Ayer por la noche Televisión Española estrenó el programa “Tengo una pregunta para usted” basado en el modelo francés, en el que cien ciudadanos anónimos, seleccionados con criterios estadísticos de pluralidad, hacen preguntas no pactadas a un dirigente político. No vi todo el programa, porque llegué tarde a casa debido a un preciosos concierto de música medieval, que pude disfrutar con una compañía no menos preciosa, así que sólo puedo hablar de los tres últimos cuartos de hora de emisión, pero para algo da.
La idea del programa es buena, original y fresca, pero su éxito, entendiendo como tal que el público se entretenga con un debate ameno y con contenido, depende demasiado del entrevistado. Zapatero es un hombre muy soso, ya los guiñoles del Plus le llamaban Sosoman, y las respuestas que alcancé a ver estaban teñidas de un aire de predicador algo tedioso. Además, como buen político, ZP se fajaba bastante de la pregunta, y contestaba un poco lo que se le ocurría para evadirla, pero eso lo hacen todos. Recordemos que ante periodistas experimentados los políticos también evaden preguntas y se escapan, por lo que su posibilidad de huída es mayor ante ciudadanos no bregados en el arte de la pregunta. Una vez vista la experiencia, en Abril le toca el turno a Rajoy, que juega con la ventaja de no ser el que pague la novatada. Teóricamente Rajoy usa mucho mejor armas interesantes como la ironía y el sentido del humor, pero habrá que ver como sale de ese brete. La verdad es que puede ser interesante, y a ver si con programas así conseguimos que los políticos dejen de creerse que son una casta especial, intocable, a la que periodistas, jueces y ciudadanos no pueden tocar. Últimamente las ruedas de prensa se han convertido en lecturas de comunicados sin aceptar preguntas, y eso es inadmisible. Si al menos ayer ZP, y en Abril Rajoy, llegan a casa cansados, y con un cierto dolor de cabeza el experimento habrá merecido la pena. A lo mejor entonces saben como se siente el ciudadano medio por la noche, cuando se desploma cansado en el sofá tras un largo día, y les ve en la tele gritándose y arrastrando el país por el fango.
Lo que parece que va a pervivir del debate es el asunto del café y los 80 céntimos que dice ZP que cuesta. Varias horas de preparación estudiando gráficos y tablas macroeconómicas, quizás incluso más de dos tardes con Jordi Sevilla, para que la cultura económica del presidente se derrumbe ante una humeante y olorosa pregunta con aroma a infusión. Pues si cree que son 80 céntimos que no baje a la calle a tomarse uno, y que, por el bien de su salud económica y psicológica, que ni se le ocurra pisar un Starbucks, porque le va adra un mareo al ver la tabla de precios. ¿Qué diría Tim Harford, autor del gran libro “El Economista Camuflado” al respecto? ¿Qué le preguntaría a ZP? ¿Y usted, querido lector?
1 comentario:
Sí, abducido, tienes razón al criticar que esa anécdota sea la que monopolice el debate, pero hoy en las portadas de todos los periódicos Zapatero le quita el puesto a Juan Valdés.. qué difícil es sustraerse de la anécdota y profundizar en lo importante, verdad? Un saludo
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