIA. Esto no sólo supone quemar a un agente, invalidando su carrera y porvenir, sino ponerle en evidente riesgo, por lo que las leyes norteamericanas lo consideran como delito grave. A partir de ahí empieza la búsqueda de la fuente que, con ánimo de venganza hacia Wilson, traicionó a la gente Plame, y todas las miradas se dirigen, de manera firme, sobre el vicepresidente Cheney y su entorno, repleto de contactos en los servicios secretos, y lleno de ira por el desastre en el que en aquellas fechas ya se había convertido el asunto de las ADM, con Bagdad tomada y sin armas por ningún lado. Libby dimitió de su cargo a finales de 2005, acusado de mentir a los investigadores federales. Esto está sin probar, pero es evidente que su carrera política ha terminado y se enfrenta a penas que llegan a los 25 años de cárcel por acusaciones como perjurio, falsedad y traición.

Apasionante, verdad?? Para que ver películas de espías cuando una de las más imaginativas y mordaces se desarrolla ante nuestros ojos, todos los días, y con las cadenas de televisión contándonoslo en nuestras casas. Se pueden hacer muchos libros y novelas al respecto, pero uno al menos ya hay, y muy bueno. Contado por Bob Woodward,
Negar la Evidencia muestra esta trama, y otras muchas, relacionadas con la (des)planificación de la guerra de Irak y su posterior administración. Directo como una crónica de urgencia, Woodward presenta personajes íntegros y miserables, con nombres muy famosos, que pintan un escenario pobre, en el que un equipo de gobierno se enfanga en medio de su incompetencia e ilusión. To be continued.

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