Este Sábado he tenido la oportunidad y honor de poder asistir como invitado al bautizo del primer hijo de R&R, un matrimonio al que quiero y aprecio mucho. Es la primera vez que me invitan a algo similar, ya que, a excepción de mis sobrinos, nunca he estado en un bautizo como participante, pero para (casi) todo hay una primera vez, y allí me planté, gracias a un AVE que funciona de maravilla, que hace que todo esté mucho más cerca, que acorta distancias, y que sólo unas pocas ciudades pueden disfrutar.
La ceremonia fue curiosa, sobre todo porque lo fue de bautismo exclusivamente, no una misa completa en la que se incluye el rito en un instante dado. Junto a Santiago, que tal es el nombre del protagonista, había otros dos niños, Pablo y Genoveva, y el cura ofició rápido, sencillamente y yendo al grano en todo momento. Los padres de Santiago lucían muy orgullosos, no es para menos, rodeados de toda la familia de ella, y sus caras de felicidad durante toda la ceremonia eran enormes y, sobre todo, muy sinceras. Tras el sacramento fuimos a unas bodegas en plena ciudad, relativamente cerca de la impresionante mezquita catedral, y allí, en un lugar precioso, de salones amplios, techos altos y repujados, con patios, corredores y toneles con firma de prestigio, estuvimos varias horas disfrutando de una suculenta comida, servida en forma de canapés, con los asistentes de pies, lo que permitió que todo el mundo estuviera con los demás, y la verdad es que me lo pasé muy bien. Pude estar con algunos de los familiares de los padres y con amigos de ellos que no veía desde su boda, acaecida ya hace algunos años, y que buen ambiente tuvimos, y que bien nos lo pasamos. La comida y bebida fue opípara, completa y de mucho nivel. Es cierto que iba al acto con algún temor, más que nada por ser la primera vez que acudo a algo similar, y dado que se supone una ceremonia más bien íntima y familiar uno no sabe si va a conocer a alguien, y va a estar allí un poco a modo de decoración, pero esas dudas se disiparon muy rápidamente, y he de decir que pasé un día delicioso, rodeado de una de las mejores compañías de las que uno puede disfrutar.
Y por cierto, que día, de sol radiante, enorme, cielo azul sangrante y calor más que primaveral. Esa era la previsión, y se cumplió a rajatabla, como debía ser. En el AVE de vuelta camino a Madrid recordaba todo esto, y como gracias a R&R las estancias que he tenido en Córdoba han sido no sólo especiales, sino grandiosas. Como anfitriones y amigos no dudan en ofrecerlo todo a los suyos, y uno no puede más que agradecer semejante muestra de generosidad. Y como padres, pese a lo difícil que es eso, el futuro les aguarda pleno de felicidad, radiante y luminoso, como el día que nos regalaron a mi y a otros afortunados.
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