Ya se sabe como es el afán de exagerar de los medios de comunicación que, no olvidemos, viven de vender periódicos y de los anuncios en su programas. Cada dos semanas, a lo sumo tres, hay un partido trascendental, del siglo, o del milenio, cada acto político marca un antes y un después para sus participantes, y todo es histórico: Discursos, descubrimientos, revelaciones del polígrafo, nuevos hijos secretos, tránsfugas no previstos o los 17 grados de un martes por la mañana. Todo es Historia así, con mayúsculas. Y claro, lo mismo con cada juicio, empezando por el del ratero de barrio y la devolución de una alpargata sustraída hasta el juicio final del Apocalipsis.
Con el juicio del 11M, que ya lleva más de una semana de trabajos, se están usando los mismos adjetivos, aunque puede que en este caso con algo más de razón que en casos anteriores. Es la primera vez que en occidente se juzga una trama terrorista islamista completa, ya que en ocasiones anteriores los inculpados no han pasado de ser meros compinches sin peso. Baste ver el juicio por el 11 de Septiembre, en el que sólo una persona, Zacarías Moussaoui, fue encausada por semejante atrocidad. Aquí el listado de acusados, inculpados, colaboradores y anexos es tan amplio que hace tiempo estoy perdido entre el chino, el egipcio, Amidan, Trashorras, Toro y compañía. Además tenemos las típicas connotaciones patrias en este asunto, caracterizadas por una cortina de humo, caos, jaleo y teorías impresionantes. La verdad es que estos últimos meses uno ha podido hacer una especie de cursillo de explosivos por correspondencia. Imaginemos a un extranjero que viene a España y se encuentra un titular de portada el pasado Lunes 19 de febrero del tipo “Un superanálisis de la Fiscalía no halló contaminación de DNT en la Goma 2 ECO”. Lo lógico es que le asalten muchas dudas, y a quién no, porque no creo que sea de lo más habitual saber que diablos es el DNT o de que está compuesto un determinado modelo de explosivos. Así las cosas la confusión que rodea al proceso es muy grande, los rumores campan por doquier y la oscuridad no cesa. Este juicio es una buena oportunidad para aclarar todos estos asuntos, acallar las teorías conspirativas, o al menos determinar que tienen de cierto y que de imaginativo, y dar un poco de luz y consuelo a las víctimas de semejante atrocidad, que es lo que debiera guiar nuestras actuaciones en todo momento. Además, y como riesgo añadido existe la posibilidad de que el juicio acabe en un macrocareo entre personajillos sin fundamento, acusándose de todo y creando un espectáculo en la sala muy indignante.
Y si por ahora eso no se está produciendo es por Javier Gómez Bermúdez, el juez, a quién le ha tocado lidiar este embolado tan peligroso, que está manteniendo a los testigos a raya y no permite ningún tipo de tontería o desvergüenza, como las intentadas el pasado Martes por Rafa Zouhier, el “superinocente”. Gracias a su profesionalidad y entereza es muy probable que el juicio acabe en buen puerto, y a eso se le debe sumar la labor de Juan del Olmo, instructor del sumario, que ayer encontró los restos de ADN de otro auto material. Poco a poco la justicia trabaja, e intenta iluminar este oscuro agujero.
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