Ayer por la noche tuvo lugar un espectáculo pirotécnico para celebrar que Torre Espacio, una de las cuatro torres de rascacielos del complejo CTBA que se levanta en el solar de lo que era la ciudad deportiva del Real Madrid, ha llegado ya a su cota máxima de altura. 236 metros sobre el nivel de la calle, y va a ser la más pequeña de la cuatro torres que se edifican, ya que las otras tres alcanzarán los 250 metros. Tras una hora de espera sobre el horario previsto, las 19:30, los fuegos artificiales empezaron a dispararse y el espectáculo, aunque breve, fue muy bonito.
Estaba preocupado por la tarde, porque no sabía a donde ir para sacar fotos, ya que al ser edificios tan altos, si estás cerca lo más probable es que te tapen toda la perspectiva. Dude en ir a la zona de Monforte de Lemos, detrás del complejo, pero finalmente opté por subir por Príncipe de Vergara para tener una imagen frontal de las cuatro torres. Subí hasta la altura de la Nunciatura, más allá de Pío XII, y se veían, sí, pero con muchos edificios por el medio. Frustrado pro el resultado, opté por acercarme hasta la estación de Chamartín, que está más próxima al complejo. Llegue a una zona de casitas y chalets desconocida para mi, y tras deambular por ellos alcancé la estación.. al otro lado de una valla metálica. Por allí no se veía ninguna manera de cruzar aquella valla, y empecé a preocuparme, ya que con valla o sin ella la vista era decepcionante. Pasó un chaval por allí y le pregunté por que lado se podía acceder a la estación, y me señaló un trozo de la verja en la que había barrotes más separados, y me dijo que el y sus amigos pasaban por allí, y eso hice, pero con unos pocos kilos de más allí en hubiera quedado, ensartado en la valla. Confuso y algo decepcionado, atravesé la estación, una enorme zona de obras infinita que la bordea, asemejando ser un campo de batalla en medio de la ciudad, y acabé en el mismo Paseo de la Castellana, a la altura de la sede actual de Repsol, justo en frente del rascacielos que iba a ser su nueva sede, la primera de las cuatro torres, y al lado de una gasolinera de la misma marca. Hora y media de paseo más bien para nada, aunque eso sí, cansancio y dolores de piernas ya me había causado.
Me apresté junto al cartel de los precios de la gasolina para esperar el espectáculo. Eran las 19:15, empezaba a oscurecer y el viento gélido, cortante y sádico que llevaba todo el día soplando cada vez era más fuerte. A eso de las 20:10 decidí refugiarme en un recodo del camino, estando como estaba congelado del todo. Finalmente, a las 20:30 se izó la bandera como marca de cubreaguas, y empezaron las explosiones, bellas y coloristas, que se oían lejos, porque se tiraban desde lo alto de la torre y explotaban a más de medio kilómetros sobre nuestras cabezas. El dolor de manos y el frío, que me acompañó hasta que llegué a casa, merecieron la pena, porque la recompensa ante el esfuerzo realizado sabía aún más a victoria.
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